(Foto: FIFA)
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Redacción EC

La alta competición deportiva pone a prueba los límites de la capacidad física humana, lo que combinado con la tenacidad en busca del triunfo han logrado llevar a esta actividad a su máxima expresión a lo largo de la historia.

Es en este medio tan disputado que la ciencia ha entrado a tallar con la intención de optimizar el rendimiento de los atletas, aunque en el mundo posmoderno eso sea tanto para bien como para mal, como sucede con los casos de doping o dopaje.

(Foto: FIFA)
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¿Qué es el doping?

En términos sencillos y de acuerdo a instituciones como el Comité Olímpico Internacional, el dopaje es el consumo de sustancias prohibidas o el empleo de métodos prohibidos para aumentar o mantener el rendimiento deportivo.

La Agencia Mundial Antidopaje (AMA) define el doping como la “aparición de una o más violaciones a las reglas antidopaje” que aparecen en su . Estas infracciones se concentran en los siguientes ocho puntos:

  1. Presencia de una sustancia prohibida o sus metabolitos o marcadores en la muestra obtenida de un atleta.
  2. Uso o intención de uso de una sustancia prohibida o método prohibido por parte de un atleta.
  3. Rechazar el suministro de una muestra o hacerlo sin una justificación convincente tras ser notificado, así como también simplemente evadir la toma de la muestra.
  4. No estar disponible para las pruebas fuera de competición, incluyendo el dejar de presentar información sobre el paradero del deportista o la documentación que se requiera para las pruebas.
  5. Manipulación o intento de manipulación a cualquier parte de un control de doping.
  6. Posesión de sustancias prohibidas y métodos prohibidos.
  7. Traficar o intentar traficar cualquier sustancia o método prohibido.
  8. Administrar o intentar administrar a cualquier atleta, dentro o fuera de competencia, una sustancia o método prohibido. Cualquier tipo de complicidad en este acto también será castigada.

Quien desee comprobar la lista completa de sustancias y métodos ilegales para los deportes, puede hacerlo en el documento oficial de la .

Antecedentes

El consumo de sustancias estimulantes a fin de mejorar las prestaciones atléticas se remonta a muchos años atrás, sobre todo durante tiempos de conflictos militares entre los antiguos seres humanos.

No obstante, la manifestación más cercana a lo que se entiende hoy en día como doping se encuentra en la antigüedad clásica. Se ha documentado que eran numerosos los competidores de los viejos Juegos Olímpicos y otras competencias deportivas panhelénicas que recurrían al consumo de diversas sustancias para mejorar su rendimiento.

Un caso similar se registró durante el periodo romano en las carreras de carros, una de las aficiones predilectas de la gente de aquel tiempo.

Modernidad

A partir de la segunda mitad del siglo XIX se hizo frecuente el uso de estimulantes para mejorar el rendimiento en disciplinas basadas en la actividad cardiovascular como el atletismo, la marcha o el ciclismo, siendo la cafeína una de las sustancias predilectas.

Para el siglo XX estaba tan difundida la utilización de toda clase de sustancias que la Federación Internacional de Atletismo terminó por prohibirlas en 1928, siendo la primera organización deportiva en regular el dopaje de forma decidida.

Una muerte que lo cambió todo

En los Juegos Olímpicos de Roma en 1960 falleció el ciclista danés Knud Enemark, debido a la desafortunada combinación entre un día terriblemente caluroso –de hasta de 42 °C, según algunos reportes– y un consumo irresponsable de roniacol. El entrenador del equipo danés de ciclismo admitió que le había suministrado a sus deportistas este vasodilatador.

Lo preocupante es que el reporte inicial del hospital San Eugenio, señalaba que la prueba toxicológica de Enemark detectó la presencia de otras anfetaminas. Pese a ello, las autoridades negaron tal información.

En 1967 también había fallecido el ciclista británico Tom Simpson durante el Tour de Francia debido al agotamiento. En su organismo encontraron rastros de anfetaminas.

Tras esto, el Comité Olímpico Internacional introdujo los primeros controles antidoping en los juegos de México 1968. Fue así que el sueco Hans-Gunnar Liljenwall, especializado en el pentatlón moderno, se convirtió en el primer deportista olímpico en perder su medalla luego de las pruebas.

En dicha competición, el equipo sueco de pentatlón obtuvo la medalla de bronce, pero Liljenwall dio positivo por alcohol. Aunque el atleta dijo haber tomado solo “dos cervezas” para combatir su nerviosismo, se le encontraron 0,81 gramos de alcohol por litro de sangre, lo que contradecía largamente la afirmación del sueco. Como resultado, Francia ascendió al tercer puesto en lugar de los escandinavos.

El último gran escándalo a nivel olímpico tuvo lugar en 2015 y afectó a la Federación de Atletismo de Rusia, llegando a señalar a un total de 271 deportistas.

Recién en 1999 se creó la Agencia Mundial Antidopaje.

Fútbol

En el caso de la FIFA, el ente rector del fútbol, los controles antidopaje se introdujeron en 1966. Según detalla esta organización, cada una de sus pruebas antidoping tiene un costo medio de 1.000 dólares y anualmente se destinan 30 millones de dólares a estos procedimientos.

La FIFA dispone de un Centro de Evaluación e Investigación Médica y una Comisión de Medicina, siendo esta última la responsable de que la entidad lleve a cabo los controles de doping en sus competencias y también en otras instancias como los entrenamientos rutinarios, a lo que se suma la prerrogativa de entregar autorizaciones de uso terapéutico.

Cómo se realizan las pruebas de la FIFA

En primera instancia, un oficial de la FIFA comprueba la identidad del futbolista y este último también está en capacidad de exigirle al inspector que se acredite como tal. Tras esto, el deportista debe ser informado sobre las razones detrás del procedimiento y cómo se realizará este, así como también los derechos y responsabilidades que le corresponden.

Una vez culminado el proceso formal, al jugador se le entregan dos vasos de plástico cerrados y precintados, uno etiquetado como “A” y otro como “B”. Es responsabilidad del oficial y el deportista supervisar el buen estado de los contenedores.

El nivel de orina mínimo para que la muestra sea aceptada es de 90 mililitros y el deportista debe dar su autorización al supervisor o un asistente para que lo observen mientras micciona. El oficial deberá pedir al futbolista otra muestra si es que no se alcanza la cantidad requerida.

Más adelante, las muestras de la prueba de doping son llevadas a un laboratorio acreditado por la AMA, pero es la FIFA la que determina cómo transportar las muestras al laboratorio para mantener su seguridad. Las botellas “A” y “B” no serán abiertas hasta que el laboratorio las analice.

Los resultados del análisis se hacen en función de la muestra “A”, mientras que la muestra “B” es guardada por si se da el caso de que una solicitud de contraprueba o algún otro análisis posterior. Finalmente, la FIFA recibe las conclusiones del análisis y el jugador únicamente es informado cuando el resultado es positivo.

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