Nuestro organismo es enormemente resistente, capaz de sobrevivir sin todos los órganos que obtuvimos en nuestro nacimiento. Por mencionar un ejemplo, cuando donamos medio litro de sangre se pierde un aproximado de 3,5 millones de glóbulos rojos, pero el cuerpo humano se puede reponer con rapidez.
Es posible llevar una vida completamente normal con solo medio cerebro, sin bazo, incluso sin estómago. Otros órganos pueden ser extirpados por completo sin dañar nuestra salud.
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Según Adam Taylor, director del Centro de Aprendizaje de Anatomía Clínica y profesor de Anatomía en la Universidad de Lancaster, estos son los órganos que podemos prescindir:
El estómago cumple cuatro funciones: digestión mecánica, tritura la comida, la digestión química y la absorción y secreción. En ocasiones este órgano se debe extirpar para eliminar tumores.
Cuando extirpan el estómago, los médicos juntan directamente el esófago al intestino delgado. Con una buena recuperación, los pacientes pueden tener una dieta en base a vitaminas.
Este órgano se sitúa en la parte posterior izquierda del abdomen, debajo de las costillas. Se retira generalmente por una lesión. Al estar cerca a las costillas, es sensible al traumatismo abdominal.
Está revestido por una cápsula de tejido similar al papel que se rasga con facilidad, permitiendo que se filtre la sangre del bazo dañado. Si no se diagnostica a tiempo y trata, puede causar la muerte.
Se puede vivir sin Bazo, porque el hígado recicla los glóbulos rojos y sus componentes. Otros tejidos linfáticos también cumplen con la función inmune del bazo.
La extirpación de los testículos y los ovarios se debe por lo general a un cáncer, o en los varones, a un traumatismo. A la mujer también se le puede extirpar el útero y los ovarios, sin padecer mayores consecuencias.
La presencia de tumores u otras enfermedades pueden provocar la necesidad de extirpar la totalidad o una parte del colon.
Los pacientes se recuperan después de la operación, aunque viven cambios en sus hábitos intestinales.
Almacena una sustancia llamada bilis, que ayuda al hígado a descomponer las grasas, pero cuando no se necesita en la digestión, se almacena en la vesícula.
El exceso de colesterol en la bilis puede formar cálculos biliares, capaces de bloquear los pequeños conductos que la transportan.
Cuando ello ocurre el paciente necesita la extirpación de la vesícula. Unas 70.000 personas se someten a esta operación por año en el Reino Unido.
Es una pequeña estructura alargada con un extremo ciego situada en la unión de los intestinos delgado y grueso. Cuando entran en el apéndice contenidos intestinales les puede resultar difícil salir y el órgano se inflama. Esta infección se llama apendicitis y se necesita extirparlo.
Se puede sobrevivir con un solo riñón; o incluso sin ninguno (con la diálisis). Las enfermedades producidas por fármacos, alcohol o infecciones pueden ser causas del retiro de este órgano.
Con información de: The Conversation y El País