Aproveché el medio tiempo del partido Perú-Paraguay para buscar en You Tube videos de Yahaira Plasencia. Quería enseñarle a mi esposo por qué Jefferson Farfán había celebrado su gol meneando el cuerpo. Cuando le mostré el baile del Totó, me respondió exaltado que sí lo había visto pero no sabía quién era la protagonista. En el 98% de las imágenes, la joven sale de espaldas y cuando se voltea le cortan parte de la cara.
A más de un mes de aquel día de eliminatorias “La Yahaira” de frente resulta mucho más interesante que por detrás. Y su atractivo con el público va más allá de su alocado movimiento pélvico.
Ser la novia de un futbolista como Jefferson Farfán concita mucha atención: todo el mundo quiere saber en qué andan. Así es que cuando salieron las primeras fotografías de ellos juntos, fueron noticia. En honor a la verdad, hasta ese momento no me jalaba mucho saber más de la chica del delantero, hasta que empezaron a someterla a un bullying sostenido.
Yo pensé que se trataba de un personaje nuevo de la farándula nacional, pero resulta que Yahaira Plasencia pertenecía a Son Tentación, un grupo de salsa al que entrevistamos en el noticiero, porque ofrecieron un concierto privado en la casa de Gerald Oropeza. En un video del celular del acusado por narcotráfico se logra ver a lo lejos a la rubia agitando el cuerpo, pero en ese entonces no destacó.
La orquesta expulsó a la cantante del grupo por indisciplina, pero ella asegura que se alejó en buenos términos. Lo cierto es que sus ex compañeras se burlaron de ella en un concierto y le dedicaron una canción: “El dinero de los hombres”, insinuando que su relación con el delantero del Al-Jazira Sporting, un club de primera división de Emiratos Árabes, era por puro interés económico. Además, un programa de espectáculos publicó imágenes de ella en diversos cástings y fotografías de hace años: tenía otro color de pelo, otra nariz, otro peso, otras cejas, otra dentadura, pero siempre con el mismo ritmo envidiable y hermosa voz.
Lo peor que he escuchado sobre ella vino del ex arquero Juan ‘Chiquito’ Flores cuando le preguntaron sobre la relación de Yahaira con Farfán: «Con toda esa plata que tiene –Farfán–, mejor se hubiese traído una holandesa: más alta, más bonita».
¿Quién es este señor para criticar las novias ajenas? ¡Qué se cree! ¿Y qué tenemos de malo las peruanas o las que no somos de su tamaño o las que no encajamos en sus patrones de belleza? ¡Qué bruto!
Sorprende que una chica de 21, con una fama que le cayó de pronto –aunque siempre la haya rondado– no haya salido a defenderse con insultos, como otras jóvenes de su misma edad que incursionan en la farándula. Ni siquiera manda indirectas a sus detractores, por el contrario les responde con tranquilidad.
Hace unas semanas entendí por qué Yahaira no pisa el palito y se concentra en sus objetivos de vida. Las cámaras del programa de Gisela Valcárcel, Los Reyes del Show, la llevaron de vuelta a la casa donde creció, una quinta en el Rímac. En la pared de su pequeño cuarto todavía estaban los dibujos que había hecho con su hermana a los doce años. Puros corazones de colores.
En la nota, para recordar su primer trabajo, no dudó en ponerse de nuevo su disfraz de dunlopillo de Angelina Ballerina con el que animaba fiestas infantiles por 30 soles. En vez de lamentarse por la dura infancia y adolescencia que le tocó vivir, agradeció a la vida por haber podido dedicarse siempre a lo suyo, que es la música.
De un barrio populoso, Yahaira Plasencia pasó a codearse con el personaje más famoso del espectáculo. Cada fin de semana, La Señito le pide bromeando que la lleve dentro de la maleta cuando vaya a visitar a su novio a Dubái. La cantante le sigue el juego y se ríe.
Al recibir muchas críticas por cantar en el aniversario de una agrupación política, Yahaira salió tranquila a decir que no imaginó la reacción negativa que eso provocaría, y que para evitar problemas ya no aceptará ningún trabajo relacionado a la política. Aunque eso, en plena campaña electoral, signifique plata como cancha. Yahaira no se la cree y sigue trabajando. Ella tiene una cualidad escasa por estos tiempos: madurez. Una buena enseñanza para aplicar en el 2016.