Músicos peruanos destacaron en julio
Por Gonzalo Tello.- Durante julio, y muy apropiadamente por el mes patrio, tuvimos la oportunidad de disfrutar las presentaciones de jóvenes artistas peruanos que vienen desarrollando carrera tanto local como internacional.
La Sociedad Filarmónica de Lima eligió este mes para presentar un Festival llamado “Al encuentro de músicos peruanos” en los que presentaron, en tres conciertos gratuitos para sus abonados, a artistas como los pianistas Priscila Navarro Claudio Constantini y Gabriel Gutiérrez, el chelista chelista Johann Aparicio-Bohórquez y el cuarteto Nueva Lima Clásica. La atracción fue de hecho la presencia de Navarro, quien a su corta edad ha dado satisfacciones sobretodo a nivel internacional, en que crítica ha alabado su estilo y técnica, en programas que incluyen diversos compositores, incluso contemporáneos.
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El primer concierto dio que hablar entre el público asistente pues Priscila dio una eficiente interpretación de las “Variaciones Goldberg” de Bach. Los comentarios fueron de satisfacción y de que la SFL y otras productoras le den mas espacio a artistas emergentes con ella.
El pianista Claudio Constantini vive en Europa y desarrolla una carrera interesante, presentándose en diversos escenarios desde San Petersburgo a Los Ángeles, y es un artista versátil, pues también toca el bandoneón y es compositor. A trabajado en diversos géneros y ha trabajado con artistas tan populares como Gotan Project. De Constantini puedo elogiar que presentó un programa interesante que se salió de lo común en el típico esquema Mozart-Beethoven-Brahms que suele muchas veces engolar nuestras salas de concierto. Toda la primera parte fue dedicada a Debussy, compositor protagonista de un disco comercial editado por IBS Classical. El programa se completó con los intermedios de Brahms y concluyó con la sonata no. 3 de Chopin. Constantini creo que fue coherente con cada estilo, pero dándole un toque personal, que mucho tiene que ver con sus influencias jazzísticas. Ese toque le dio personalidad a su interpretación.
Brillante Priscila Navarro con la OSN
Priscila Navarro fue invitada por la Orquesta Sinfónica Nacional para ser solista en su último concierto de temporada, en el Gran Teatro Nacional. Este concierto contó con la dirección de la japonesa Tomomi Nishimoto. Navarro tuvo a su cargo el poderoso Concierto para piano y orquesta no. 3 de Sergei Rachmaninov. Este concierto es muy similar en estructura al popular Concierto no. 2, pero es de un peso diferente y en cierto modo titánico, como lo es el segundo concierto de Brahms. Podría decirse que esta obra tiene un peso titánico romántico. Navarro comenzó con una cierta “ingenuidad” en sus primeras frases, y digo esto de manera muy positiva, ya que estaba segura de llevarnos por todo un viaje. La orquesta, durante los dos primeros movimientos mas bien se subordina a lo que el piano está diciendo, y el intérprete debe ser capaz de narrarnos toda la historia como un actor experimentado, entendiendo tanto el temperamento de la obra por su estilo, como interpretando las diversas pericias técnicas que la obra requiere. Navarro, a pesar de su juventud y sobriedad en el escenario, es capaz de algo que pocos logran en este punto: Transmitir. Su mensaje frente a las teclas fue de dramatismo, delicadeza, con diversos acentos logró transmitir la bipolaridad que muchas veces caracterizan las obras de este autor, así como supo apoyar con fuerza y fue capaz de dar lecturas independientes con cada mano. Su actitud (lo digo pues la veía defrente y muy de cerca) estuvo compenetrada con el lirismo de la obra. Fue de gran ayuda la precisión de la directora Nishimoto, quien tiene una técnica depurada y supo conducir correctamente a la orquesta.
La OSN estuvo a la altura de la virtuosa solista, salvo por algunas desafortunadas participaciones provenientes del grupo de cornos y trombones, que con sonidos secos y fuera de tiempo alteraron el buen resultado. Hace poco me llamaron la atención por criticar generalmente a los metales de la OSN, con lo que concuerdo, pues por descuido uno puede generalizar y pecar de injusto. Quiero precisar que aprecio el trabajo de la mayoría de músicos de la orquesta, y si hay fallas y errores, vienen de unos cuantos. Mis disculpas nuevamente a aquellos maestros que se hayan sentido injustamente recriminados.
Sin embargo, el trabajo de una orquesta es de un colectivo, y muchas veces pocos elementos desafortunados producen esos errores. Es un sentir que hay músicos en la OSN al que el puesto les queda grande y no pueden ser removidos. Mis comentarios este día fueron de adjetivos mas duros de los que hoy escribo. Creo que urge una legislación que permita que músicos que no cumplan con el nivel mínimo, no deban continuar en nuestra primera orquesta nacional, pero sobretodo urge porque hasta donde entiendo no hay leyes que permitan la continuidad en el oficio de los mas jóvenes. Un músico de la Juvenil no tendria un cupo asegurado en la Nacional por mérito. Es algo que los directivos tienen que evaluar, ya que se tiene que agilizar un mecanismo que vaya acorde con los esfuerzos que realizan tanto músicos como directores en el plano artístico y con resultados de los que hoy podemos estar orgullosos, eso si, sin bajar la guardia.
“Juditha Triumphans” nuevamente con el Coro Nacional de Niños
Este año pudimos ver la reposición de la infrecuente cantata “Juditha Triumphans” de Antonio Vivaldi, la cual fue estrenada con gratos resultados el año pasado. Esta reposición se hizo por los 20 años del CNN, aunque esta vez con nuevos solistas, otra orquesta y voces adultas formando parte del coro. El año pasado contamos con la presencia de dos grandes intérpretes, como son Josefina Brivio como Juditha y la argentina Jacquelina Livieri como Vagaus. También participó el competente Ensemble Artifex dirigido por Luis Chumpitazi. La reposición actual contó con Edda Paredes en el rol de Juditha, la soprano Marielly Minaya como Vagaus y Mónica Canales como Holofernes. El resto del elenco se mantuvo. Esta vez solistas de la OSN fueron dirigidos por Javier Súnico, y el Coro fue complementado por voces adultas femeninas, ex-integrantes del elenco.
No toda reposición es mejor que la anterior vez, y esta no es una excepción. Destaco la presencia y gran resultado de la soprano Marielly Minaya en el complejo rol de Vagaus. Su partitura es difícil y requiere mucha técnica, control de la respiración y correcta emisión. Minaya es una cantante en ascenso y su resultado fue satisfactorio. Con el tiempo y trabajo sostenido logrará mejorar sobretodo la coloratura y dar mejores resultados. Edda Paredes, quien es una competente cantante, en mi opinión como Juditha no llenó del todo el dramático y complejo rol. Sin embargo en su estilo logró imprimirle un sentido introspectivo al personaje. Mónica Canales no estuvo tampoco al nivel de lo que puede ser un gran Holofernes, sin embargo, entendiendo que llenó una plaza faltante en esta producción, y que el rol no va precisamente con su voz, aplaudo la valentía por sacar adelante el proyecto. Del Coro destaco el entusiasmo con que los niños interpretaban sus roles, con viveza y contundencia, todo de memoria. La orquesta no me pareció destacada, salvo la participación del oboe solista, quien fue el único que dió una interpretación con estilo y sentimiento. La falta de continuidad en el ritmo de Javier Súnico hizo que la obra se dilatara y cayera algo pesada.
Aunque los resultados no sean del todo óptimos por varias razones, igual salgo con la satisfacción de que se apuesta por obras diversas y se le da la oportunidad a jóvenes cantantes con mucho talento a probarlas. Ojalá y estos elencos insistan en programar obras barrocas, así muchos mas cantantes tendrían la oportunidad de interpretarlas, en un formato de alto nivel.