El drama requiere conflicto, que dos o más partes con intereses opuestos se enfrenten. Una opción es negociar, pero si ninguno cede, la narración se sostiene en demostraciones de poder, en pérdidas para ambas partes. Esto se aplica a las ficciones clásicas, pero también a la realidad y esta semana ocurre así entre los gremios responsables de ofrecer entretenimiento a Estados Unidos y, por eso mismo, al mundo. Una serie de la vida real cuyo final de temporada promete sabor a repetición, pero no por ello menos intensidad.