Un crimen pasional poco común para la época ocurrió un 24 de enero de 1919 a las 5:00 p.m. De Mercaderes, la calle más concurrida de Lima, fue el escenario del crimen. La protagonista María Mercedes Pardo era una joven de 18 años que disparó tres veces contra su expretendiente, Cipriano Proaño.
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Horas más tarde, María Mercedes contaría a la policía que buscaba vengarse de las burlas de las que había sido objeto durante los años de amores que precedieron a la tragedia.
Cipriano Proaño y un amigo se encontraban paseando por el Centro de Lima. El destino o la mala suerte hizo que Cipriano y su acompañante entraran a la confitería Marrón donde estaba la joven María Mercedes Pardo. Vestida con un traje azul, zapatos negros y un coqueto sombrero de paja, la joven disfrutaba de un helado cuando notó la presencia de Cipriano en la otra mesa. La confrontación entre ambos fue inevitable. Ella le preguntó si se había casado y él respondió con un “sí”. Una felicitación a secas y un apretón de manos, que ella forzó, sellaron el encuentro.
Los amigos continuaron su camino sin darse cuenta de que la joven los seguía a buen recaudo. En uno de sus bolsillos, ella llevaba un pequeño revólver marca Schimdt calibre 32 que había cargado luego de encontrarse con Cipriano.
Caía la tarde en la capital cuando tres detonaciones de arma de fuego hicieron que los peatones buscaran refugio en las casas comerciales ubicadas en la zona. Los dueños de las tiendas procedieron a cerrarlas para prevenir cualquier desorden.
A la redacción de El Comercio llegó una llamada telefónica alertando del suceso. En el acto nuestro ‘cronista de policía’ se dirigió al lugar de los disparos. Allá encontró a María Mercedes Pardo quien lucía pálida y presa de un ataque de pánico. El inspector Guillermo Pérez fue quien custodiaba a la joven hasta que fue llevada a la comisaría.
Al otro lado de la calle, un grupo de personas trasladaban al herido a la botica Remy. No cabía una persona más en las joyerías, boticas y casas comerciales de calle de Mercaderes. Todos querían conocer de primera mano los pormenores del hecho.
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Una persona clave para conocer qué ocurrió aquella tarde fue el señor Neri, dueño de una tienda de telas signada con el número 419 en la calle de Mercaderes. Nuestro cronista tomó sus declaraciones:
“La autora del crimen estaba muy cerca de mi tienda cuando el caballero pasó sin verla y ella le disparó con su arma tres veces. El primer disparo le penetró por el costado derecho. La víctima miró a la mujer y retrocedió algunos pasos. Pero ella le disparó a la pierna. Sin poder sostenerse más en pie, el joven se desplomó. La mujer alimentaba un vivo rencor contra el hombre y en medio del charco de sangre disparó pero no acertó debido a su nerviosismo.”
Cipriano Proaño fue trasladado a la clínica Maison de Santé. Al poco tiempo llegó al lugar su joven esposa quien también había estado de compras en el Centro de Lima. La atención médica oportuna lograron que se recupere de sus heridas.
María Mercedes Pardo nació en Huánuco. Era una joven estudiosa y devota. A los 14 años fue enviada por su madre al fundo de su hermana María Isabel en Cerro de Pasco. Es allí donde conoció a Cipriano Proaño, amigo de la familia de su cuñado. Durante cinco años fueron enamorados a vista y paciencia de sus familiares. Las promesas de matrimonio eran conocidas por sus amigas. Sin embargo, el joven se mudó a Lima y al poco tiempo se casó con otra mujer.
Enterada de la noticia, María Mercedes solo quería vengarse. Por ello viajó a Lima con su madre sin que ella conociera sus siniestras intenciones. Se instaló en una pequeña casa en Chorrillos. Siempre caminaba armada en caso tuviera la oportunidad de matar al traidor.
“Yo quise de verdad a Proaño. Estaba ciega de amor. Él me ofreció casarse conmigo, pero me abandonó. Desde entonces sufro de agudos ataques nerviosos”, declaró la joven a nuestro cronista antes de ser trasladada a la cárcel de mujeres Santo Tomás.
Días después del atentado, un periodista de El Comercio logró entrevistar a la joven detenida en Santo Tomás. Demacrada y con el mismo vestido azul confesó estar arrepentida de su proceder.
“La magnitud de mi delito es tan grande que no quisiera salir más de este lugar. Quiero que mi delito sirva de ejemplo para que los hombres no nos engañen”.
La familia de María Mercedes tenía en su poder unas 200 cartas que Cipriano Proaño le escribió durante los años que cortejó a la joven. Para su madre y hermana eran pruebas del engaño y las usarían para defender a María Mercedes.