Cuando hablamos de religiosidad en el Perú se nos viene a la mente una festividad importante en el calendario: la Semana Santa. Una celebración que tuvo su origen en el año 314 d.C., durante el gobierno del emperador romano Constantino El Grande; sin embargo, las prácticas religiosas que se realizan en Lima se asemejan más a la versión sevillana impuesta por el catolicismo español.
La Semana Santa en tiempos virreinales
Las primeras celebraciones limeñas por esta festividad están registradas en los libros del cabildo (libro de actas) que tiene la biblioteca de la Municipalidad de Lima. De esta forma lo relata el historiador Diego Lévano en el libro “Procesión y fiesta: la Semana Santa en Lima” (2018):
“Una de las primeras referencias a la Semana Santa en los libros de cabildos es de 1544, año en el que se regula la repartición de carne a la población durante los días de Cuaresma”. Por esos años se usaban varas de madera y borbones al frente de las procesiones que salían por las calles de Lima en los días festivos.
Tiempo después, sucedería un hecho tradicional de Viernes Santo. En 1660, el sacerdote jesuita Francisco del Castillo predicó, por primera vez, el Sermón de las Tres Horas en la desaparecida iglesia de Los Desamparados. Más adelante, durante la época del virrey Conde de Chinchón (1629-1639) se indultaron presos de las cárceles de la capital durante la Semana Santa.
A partir de los años republicanos, muchas costumbres cambiaron. El nuevo Estado peruano mantuvo el catolicismo, pero la situación política y la inestabilidad económica de los primeros años de la independencia mermaron las celebraciones por Semana Santa en la ciudad. Esto fue confirmado por un cronista de El Comercio en abril de 1850. Sin embargo, en algunas iglesias limeñas se realizaban ceremonias durante los días de Cuaresma.
La celebración limeña en el siglo XX
Un nuevo siglo trajo consigo el crecimiento económico y poblacional de Lima, junto con su imparable modernización. El cambio se percibió en la concurrencia vecinal durante los actos litúrgicos de la “Semana Mayor”, nombre que tenía la Semana Santa limeña por aquella época.
En esos primeros años, se mantuvo como costumbre la salida de la procesión del Señor de los Milagros por las calles del Rímac y del borriquito en Chorrillos. A estas costumbres religiosas se les sumaron las formaciones militares y los desfiles con banda de guerra que proveía el propio Gobierno central.
Se conservó la tradicional preparación y consumo del pan de dulce. Un elemento típico de la festividad que logró que las panaderías más importantes de la ciudad anunciaran su venta a través de los periódicos más importantes de Lima.
Años después, muchos cosas se renovaron. En abril de 1925, el arzobispo de Lima Emilio Lissón Chavez, junto al entonces presidente Augusto B. Leguía, inauguró las nuevas andas del Santo Sepulcro y el manto de la Virgen de los Dolores. Ese año, también se estrenó en Lima la obra “Christus” en el Teatro Forero, hoy conocido como Teatro Municipal.
En 1950, se realizó la teatralización de la Pasión de Cristo en la Plaza de Acho por pedido del público, y en 1964 se replicó esta representación multitudinaria en Comas. Años más tarde, muchas zonas de la capital imitaron estas escenificaciones religiosas; hasta que en 1981 se realizó por primera vez una Vía Crucis en vivo en San Cristóbal, cerro tutelar de Lima.
El terrorismo, una amenaza latente
Durante la década de 1980, la Semana Santa en Lima se vio mancillada por la acción terrorista. La madrugada del 17 de abril de 1981, unos terroristas incendiaron un colegio particular en el Rímac, justamente en Viernes Santo. Al día siguiente, el presidente Fernando Belaunde condenó los violentos hechos en un enérgico discurso: “El Perú aplaude el trabajo y rechaza y condena el terrorismo”.
Años después, el 19 de abril de 1984, dos violentos atentados sacudieron la capital en Jueves Santo. El primero se registró en San Juan de Miraflores y el otro en la estación de Policía de Investigaciones del Perú (PIP) de Chorrillos. Ese día, fue la primera vez que el cardenal Juan Landázuri Ricketts no realizó el lavado de pies de la ceremonia tradicional, debido a que aún convalecía de una enfermedad.
Al día siguiente, el Gobierno realizó el tradicional indulto en las cárceles de todo el país; dejó libres a 13 internos de las distintas penitenciarias de Lima. Horas más tarde, los ataques continuaron: una bomba explotó durante la procesión del Cristo Yacente en Ica y varios pirotécnicos fueron lanzados a las instalaciones de la Jefatura Provincial de la PIP en Pisco.
La creciente violencia terrorista también dejó un hecho insólito en la Semana Santa de 1990: las ceremonias del Domingo de Ramos se celebraron el sábado 7 de abril. Esto debido que las elecciones presidenciales se realizarían el domingo 8 de ese mes. Una medida que fue acogida por el Arzobispado de Lima, aunque ese día hubo algunas celebraciones religiosas después de las cinco de la tarde.
La evolución tecnológica en bien de la Semana Santa
Con el avance de la tecnología, las celebraciones por Semana Santa fueron adquiriendo cierta modernización en Lima. En abril de 1986, varias iglesias limeñas usaron proyectores para que todos los feligreses pudieran entonar los cánticos religiosos de las misas en los días festivos.
En abril del 2000, canales como ATV y América Televisión emitieron microprogramas por Semana Santa junto al entonces arzobispo de Lima, Monseñor Juan Luis Cipriani. El Canal 9 transmitió mensajes del religioso cada una hora y el Canal 4 emitió un programa de conversación entre cada película bíblica llamado "Es palabra de Dios".
Años después, la globalización llegó a las celebraciones. El 18 de abril del 2003, El Comercio anunciaba que la Semana Santa también se podía disfrutar en Internet mediante algunas páginas elaboradas en idioma español.
La Biblioteca Electrónica Cristiana ofrecía información sobre las ceremonias realizadas en el país por esta festividad; mientras que el portal “Semana Santa en el Perú”, elaborado por el diario decano, daba información sobre los puntos turísticos en la capital y en provincias.