La infancia es una etapa crucial en la vida de cualquier persona, pues es un período donde se forman las primeras experiencias tanto emocionales como sociales, las cuales logran moldear gran parte de nuestro comportamiento futuro. En definitiva, los lazos que establecemos con nuestro entorno, principalmente con nuestros padres, no solo nos proporcionan seguridad y afecto durante dicha fase, sino que también dejan una huella inminente en la manera en la que nos relacionamos con los demás a lo largo de nuestras vidas.
Sin duda, los estilos de apego —definidos en estos primera años de vida— actúan como un mapa emocional que guía nuestras interacciones y elecciones en la adultez, incluyendo la selección de pareja, así como también la dinámica dentro de las relaciones amorosas. En otras palabras, las decisiones en torno a con quién compartimos nuestra vida no serían del todo aleatorias, puesto que las bases de las mismas tienen origen en los vínculos emocionales que hemos ido forjando en nuestra niñez con nuestros progenitores.
Por esta razón, Bienestar conversó con dos expertas, quienes nos ayudarán a explorar las dinámicas subyacentes, con la finalidad de poder comprender cómo nuestras primeras experiencias pueden seguir desempeñando un papel determinante en nuestras vidas amorosas.
¿Cómo pueden las experiencias en la infancia influir en la elección de pareja en la adultez?
Las experiencias de la infancia son fundamentales en la formación de patrones de apego, especialmente, las relaciones con los padres o cuidadores, por lo que todo ello influye en nuestras expectativas y comportamientos en las relaciones adultas. Como explicó Madeli Santos, psicóloga clínica y experta en relaciones conscientes y gestión emocional, estos estilos de apego se desarrollan a partir de cómo fueron atendidas nuestras necesidades emocionales y de seguridad, siendo así un modelo de cómo esperamos ser tratados en nuestras relaciones de pareja.
“En cierta manera, el tipo de experiencia en esta etapa temprana puede llegar a moldear nuestras expectativas y comportamientos en las relaciones de pareja. Por ejemplo, aquellas que fueron positivas, como el amor incondicional y el apoyo emocional, definitivamente, nos brindan una base segura para confiar y formar apegos saludables con los demás, lo que facilita relaciones amorosas más saludables. En cambio, las vivencias negativas, activan ciertos esquemas, como la privación emocional, el abandono, la desconfianza y el abuso, los cuales pueden traer consigo inseguridades y comportamientos defensivos, afectando así la capacidad de establecer y mantener interacciones positivas y saludables”.
Por su parte, Fanny Abanto Casavalente, psicoterapeuta especializada en terapia de esquemas señaló que, las experiencias traumáticas, al igual que, las dinámicas familiares mal gestionadas, como el divorcio de los padres o la ausencia de uno de ellos, pueden ocasionar una variedad de efectos en el desarrollo psicológico y emocional de una persona, por ende, influir en la calidad de las relaciones en la edad adulta, incluyendo:
- Dificultades para la regulación emocional: Afecta la capacidad de una persona para gestionar sus emociones de manera saludable. Esto puede llevar a comportamientos volátiles, ansiedad o depresión, repercutiendo así en la estabilidad y la satisfacción en las relaciones íntimas.
- Patrones de comunicación ineficaces: Pueden dificultar la capacidad para comunicarse de manera efectiva y asertiva, convirtiendo los malentendidos, los conflictos y la falta de intimidad en las relaciones de pareja en algo cotidiano y desgastante.
- Problemas de salud mental: Personas que han sufrido abuso, negligencia o trauma en la infancia tienen un mayor riesgo de desarrollar problemas de salud mental, tales como depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático (TEPT), trastornos del estado de ánimo, conductas autodestructivas y ataques de ira, lo que influye significativamente en la estabilidad emocional de las relaciones de pareja.
- Problemas de relaciones íntimas: Podría afectar la capacidad para establecer relaciones íntimas y saludables lo que, a su vez genera una serie dificultades en la elección de pareja, la comunicación y la intimidad.
- Baja autoestima: Puede influir en la percepción que una persona tiene de sí misma y su capacidad para establecer relaciones sanas y satisfactorias, llevando así a que estas busquen parejas que las traten mal o las degraden. Por supuesto, esto puede perpetuar un ciclo de abuso o de relaciones disfuncionales.
- Problemas de confianza: Las dinámicas disfuncionales pueden generar inseguridad y dificultades para confiar en los demás, lo que puede afectar la forma en la que un individuo se relaciona con su pareja.
- Modelos de relaciones distorsionados: Los modelos de relaciones que una persona observa en su entorno familiar podrían influir en su forma de percibir y experimentar las relaciones íntimas. Si estos modelos son disfuncionales o negativos, pueden repetirse en las relaciones posteriores.
“Sin embargo, es importante tener en cuenta que, si bien las experiencias infantiles pueden tener un impacto significativo en la forma en que los individuos se relacionan con el resto, no necesariamente están predestinados a repetir patrones negativos o a tener relaciones problemáticas, dado que hay varios factores que contribuyen en la forma en que uno se relaciona con sus parejas. En concreto, estas son el resultado de una combinación de influencias, tales como las experiencias en la vida adulta, la personalidad, los valores, la historia de vida y las creencias. Por consiguiente, si bien las vivencias en la niñez pueden ser importantes en la manera en que se percibe y se experimenta el amor y la intimidad, no siempre determinan en su totalidad el destino de los vínculos futuros”.
¿Qué papel juegan los estilos de apego formados durante la infancia en la elección de una pareja?
Ciertamente, los estilos de apego formados durante la infancia desempeñan un papel fundamental en la elección de pareja, puesto que pueden influir en la forma en que interactuamos con los demás y en las expectativas que tenemos con respecto a las relaciones. No obstante, como precisó la psicoterapeuta, para poder entender mejor dicho impacto, es necesario comprender en qué consiste cada uno de ellos.
Apego seguro
Básicamente, este estilo se desarrolla cuando los cuidadores están pendientes de las necesidades de los niños, por lo que aprenden a que pueden confiar en los demás y que son dignos de amor y cuidado. Por lo tanto, en la adultez, las personas tienden a buscar y elegir relaciones estables y satisfactorias, las cuales se caracterizan por la confianza mutua, la comunicación abierta y permanente con respecto a las necesidades y emociones, así como también, a la capacidad de manejar los conflictos de manera constructiva. Cabe mencionar que, si se logra desarrollar una autoaceptación sólida, uno puede ser capaz de mantener un equilibrio entre la dependencia y la autonomía, lo que favorece significativamente a los vínculos más duraderos.
Apego ansioso/preocupado
Este estilo en particular, se forma cuando la disponibilidad emocional de los padres es inconsciente, motivo por el cual, los niños con este tipo de apego pueden sentirse inseguros acerca del amor y la atención que recibirán en un futuro, desarrollando así una necesidad permanente de reafirmación y cercanía. Por esta razón, de adultos, pueden elegir parejas que les brinden demasiada atención, afecto y pueden llegar a ser excesivamente dependientes emocionalmente, dado que suelen tener dificultades para confiar en sus compañeros y pueden sentirse inseguros de la relación. Además, estos pueden manifestar miedo a la separación o al abandono.
Apego evitativo/desestimado
En efecto, este surge cuando los progenitores o tutores son emocionalmente distantes o no responden adecuadamente a las necesidades de los menores. Por consiguiente, estos infantes aprenden a depender de sí mismo y a suprimir sus necesidades emocionales, mientras que, como adultos, se sienten incómodos ante la intimidad y la dependencia emocional, por lo que a menudo optan por tener relaciones independientes y sin compromisos, cuestión que puede ser bastante frustrante para sus parejas. Asimismo, suelen tener dificultades para confiar en sus compañeros, razón por la cual, son más distantes y reservados.
Apego desorganizado/inseguro
Lamentablemente, este tipo de apego es el resultado de un ambiente en el que los padres son una fuente de temor o confusión, por lo general, debido a comportamientos erráticos o abusivos. La realidad es que estos infantes no desarrollan una estrategia coherente para enfrentar el estrés relacional, por ende, en la vida adulta, esto se traduce en relaciones caóticas, es decir, con patrones de comportamiento impredecibles y una serie de dificultades para regular las emociones, lo que puede conducirlos a fluctuar entre momentos de necesidad intensa y de alejamiento emocional con sus parejas. Usualmente, tienden a relacionarse amorosamente con personas que tienen el mismo estilo de apego, al igual que, experiencias de relaciones tumultuosas y volátiles, ya que suelen tener problemas para mantener relaciones estables y saludables.
¿Qué señales pueden indicar que las experiencias de la infancia están influyendo negativamente en la elección y dinámica de pareja?
De acuerdo con Santos, entre las señales de alarma o “red flags” se pueden considerar:
- Patrones repetitivos de relaciones disfuncionales.
- Dificultades para confiar o intimar.
- Comportamientos de dependencia extrema.
- Preocupación excesiva por el miedo al abandono.
- Conflictos recurrentes.
- Dificultades para establecer límites saludables.
- Problemas de comunicación.
¿Es posible cambiar los patrones de relación que se formaron durante la infancia?
En primer lugar, como destacó la psicóloga clínica, es importante saber que, es bastante común que las personas busquen inconscientemente parejas que refuercen los patrones de apego que desarrollaron en la infancia, puesto que estos les resultan familiares, aunque no necesariamente saludables, por ello, tienden a repetir dinámicas que ya conocen, incluso si son disfuncionales. No obstante, Abanto Casavalente refirió que, sí es posible cambiar los patrones de relación y desarrollar formas más saludables de interacción, pese a que, en la gran mayoría de casos, están profundamente arraigados.
Por esta razón, para poder cambiar dichos patrones, es esencial considerar los siguientes puntos:
- Identifica tu estilo de apego: A través de la introspección, la observación de los patrones de comportamiento y, en muchos casos con la ayuda de un profesional de la salud mental, se puede determinar el propio estilo de apego, con la finalidad de entender su influencia.
- Reflexiona sobre todas tus relaciones pasadas: Recuerda cómo te sentías y actuabas en ellas, esto puede revelar tus patrones de apego. ¿Te sentías seguro y cómodo en la relación? ¿te preocupabas constantemente por que pudiera dejarte? ¿te distanciabas o evitabas la intimidad o compromiso?
- Analiza tus relaciones actuales: Reflexiona sobre tus relaciones interpersonales actuales, incluyendo la elección de tu pareja, las dificultades frecuentes y la comunicación, ya que esto puede ayudarte a identificar tus patrones de apego.
- Investiga tu infancia y adolescencia: Sin lugar a duda, es prioritario entender los orígenes de estos patrones por medio de una indagación sobre estas etapas de vida, con el objetivo de comprender las experiencias y las relaciones que pueden haber contribuido a la formación de estos estilos de apego.
- Desarrolla la autoconciencia: Al reconocer las necesidades emocionales, puedes ser capaz de buscar formas más saludables de satisfacerlas, por lo que partir de ello, podrás establecer límites para protegerte de las influencias negativas y, lograr así relaciones más equilibradas.
- Busca ayuda profesional: Un psicólogo o psicoterapeuta puede contribuir significativamente a identificar el estilo de apego y ayudarte a visualizar cómo este está afectando tus relaciones actuales. Para ello, se puede utilizar herramientas, como la terapia de apego, bajo el modelo de la terapia cognitivo-conductual, y en especial la terapia de esquemas, puesto que puede ayudarte a comprender y sanar tus experiencias de la infancia y superar las dificultades relacionadas con el apego.
¿Qué ejercicios pueden emplearse para sanar las heridas de la infancia?
Sanar las heridas de la infancia, es un proceso delicado y bastante personal; sin embargo, como indicó la experta en relaciones conscientes y gestión emocional, se pueden poner en práctica algunas actividades que son muy beneficiosas tanto para uno mismo como para mejorar la calidad de las relaciones románticas. Entre las más recomendadas se encuentran:
- Practica la atención plena (mindfulness).
- Lleva un diario para explorar y procesar emociones.
- Realiza actividades de autocuidado y autorreflexión.
- Participa en talleres, programas o grupos de apoyo.
- Practica la meditación en pareja.
- Acude a terapia de pareja.
- Pon en práctica algunos ejercicios de comunicación consciente, como la escucha activa.
- Apuesta por la psicoterapia individual.
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