"Treinta años promoviendo democracia directa"
Tuve el honor de comentar el reciente libro de Francisco Miró Quesada Rada, “30 años promoviendo la democracia directa”. Un fascinante texto que representa una trayectoria de compromiso con la democracia en el Perú. Son 30 años de trabajo desde distintos ámbitos: el periodismo, la docencia, la academia, el activismo en asuntos públicos y políticos; cuyo esfuerzo no ha sido en vano, porque a pesar de los grandes obstáculos durante este tiempo, han sido múltiples los logros obtenidos.
El libro nos presenta muchos datos, teoría e información relevante sumada a la experiencia del autor que enriquece aun más cada una de sus casi 200 páginas. Pero son básicamente tres aspectos los que quisiera resaltar en estas líneas: 1) los fundamentos de la democracia, 2) las instituciones de la democracia directa y 3) la democracia electrónica.
En los capítulos iniciales referidos a los fundamentos de la democracia, el autor hace énfasis en la necesidad de que esa democracia sea no arbitraria y simétrica, tomando, además, los principios fuertes de Robert Dahl que son la libertad y la igualdad. Esa igualdad representa, entonces, la simetría. Y de esta manera define la democracia “como una forma política no arbitraria y simétrica, lo que implica una sociedad de seres humanos libres e iguales, en que la persona es un fin en sí mismo y no un medio o instrumento al servicio de otras personas o grupos de personas”.
Una muestra de este tránsito a una democracia no arbitraria y simétrica ha sido la evolución del voto. Inicialmente fue el voto censitario, es decir, solo votaban los que pagaban impuestos. Luego se pasó al voto capacitario, votaban los más capaces, quienes sabían leer y escribir. Posteriormente, se extendió al voto de la mujer y a los analfabetos. De esta forma, se da una transición progresiva partiendo del voto restringido hasta llegar al voto universal.
Con respecto a las instituciones de la democracia directa, a través del libro se hace un repaso exquisito de cómo estas han funcionado desde la Antigüedad: con los griegos, los romanos, los germanos; así como en los cantones suizos donde ha prevalecido desde el siglo XII y se mantiene en la actualidad. También se hace referencia al camachico peruano, cuyo origen es en los ayllus de tiempos preínca y que, incluso, incorporaban a las mujeres en las asambleas populares. Frente a esto, el autor menciona que la tradición del Perú con la democracia directa es doble: occidental y autóctona.
Las instituciones democráticas que se mencionan son: el referéndum, las iniciativas populares, la revocación, la remoción de funcionarios públicos y la rendición de cuentas, las cuales se consagran en la Constitución de 1993 y a través de la Ley 26300–Ley de los Derechos de Participación y Control Ciudadanos. En el libro se precisa cuándo fueron utilizadas cada una de estas y se muestra cómo a lo largo de la década del 90 hubo un esfuerzo sistemático de parte del régimen de turno por debilitar tales instituciones. “El referéndum encadenado”, una serie de ensayos publicados por FMQR en El Comercio, fue una respuesta sostenida a dichas acciones políticas, que le hicieron merecedor del Premio de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) en 1997.
Finalmente, el autor dedica un capítulo a la democracia electrónica, también conocida como democracia digital por estar circunscrita al uso de Internet y a las nuevas tecnologías de la información y comunicación (TIC).
En el libro se menciona que los medios digitales abren un nuevo espacio para la participación ciudadana y ayudarán a democratizar la democracia. Sin duda, a través de la red se está fomentando un nuevo tipo de democracia directa, donde el ciudadano es más crítico, activo y partícipe de los asuntos públicos. Así nos acercamos a una sociedad digital no arbitraria y simétrica, acorde con las demandas de la democracia del siglo XXI.