Por qué los aviones son medios para adquirir infecciones
Cada año, mil millones de personas viajan por vía aérea en el mundo. Estudios demuestran que ciertos microorganismos pueden sobrevivir hasta siete días en las mesas para comer o apoyabrazos. Los tres reportes de infecciones de MERS en Estados Unidos son ejemplo del contagio entre pasajeros.
Dos recientes sucesos nos llevan a escribir esta columna. Uno es el modo en el que el nuevo virus MERS-CoV llegó a Estados Unidos y, el otro, un estudio publicado la semana pasada en que se demuestra que temibles bacterias patógenas sobreviven por varios días alrededor del asiento del pasajero de un avión.
Esos dos hechos nos demuestran que, además de llevar enfermedades de un lado a otro del planeta, los aviones comerciales pueden contener peligrosos microbios en el propio asiento del pasajero.
Este es un asunto muy serio de salud pública porque, cada año, mil millones de personas viajan por avión y se calcula que en los próximos 20 años, ese número se duplicará.
Veamos la historia de los tres casos de infección con el virus MERS-CoV que se han detectado en los Estados Unidos. El primero ocurrió en un trabajador de la salud que trabajaba en Arabia Saudí. Para regresar a visitar a su familia en Estados Unidos, voló de Arabia Saudita a Londres y de allí a Chicago, lugar desde donde viajó en un ómnibus a Indiana. El segundo caso ocurrió con otro trabajador de la salud que viajó de Arabia Saudí a Londres y de allí hizo escalas en Boston, Atlanta y Tampa, antes de llegar a su casa.
El tercer caso es interesante porque ocurrió en un hombre que tuvo dos breves reuniones de negocios con el hombre infectado en Indiana. Si bien es cierto que este tercer caso no presentó síntomas, nos muestra también que el virus MERS-CoV es muy contagioso. También nos hace reflexionar acerca del número de personas que se habrá infectado al estar cerca de esos dos casos en cada aeropuerto en el que hicieron escala.
Por su parte, en un interesante estudio, investigadores norteamericanos “sembraron” dos tipos de bacterias en varios lugares del avión: apoyabrazos, asientos, bolsas porta revistas, mesitas para comer, en la ventana y en la manija del toilette del baño. Los resultados indicaron que el ‘Estafilococo aureus’ resistente a la meticilina (MRSA) vivió hasta por 7 días en el apoyabrazos, más tiempo que en la manija del toilette en el baño.
El caso del MERS-CoV nos grafica muy claramente que el mundo es un pañuelo y que las infecciones ahora viajan en avión. Se ha demostrado que los pasajeros dentro de un avión pueden contagiarse de tuberculosis, gripe, norovirus, meningitis por neumococos, virus SARS y sarampión. Algunas infecciones como la tuberculosis pueden transmitirse 2 asientos a cada lado del pasajero infectado, aunque el SARS infectó a pasajeros sentados a 7 asientos del enfermo.
Filtros de alta tecnología
El estudio de contaminación de asientos en el avión nos dice que cada vez que subamos a un avión debemos ser extraordinariamente cuidadosos con la higiene de nuestras manos. El lavarse frecuentemente con agua y jabón o usar gel de alcohol son excelentes métodos de mantener nuestras manos limpias, sobre todo antes de comer.
Pero, por otro lado, ¿qué hacer con el aire que respiramos? Mucha gente piensa que el aire de los aviones es “sucio y contaminado”. Pues eso felizmente no es cierto. Desde 1980, los aviones tienen modernos métodos de circulación de aire, usando filtros de alta eficiencia (HEPA), que son capaces de filtrar 99,9% de partículas sólidas, bacterias y virus grandes. Es interesante saber que la circulación de aire no se hace a lo largo del avión, sino en bandas de aire de lado a lado. Así, microbios y partículas no son “arrastradas” a lo largo del avión.
Pero lo que esos filtros no pueden remover son las partículas de moco y saliva que despide un desconsiderado pasajero que tose y estornuda sin cubrirse la boca y la nariz. Y estas pequeñas gotitas de moco y saliva pueden ser respiradas por inocentes pasajeros antes de que ese aire sea filtrado o si son gotas más grandes, queden en las superficies aledañas al asiento y las toquemos y las llevemos a nuestra boca, ojos o nariz.
Por último, los aviones pueden trasportar mosquitos de un lado a otro del mundo. Para eso, la Organización Mundial de la Salud y la Organización Internacional de Aviación Civil recomiendan que los aviones que llegan de un país que tenga malaria deba ser fumigado. Lamentablemente, solo un puñado de países cumplen esa regla, entre ellos Cuba, Uruguay, India, Ecuador (solo vuelos que llegan a las Islas Galápagos) y Trinidad y Tobago. El Perú no está en esa lista.
En su libro “El cisne negro”, el autor Nassim Taleb, quien estudia la ocurrencia de los fenómenos sociales que se piensan que son “improbables de que ocurran” –tales como el ataque del 11 de setiembre, la aparición de Internet, de Google o la Primera Guerra Mundial– y quien predijo la crisis financiera de Estados Unidos en el 2008, dice que es inevitable que una gran pandemia ocurra en algún momento en el mundo.
Estoy seguro de que los aviones se encargarán de transportar alrededor del mundo los microbios que la causen.