El uso de ivermectina y el método científico
Miguel de Unamuno dijo alguna vez que cuanto mas desesperado estas, mas grande es tu esperanza. En la actualidad, esa frase podría aplicarse al sentimiento de muchas personas, quienes en su desesperación por encontrar una curación al Covid-19, intentan usar diversos tipos de remedios, desde los caseros -como gárgaras de agua con sal y limón- hasta medicamentos como hidroxicloroquina e ivermectina. Pensamos que es un buen momento para recordar el método científico que se acepta como fundamental para tener la confianza de que cierto tratamiento médico puede funcionar.
Jerarquía de evidencia
No todos los estudios científicos son iguales. Imaginemos una pirámide, y pongamos en ella, la jerarquía de evidencia de los diferentes tipos de estudio, empezando en la base, en los que pondremos los estudios mas elementales, con menor valor de evidencia.
En la base están los editoriales y opiniones de expertos. Aquí caen las opiniones, en las que sin citar la fuente de estudios específicos, algún experto opina que cierto tipo de tratamiento puede funcionar. Generalmente el experto dice “a mi me parece”, “yo creo que”. Un periodista acucioso debilita esa posición haciendo una simple pregunta: ¿Cuál es su fuente de evidencia científica?
Series de casos
Siguiendo con la pirámide, e inmediatamente por encima de los editoriales y opiniones de expertos, se encuentran las series de casos y los reportes de casos. En este nivel, un investigador publica una serie de casos en los que afirma que su tratamiento funciona. La serie de casos puede estar constituida por un puñado, unas decenas o incluso centenares de ellos. El punto central de este método, es que solo ha estudiado a los pacientes que recibieron el tratamiento. Debido a que el tratamiento parece funcionar, los investigadores tienen mucha confianza en el, pero ignoran que debido a la falta de comparación -como veremos después- es posible que la mejoría de sus pacientes, solo sea consecuencia del azar.
Es el ejemplo del remdesevir, un antiviral que al principio de la pandemia, se pensó, gracias a una serie de casos en los que parecía ser efectivo en el tratamiento del nuevo coronavirus, que podía ser efectivo para curar la enfermedad. Un estudio, publicado la semana pasada en la Revista Médica de Nueva Inglaterra, reporta sin embargo, que al ser enfrentado con un placebo, el medicamento no fue efectivo en salvar la vida de los pacientes.
Otro ejemplo es el de la hidroxicloroquina, en el que el médico francés Didier Raoult, quien no cree que su medicamento deba ser enfrentado a otros, administró el medicamento a mas de mil pacientes, afirmando de que los había curado. Eso hizo que mucha gente -entre ellas el presidente de Estados Unidos Donald Trump- pensaran que ese medicamento era la solución del problema.
Lamentablemente, como en el caso del remdesivir, investigadores de la Universidad de Harvard publican la semana pasada en la revista The Lancet, que después de analizar los datos de 96,032 pacientes de un registro multinacional de 671 hospitales en seis continentes, ni la hidroxicloroquina sola, o combinada con los antibióticos azitromicina o claritromicina, ni la cloroquina sola, o combinada con los antibióticos azitromicina o claritromicina demostraron ser eficaces en el tratamiento de Covid-19. Lo grave es que esos medicamentos no solo fueron ineficaces, sino que estuvieron asociados a una menor supervivencia durante la estancia hospitalaria, y a una mayor frecuencia de arritmias ventriculares, el tipo de trastorno eléctrico mas letal que puede sufrir un ser humano.
La misma situación -de confiar solo en estudios en células aisladas o series de casos para dictar políticas de salud- se produce con la ivermectina, que ha sido aprobada por los ministerios de salud de Perú y Bolivia, a pesar de que ambas organizaciones indican de que no existe evidencia científica de que ese medicamento sea efectivo. Hasta el momento, no existen estudios de mayor jerarquía de evidencia hechos con ivermectina.
El problema con los estudios de series de casos es entonces que, al no ser enfrentados a un placebo u otro medicamento, es imposible conocer -como en el caso del remdesivir y la hidroxicloroquina- que las mejorías obtenidas no son consecuencia del azar. Un periodista acucioso debilita esta posición haciendo una simple pregunta: ¿Ha usted enfrentado su medicina contra un placebo u otro medicamento? Si la respuesta es no, solo es una serie de casos.
Estudios de caso y control
Se encuentra en un nivel mas alto de la pirámide. Aquí se analizan los casos de una serie de pacientes que recibieron el tratamiento en cuestión, comparándolos con el de pacientes que no los recibieron. El estudio de la hidroxicloroquina, citado anteriormente, pertenece a este grupo. Su limitación es que constituye una observación en un momento determinado, no es un estudio prospectivo a lo largo del tiempo, como el que veremos después.
Estudios experimentales
Están en la cúspide de la pirámide y son los mas avanzados en nivel de evidencia. Aquí, los pacientes son sorteados a recibir a lo largo del tiempo, el medicamento en cuestión o un placebo o un medicamento que se sabe es activo. Lo interesante es que ni el paciente ni los investigadores saben que tipo de medicina esta recibiendo el paciente, lo que asegura que los resultados obtenidos no sean consecuencia del azar. El estudio del remdesevir antes mencionado pertenece a este grupo.
Corolario
En tiempos de zozobra social, es muy fácil ignorar o politizar la ciencia, actitudes que no solo causan daño físico y psicológico en la gente, sino que minan la confianza del público en el valor de la ciencia como motor de avance e innovación.