¡Que viva la política!
Pocos consejos son recibidos con tanta sorpresa como el de “ser más político” en beneficio de nuestra carrera. Y es que, en el Perú, mucha gente asocia la palabra “política” con la falta de ética de algunos políticos profesionales incorrectos.
Hay quienes se sienten hasta deshonestos con la sola idea de pensar en “hacer política” en la oficina. Sin embargo, la experiencia nos demuestra que un alto porcentaje de ejecutivos es retirado de altos puestos no por falta de logros o resultados, sino por problemas de química o política.En el mundo corporativo, “ser más político” es la ventaja competitiva clave de muchos ejecutivos honestos, trabajadores y… muy exitosos.
La política de la que me refiero es, entonces, la habilidad de generar alianzas, entender las redes de poder y, sobre todo, trabajar para conseguir los objetivos a través de las personas y en su beneficio. Es comprender, conocer y, ojalá, ser parte del “grupo de poder” que formal o informalmente toma las decisiones importantes en los distintos niveles de las organizaciones.
Ser “más político” se refiere a una actitud de permanente respeto y cuidado de las relaciones que sostenemos con las personas con quienes interactuamos en todos los niveles del mundo laboral.
Por supuesto que es importante identificar a nuestras relaciones clave, es decir, a aquellas personas que tendrán un impacto directo en nuestra carrera, pero preocuparnos solo de cuidar estas relaciones y olvidar el resto, es un grave error. Ser político no es ser adulador –ni mucho menos manipulador– o usar a la gente en beneficio propio, sino, por el contrario, generar muchas alianzas y relaciones basadas en el respeto mutuo, la lealtad y la confianza.
Muchos olvidan que así como nadie contrata a alguien que le cae mal, son personas las que nos contratan, promueven o despiden, y muchas de ellas decidirán sobre nosotros en función de percepciones y química personal. No olvidemos que las percepciones juegan un papel clave y, por ende, debemos no solo ser buenos, eficientes y correctos, sino también cuidarnos de parecerlo. Esa es la importancia de “ser político”.
Ser “político” es también comprender los roles estratégicos de las personas dentro de las organizaciones y moverse cuidadosa y efectivamente en situaciones complejas, anticipando los campos minados. Es ser cauto y capaz de manejar su carácter frente a situaciones delicadas, especialmente cuando el stress nos pone al límite.
Ser “más político” es ser franco y honesto, pero capaz de usar siempre el tacto y tino para no ofender inútilmente ni generar conflictos. No es querer ser siempre el centro de atención ni el dueño de la verdad. El ejecutivo político no genera confrontaciones de egos, ni gusta de chismes o rumores. No genera jamás situaciones de conflicto abierto con su jefe, y menos en público. No marca las discrepancias y diferencias entre las áreas, ni desarticula equipos con intrigas u oposiciones inútiles al bien común.
El ejecutivo político agrega valor, cuida sus relaciones y las de su gente y, por ende, cuida el clima laboral y la satisfacción del personal. Así no solo cuida su carrera, sino que está cumpliendo su rol de líder dentro de la organización. ¡Que viva la política!