75 años de la muerte de Miguel Hernández (con videos de la Generac. del 27, García Lorca, Hernández e Ignacio Sánchez Mejías)
Comisario político comunista y aficionado taurino
Poeta taurino ● Redactor del Cossío ● Demuestra, con la distancia que da el tiempo, la universalidad de la tauromaquia.
PABLO J. GÓMEZ DEBARBIERI
El martes pasado, 28 de marzo, se cumplieron 70 años de la muerte de Miguel Hernández, poeta emblemático para mucha gente de izquierdas. Su muerte, aquejado por la tuberculosis, en la cárcel de Alicante, tras habérsele conmutado la pena de muerte, ha sido recordada en estas últimas semanas, pero casi nadie −imperdonable omisión de uno de los grandes elementos inspiradores de su obra− ha recordado su pasión por la tauromaquia y su profusa simbología taurina. Fue redactor de la obra enciclopédica “Los Toros” de José María de Cossío y su poesía está plagada –cuando no motivada− por alusiones a la fuerza indómita del toro de lidia y al torero, héroe popular.
Hernández, a diferencia de la imagen que se suele dar de él −de santo− fue un hombre común y corriente, de origen muy humilde, con luces y sombras, pero con gran talento literario.
PERITO EN LUNAS
Una de sus primeras obras contiene octavas dedicadas a la tauromaquia: ¡A la gloria, a la gloria toreadores! / La hora es de mi luna menos cuarto / Émulos imprudentes del lagarto / magnificaos el lomo de colores / Por el arco, contra los picadores / del cuerno, flecha, a dispararme parto / ¡A la gloria, si yo antes no os ancoro / golfo de arena, en mis bigotes de oro!
Así como otra dedicada al torero: Por el lugar mejor de tu persona / donde capullo tórnase la seda / fiel de tu peso alternativo queda / y de liras el alma te corona / ¡Ya te lunaste! Y cuanto más se encona / más. Y más te hace eje de la rueda / de arena, que desprecia mientras junta / todo tu oro desde punta a punta.
AL HÉROE POPULAR
En su poema “Toro y torero” elogia al lidiador, héroe de masas: Profesando bravura, sale y pisa / graciosidad su planta / la luz por indumento, por sonrisa la beldad fulminante que abrillanta / Sol, se ciega al mirarlo / Galeote / de su ciencia, su mano y su capote / fluye el toro detrás de sus marfiles / Concurren situaciones bellas miles / en un solo minuto / de valor, que induciendo está a peones / a la temeridad como tributo / de sus intervenciones.
LA FUERZA DEL TORO
La simbología del toro bravo y las encinas de las dehesas pueblan la poesía de Hernández en “Viento del Pueblo”: Poderoso homenaje a las encinas / homenaje del toro y el coloso / homenaje de páramos y minas / poderoso.
Sementales corceles / toros emocionados / como una fundición de bronce y hierro / surgen tras una crin de todos lados / tras un rendido y pálido cencerro.
No es posible recordar a Hernández sin estudiar a fondo su simbología poética, basada en el toro y la tauromaquia. Comprometido y activo con su ideología comunista. Autodidacta; tras nacer en la pobreza, hijo de un brutal campesino de Orihuela, Alicante, que le prohibía leer. Murió muy joven –con 31 años, en la cárcel de Alicante− en una época tormentosa de la historia de España. Decidió ser un activo comisario político comunista durante la Guerra Civil (1936 – 1939) e, indudablemente, ejerció las funciones inherentes al cargo, dirigiendo checas y condenando a muerte a muchos. No tiene sentido culpar a nadie de ello, pero sí releer su poesía y sus alusiones a la tauromaquia.
GARCÍA LORCA
Su relación con el poeta más taurino de la historia fue turbulenta, pero a la muerte del granadino, en 1936, escribió una magnífica elegía: Primo de las manzanas / no podrá con tu savia la carcoma / no podrá con tu muerte la lengua del gusano / y para dar salud fiera a su poma / elegirá tus huesos el manzano / Cegado el manantial de tu saliva / hijo de la paloma / nieto del ruiseñor y de la oliva / serás, mientras la tierra vaya y vuelva / esposo siempre de la siempreviva / estiércol padre de la madreselva.”
CONFLICTOS CON LOS INTELECTUALES
José María de Cossío, su protector
Muchos intelectuales de izquierda despreciaban a Hernández. Entre ellos Rafael Alberti; su mujer lo abofeteó al reprocharles este que se divirtieran en Bellas Artes, en Madrid, mientras la ciudad estaba asediada por las tropas de Franco. Alberti, Hemingway, Gellhorn, Capa y numerosos intelectuales de izquierda vivían como en una fiesta, en el Hotel Florida, en aquel Madrid bombardeado.
Pero su gran valedor y sostén antes de la Guerra Civil, fue José María de Cossío, quien le dio trabajo como redactor de su monumental enciclopedia taurina “Los Toros” y luego de la guerra, fue uno de los que intercedió por él y logró que se le conmutase la pena de muerte.
Conflictos y desilusión con Federico García Lorca
Los dos poetas más taurinos nunca lograron ponerse de acuerdo.
Federico García Lorca fue el poeta con mayor sensibilidad taurina. Su elegía “Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías” –torero y mecenas de la Generación del 27−, surrealista composición, no tiene parangón. Su descripción taurina de España, en su teoría del duende, tampoco: “Lagartijo con su duende romano, Joselito con duende judío, Belmonte con duende Barroco y Cagancho con duende gitano, enseñan, desde el crepúsculo del anillo, a poetas, pintores, y músicos, cuatro caminos de la tradición española”.
García Lorca, granadino, educado, fino, culto y entretenidísimo –vea, debajo, a Pepín Bello, genial artista hispano sin obras, último superviviente de la Generación del 27 hablando de él en un video− no dio mayor importancia a Hernández. Un ingenioso y culto señorito andaluz y un pobre campesino autodidacta no congeniaban. Hernández, sintiéndose despreciado por el consagrado poeta granadino, reaccionó groseramente.
Lorca le escribió: “Me acuerdo de ti porque sé que sufres con esas gentes puercas que te rodean y me apena ver tu fuerza vital y luminosa encerrada en el corral dándose topetazos por las paredes. Pero aprende a superarte en el terrible aprendizaje que te da la vida. Tu libro está en el silencio, como todos los primeros libros, como el mío, que tanto encanto y fuerza tenía. Escribe, lee, estudia. ¡Lucha! No seas vanidoso.”
La respuesta de Hernández hizo que Federico rompiese con él: “¿Que no sea vanidoso de mi obra? No es vanidad, Federico; es orgullo malherido. Gracias por tu deseo de que mi obsesión de poeta incomprendido se separe de mí. Aún no venía tu carta por el camino cuando ya me había divorciado de ella.”
Alguna vez, citado Lorca en casa de Vicente Aleixandre, que apoyaba –junto con Neruda, ambos luego premios Nobel− a Hernández, este se negó a ir, al saber que Miguel estaría allí. “Échalo si quieres que vaya”, le dijo a Aleixandre.
¿Hubieran ganado el Nobel Lorca y Hernández de haber vivido?
PEPÍN BELLO, ÚLTIMO SUPERVIVIENTE DE LA GENERACIÓN DE 27, ÍNTIMO AMIGO DE GARCÍA LORCA, BUÑUEL, DALÍ E IGNACIO SÁNCHEZ MEJÍAS HABLA DE TODOS ELLOS DE FORMA COLOQUIAL
https://youtu.be/JEMuYgzk7Dw
LA POESÍA DE MIGUEL HERNÁNDEZ – DOCUMENTAL DEL MUSEO MIGUEL HERNÁNDEZ, SIN UNA SOLA ALUSIÓN NI MENCIÓN A SU SIMBOLOGÍA TAURINA
https://youtu.be/i9MVw7PAe64