Reseña de Sanctuary - The Year The Sun Died - Century Media - 2014
Increíble volver a ver el logo de Sanctuary con su puñal atravezado sobre una nueva y excelente portada de Travis Smith (Amorphis, Anathema)
Si hay algún disco que he esperado durante más de 20 años es el tercero de Sanctuary. La banda de US power metal de Seattle que con solo dos álbumes y, valgan verdades, un look metálico impresionante (¿quién no ha querido tener la pinta de Warrel Dane?), se hiciera para siempre de su pequeño altar propio en el panteón del metal y alcanzase el estatus de agrupación de culto. Por supuesto, es una de esas ilusiones temerarias ya que su riesgo de convertirse en decepción es enorme debido al largo tiempo transcurrido y a que la gente cambia y los intereses también.
Alineación clásica
De hecho, la gente de Sanctuary tenía dos grandes opciones legítimas (y una espuria). La primera era lanzar un disco que en todo fuese un autotributo replicativo de su trabajo más emblemático, opción que podría haber generado un disco entretenido y de cara a los fans nostálgicos, algo técnicamente ideal, pero a la larga inútil. El caso del último disco de Carcass, Surgical Steel, es un ejemplo: brillante musicalmente pero una apuesta a la segura sin mayor cambio. La otra opción era reinventar su sonido y arriesgarse en una dirección nueva pero firmemente asentada en su estilo tradicional. Algo, por ejemplo, que realizó con éxito Gorguts, con Obscura. (La opción espuria era traicionar su identidad y lanzar algún bodrio modernizado en clave groove, alternativo o nümetal rapero infumable, caso lamentablemente muy frecuente).
Clásica portada del Refuge Denied, realizada por Ed Repka
Luego de escuchar atentamente el disco unas tres veces, a cuenta de hacerlo más, podemos decir que la senda ha ido decididamente en dirección hacia la segunda opción, incluso rozando el peligroso y difuso límite entre la renovación y la traición. Efectivamente, este The Year of the Sun Died no suena a ninguno de sus trabajos previos de hace 20 años. Tanto Refuge Denied (1987) como Into Mirror Black (1989) por distintos que fueron guardaron mucha relación entre sí. El primero fue más speedico y power (aunque con una producción sonora lamentable) mientras que el segundo fue claramente más técnico (y mucho mejor producido), pero ambos se distinguieron por un heavy metal eufórico, de solos rápidos y elaborados con una voz operática, en la vena de un Rob Halford pero enloquecido, que atacaba con alaridos imposibles a cada instante en cada tema. Ese es el núcleo de lo que extrañamos quienes tuvimos la oportunidad de conocer al grupo en su época clásica. Pero el pasado jamás se repite y es de necios esperar un eterno retorno de lo mismo.
Este disco guarda evidentes vinculaciones con aquellos trabajos, pero se desmarca de su influencia significativamente ya que es mucho más sombrío y pesado. Se trata de un trabajo oscuro, en el que los medios tiempos predominan y eso marca una gran diferencia. Los solos de guitarra, a cargo del tradicional Lenny Rutledge y, la nueva incorporación, de Brad Hull (exFoced Entry, otro nombre ochentero) siguen siendo igual de veloces y soberbios en cuanto a técnica y dentro de la tradición del heavy/power estándar. Pero las líneas melódicas y sobre todo la base rítmica (bajo y batería, a cargo de los viejos integrantes también Jim Sheppard y Dave Budbill respectivamente) se han vuelto mucho más pesadas y macizas. Sin embargo, el cambio más evidente se da en el apartado vocal.
Sanctuary hoy
Efectivamente, Warrel Dane ofrece una valiosa performance que no puede ser desestimada pero que apenas y toca la antigua vena de contratenor que tenía antes (supongo que simplemente ya no llega a ese nivel, algo que he constatado viendo videos de las presentaciones actuales) y se centra en notas graves y lentas, con una voz profunda, contundente, pero alejada de todas las veleidades halford-dionianas del pasado que hicieron parte de la esencia del sonido de la banda. Es como si Jim Morrison estuviera cantando con los Judas Priest, sería interesante, pero muy extraño.
Un miedo que me asaltaba de esta reunión era que gravitase sobre el disco una excesiva influencia de Nevermore. Recordemos que luego de la implosión a comienzos de los 90 de Sanctuary y de la crisis del metal tradicional a manos del grunge y el rock alternativo, Warrel Dane y Jim Sheppard formaron Nevermore, un grupo exitoso con su propia identidad y con una discografía nada despreciable, pero que claramente manifestó un sonido mucho más moderno, en línea con las nuevas influencias y en el que solían ser comunes los medios tiempos y los sonidos lentos y pesados de clara pero moderada influencia groove. Creo que este trabajo acusa fuerte influencia de esa tendencia, pero más que en la ejecución misma lo hace en la atmósfera. En consonancia con lo dicho por Dane en una entrevista, se trata de un trabajo firmemente asentado en el heavy metal de seis cuerdas de siempre pero proyectado hacia un sonido más moderno. En conclusión, se están reiventando. Lo que no es mala idea en absoluto, si sabe hacerse con inteligencia.
Pero ¿qué pasa con los temas en sí? Allá vamos. Son 11 originales y en la edición de lujo hay un cover de The Doors (Waiting for the Sun). La mayoría son medio tiempos con interludios que son guiños a sus viejos discos. Por ejemplo el tema inicial Arise and Purify, tiene unos momentos al inicio que remiten a las primera notas de Battle Angels del debut Refuge Denied pero lo que sigue no tiene mucho que ver con el resto. O la promocionada como balada aunque no lo es, I am Low, que nos remite al tema Sanctuary, también del primer disco. El tema en la onda más cercana al pasado power es Question Existence Fading, en el que Dane se arriesga con un tono más agresivo que en algo me recuerda a lo más reciente de Chuck Billy en Testament.
Un aspecto que hay que destacar del disco, que aunque no es un trabajo conceptual sí tiene cierta unidad de sentido, es que si uno examina los títulos, como Let the Serpent follow Me, The Dying Day o One Final Day, así como el título del disco, The Year the Sun Died por citar algunos y la excelente portada de lo que efectivamente parece ser un sol colapsando por despedazamiento, la sensación que proyecta es la del agobio, la una nostalgia por lo que irremisiblemente se acabará, un sentimiento adelantado de pérdida que está en perfecta consonancia con el metal ominoso presentado. En mi opinión, eso le otorga convicción al disco como conjunto, más allá del eventual agrado o desagrado que se pueda sentir.
En síntesis, es un trabajo muy poco US Power metal, más bien es oscuro y sombrío y será difícil de asimilar por el fan de siempre, sobre todo entre los nostálgicos enamorados del pasado que esperaban un Into Mirror Black II, pero que a nivel compositivo y de sentido general está muy logrado y que gana con cada oída. Un trabajo que puede constituirse en un nuevo comienzo para un grupo de culto que pudo dar más y que mereció mayor reconocimiento que el que tuvo. El metal sigue dando segundas oportunidades. A aprovecharlas.
Video de Frozen, uno de los cortes más agresivos del disco
Versión en vivo de I am Low
Video clásico