Reseña de Satan's Host - Pre-Dating God part 1 & part 2 - Moribund Records - 2015
En el mundo del metal subterráneo internacional no todo es black y death metal, también hay algunas expresiones del heavy/power metal más clásico aunque no son las predominantes. Sin embargo, como cabe imaginar, se trata de un heavy muy obscurecido y blasfemo. Este es el caso de Satan’s Host, que es una de esas grandes bandas que han permanecido ocultas del ojo del gran público headbanger pese a existir prácticamente por 4 décadas, desde 1977cuando el guitarrista Patrick la formó.
Sin embargo la banda norteamericana inició su andadura discográfica con el Metal from Hell de 1987, en el que ya podemos identificamos su impronta sonora inspirada tanto en Mercyful Fate como en Judas Priest pero con una intensidad instrumental, en el nivel rítmico, más intensa. En aquella ocasión la alineación, (hoy considerada clásica) estuvo compuesta por Harry “Leviathan Thisiren” Conklin a las voces, Patrick “Evil” Elkins a las guitarras, Belial John Phantom al bajo y D. Lucifer Stele (Robert Evans) en la batería. Luego Harry Conklin alcanzaría notoriedad al frente de Jag Panzer gracias a sus poderosas y clásicas dotes vocales (es un verdadero monstruo del sonido clásico). Aquel disco inicial no pudo trascender demasiado, probablemente por su pobre calidad de producción y sobre todo porque entonces la atención ya estaba puesta en el speed/thrash metal y apenas había lugar para más propuestas de heavy. Lo cierto es que la banda se convirtió en una de las agrupaciones de culto más valoradas, lo que a la larga permitió su reencarnación pero en un formato speed/death metal por llamarlo de alguna manera y que constituyó una de las más interesantes reinvenciones en el metal del siglo XXI.
Algunos discos muy comentados en la primera década del siglo XXI permitieron reposicionar a la banda dentro del underground, pero sería con el retorno de Conklin a las voces en el 2009 con el que la banda volvería a la notoriedad del heavy metal. By the hands of the Devil (2011), Celebration for the Love of Satan (recopilación, 2012) y el excepcional Virgin Sails (2013) fueron testimonios innegables de que Satan’s Host volvía a situarse en el primer plano del heavy metal. Por ello esperábamos por acá con mucha expectativa su siguiente trabajo. En realidad no ha pasado mucho tiempo desde el Virgin, y ya tenemos acá su nuevo disco.
Estos Pre dating God 1 y 2 la tenían muy difícil pues el anterior disco fue uno de esos trabajos cúspides que uno no sabe bien como hará la banda para superarse de nuevo y seguir interesando (la maldición de las obras maestras, ¿cómo sobrevivir a ellas?) Hoy en día la avalancha de discos hace muy difícil estar verdaderamente al día con los lanzamientos y apenas uno ha asimilado un disco resulta que ya hay otro. Si a eso sumamos que uno sigue oyendo los clásicos pues queda claro que se vuelve muy complicado retenerlos en la mente e incluso volver a frecuentarlos. Sin embargo, los discos de Satan’s Host son de esos que uno siempre tiene en el reproductor mientras está viajando por la realidad y que los domingos o en la noche en casa vuelve a poner. Pero ¿pueden lanzar otro trabajo de calidad tan pronto? La respuesta es sí, y esta vez con alguna diferencia.
Para empezar optaron por la estrategia de hacer un lanzamiento algo distinto. En lugar de lanzar un disco enorme o uno doble, han lanzado dos al mismo tiempo. Algo así no ocurre con frecuencia, por lo pronto recuerdo los Use your Illusion 1 y 2 de los G’n’R a comienzos de los 90 y más recientemente al Lemuria y al Sirius B de Therion, de hecho hay más casos pero esos me parecen los más notables. Consultando cierta entrevista a la banda, la justificación de lanzarlo así es que un disco enormemente largo corre hoy en día el riesgo de no ser oído completo por casi nadie, debido a la escasez del tiempo para poder oír toda la avalancha de trabajos actuales, en cambio dividir las canciones en dos diferentes con sus propias portadas, le da al oyente la posibilidad de dos comienzos con sus respectivos moderados trayectos y ver el trabajo como dos conjuntos de canciones. Parece un truco simple pero funciona. Esta división hace más cómodo oírlos.
Ahora, si existen diferencias entre los contenidos de ambos discos, la verdad no veo mucha, el estilo es el mismo, incluso en los detalles. La banda señala que los temas del primer disco son más calmados que los del segundo, esto es muy escasamente cierto. Quizás haya más agresividad, que no velocidad, en el segundo.
En lo que sí el tiempo es gravitante, es en la asimilación de la calidad de los temas sobre todo en el nivel de los detalles musicales. Efectivamente, Satan’s Host es una banda artesana del sonido y que hace imperioso oír múltiples veces sus trabajos para poder captar los múltiples matices instrumentales y vocales que pueblan todas sus composiciones. Llevo casi dos semanas oyendo los dos Pre Dating y aún sigo encontrando detalles, a la vez que me convierto en un adicto a cada cambio y riff.
Quizás esa sea la principal diferencia entre estos trabajos y el anterior Virgin Sails, un notable disco que, sin embargo, avanzaba con demasiada velocidad; estos, en cambio, reclaman más atención, que te pares al lado del equipo, a la antigua, y lo degustes, como alguna vez lo hacíamos con los viejos Maiden, Priest y Mercyful hasta asimilarlos por completo.
Otro aspecto a destacar es el título que acorde con su temática ocultista y contraria al cristianismo, juego con la idea de un dios depredadador aun no reconocido (Pre-Dating God). En cuanto a la producción esta es impecable y los temas son complejos tanto en sus estructuras, en la que abundan los cambios, como en
el ejercicio instrumental en sí mismo. Los solos de guitarra son muy clásicos y mezclan lo que fue la NWOBHM con bastante del US power metal de los 80. La percusión es extraordinaria, con un uso muy atinado del bombo. El disco no vuela a gran velocidad, si no que esta vez predominan los pasajes de medio tiempo, pero en realidad los temas son mixtos en cuanto a rapidez.
La alineación que ha grabado este disco se compone de los clásicos Patrick Evil a las guitarras y Leviathan Thisiren en las voces, y los más recientes Marcos Gonzales al bajo y Anthony López a la percusión, quienes están en la banda desde la década pasada (siempre me llama la atención la enorme presencia hispana en las bandas underground de Estados Unidos). El productor fue David Otero, guitarrista de Serberus, y dueño de unos estudios en Denver, Colorado. La portada es del genial Joe Petagno, habitual de Motörhead.
En definitiva un disco a tomar en cuenta y una banda que si no conocen deberían frecuentar, sobre todo si se consideran amantes del mejor heavy metal.