Graveland en su laberinto, ¿cuándo estamos realmente ante una expresión artística neonazi?
Uno de los nombres más importantes del under metálico internacional nos visitará pronto. Se trata de la banda polaca Graveland, que está entre las de más larga trayectoria del black metal de ese país. La agrupación, cuyo pivote ha sido el vocalista y principal letrista Rob Darken, ha dado trabajos de una energía y solvencia artística tan consecuente que se ha creado un verdadero culto hacia esa agrupación entre miles de seguidores. A eso contribuye el hecho de no haber lanzado un solo trabajo en falso en más de dos décadas y a haber desarrollado una línea temática centrada en la visión y ética del guerrero, particularmente del guerrero medieval precristiano (y anticristiano) del norte y este de Europa, regiones que se mantuvieron en el paganismo hasta mediados del décimo siglo. Como es sabido se trata de uno de los temas fetiche del black metal y no es raro que atraiga la atención de dicho sector de los headbangers. Sin embargo, también es cierto que dicha elección ha sido tradicionalmente sospechosa de filonazismo o fascismo, latente o explícito, debido a ciertas coincidencias estéticas que provienen de una base común simbólica que es empleada también por una gran variedad agrupaciones ideológicas de extrema derecha, como en su época lo fueron el ariosofismo, la sociedad Tule y el partido Nazi. Esto ha dado lugar en diversas partes del mundo a rechazos hacia la aparición de la banda en concierto, como en Canadá o Argentina, por mencionar dos casos recientes.
Por supuesto que artistas abiertamente nazis o que defiendan posturas genocidas o criminales en general sean objeto de rechazo es entendible y aún ahora resulta polémico si se debería dejar que se expresen abiertamente en una sociedad que, al menos públicamente y en medio de la corrección política, defiende la diversidad, la tolerancia y la libertad.
Esto es en especial cierto en el ámbito del metal, pues se trata desde sus orígenes de un movimiento internacionalista, pluricultural que siempre ha ido más allá de las fronteras nacionales e idiomáticas y para el que las razas han solido ser algo absolutamente indiferente. En el metal jamás ha importado (ni debería hacerlo) de qué color es la piel de los headbangers, ni de dónde procedemos sino solo nuestra entrega sincera al heavy metal. Una banda de metal (en cualquier escuela del metal) que sea nazi es artísticamente algo contradictorio con sus bases e historia. Pero ¿qué fundamenta que Graveland sea considerada una banda nazi o fascista?
A esa pregunta decidimos contestar hace unos días, de hecho el mismo Rob Darken publicó una respuesta bastante extensa sobre su ideología y bases estéticas en la que rechazaba las acusaciones de nazismo. Lo cual no es de extrañar. Polonia fue un país destruido por el nazismo en la Segunda Guerra Mundial y la verdad sería muy extraño encontrar allí nazis o filonazis, (los nazis consideraban a los polacos y a los eslavos en general como subhumanos que debían ser diezmados y reducidos a la esclavitud por parte de los nuevos amos arios). Pero todo hay en el mundo y un polaco nazi quizás exista. Por eso nos tomamos el tiempo de examinar con detalle la obra publicada de Graveland, que es eso al final lo único que importa de un artista, y decidimos para ello ver dos aspectos en los que cualquier filiación ideológica debería quedar expuesta: el plano iconográfico y el plano lírico. El primero porque toda iconografía es ante todo ideología y el segundo por la obviedad de que es en ese en el que se dicen las ideas sea de manera expresa o metafórica.
Nivel iconográfico
Realizando una inspección visual de las portadas de los trabajos realizados hasta la fecha, lo que salta a la vista es un monopolio de imágenes de guerreros, batallas, armas antiguas, algunas valquirias y dioses de impronta nórdica/vikinga, eslava o teutónica, algún drakar y ciertos símbolos místicos asociados al satanismo, sobre todo en la época de los demos. ¿Es eso nazi o fascista? Si bien el aparato ideológico de los fascistas en Alemania y los países del norte europeo tendía a idealizar (y comúnmente a falsificar) tanto el pasado bárbaro de sus pueblos como su mitología ancestral, de los cuales pretendían derivar un conjunto de ideales alternativos a la realidad moderna con sus bases democráticas y secularizadas las cuales obviamente rechazaban, lo cierto es que más que ser un elemento que convierta a Graveland en una expresión de esa ideología es en realidad una coincidencia estética. Al parecer, Graveland y otros headbangers sienten esa fascinación por el pasado antiguo y medieval que tiene más que ver con el romanticismo europeo del siglo XIX que con los nazis. La verdad es que diversas corrientes estéticas tanto musicales como literarias y pictóricas han hallado en esas mismas fuentes inspiración para sus creaciones modernas y si Graveland es nazi pues los sería buena parte del arte moderno desde los hermanos Grim hasta Büchnner pasando por E.T.A. Hoffmann lo cual sería una afirmación realmente exagerada y ridícula. A lo más se les podría acusar de pasatistas ingenuos que idealizan un pasado que históricamente nunca existió, aunque si solo lo toman como motivo estético pues ni de eso se los podría tachar.
En el nivel lírico
Este sería el plano más sustancioso para una crítica de orden ideológico: qué dicen las canciones y títulos de los temas que podrían comprometerlos con el nazismo o el fascismo o alguna tendencia de extrema derecha. Pero acá el vacío es más desolador aún, pues aunque los nazis y grupos afines evidentemente promocionaron expresiones culturales con referencias medievales y mitológicas precristianas que ya existían antes por sobre el arte más moderno, y la estética de Graveland podría ser confundida por eso, pues en las letras nada evidente encontramos.
El gran tema predominante es batallas en las que se matan miles de cristianos al parecer solo por serlo. Eso podría ser moralmente repudiable pero no es el cargo del que se les acusa, ellos han sido señalados de nazis y de eso habría que encontrar pruebas objetivas y no solo especulaciones; sin embargo, si consideramos que la ideología nazi y fascista oficial se reivindicaba como cristiana (era parte de su justificación en la lucha contra la atea Unión Soviética y el capitalismo internacional judío) pues matar miles de cristianos no sería muy nazi al final.
He leído todas las letras de los temas de Graveland en inglés (no hablo polaco), que no es poco, y solo he encontrado tres temas (entre docenas) que podrían justificar desde alguna perspectiva una crítica por fascismo. Pero al analizarlos en detalle no queda nada significativo que vaya en ese sentido.
Las dos más comprometedoras están en el Creed of Iron, del 2000. Una es Ancient Blood y la otra es White Beasts of Wotan. La primera llega a mencionar que los hombres y mujeres blancos se unirán bajo las banderas de Swarozyc y lucharan contra los enemigos de su raza, pero por el contexto es evidente que no es un tema nazi. Los eslavos son todos blancos (aunque para los nazis serían blancos de segunda categoría) y Swarozyc es un dios de las culturas eslavas. Los enemigos de la raza eslava serían los representantes de otras religiones que les pretenden alejar de sus tradiciones. Aunque metafóricamente podría haber una alusión a religiones de otras razas, me inclinaría más por el mismo constante rival imaginario del black metal: el cristianismo, que obviamente no nació en Polonia, sino que llegó allí desde el sur y el oeste de Europa mediante los Caballeros Teutónicos ya en la Edad Media.
El otro tema cambia al sujeto pues menciona al dios teutónico Wotan y eso nos sitúa en la órbita cultural germánica aunque Swarozyc también aparece. Acá solo se habla de guerreros que son las bestias blancas de Wotan que luchan valientemente como sus padres; se menciona luego a los hijos blancos de Wotan. Al parecer alude a la raza blanca, pero nuevamente, ¿de qué color son los germanos medievales? ¿No eran blancos todos? Parece un elemento descriptivo. Principalmente, no hay ningún término descalificador hacia ninguna raza, solo la constante y monomaniaca acusación a los cristianos.
Otro tema aludido al respecto es White Hand’s Power, de 1997, pero acusar a este tema de nazi revela una enorme ignorancia literaria de parte del acusador, pues el poder de la mano blanca aludida no es otro que el de Saruman en el segundo tomo de El Señor de Los Anillos, Las dos torres. El británico pacifista Tolkien ¿hitlerista? Sin más palabras.
Además de esto, muy poco: en los temas Legions of Giants y Memory and Destiny del disco homónimo, se menciona una swastika, pero en un contexto rúnico, el antiguo alfabeto nórdico, y la representación de dicho símbolo se ha dado en toda Eurasia desde hace 12 mil años. Se piensa que es un símbolo de buena suerte y la palabra misma significa “gran fortuna”. En los temas en concreto se trata de una enseña grabada en un escudo. No se ve por ningún lado un contexto nazi ni antisemita. En We Shall Prevail se menciona a la “víbora Yahvé” como un enemigo que será destruido por los guerreros nórdicos, pero eso está también dentro de la temática pagana y politeísta anticristiana en general que exhiben las bandas black metal. En realidad, ya estamos rascando la olla.
Y terminó, la verdad más nazismo habría en Slayer, y no hay más temas que permitan al menos con cierta seguridad mencionar una filiación entre Graveland y alguna ideología de extrema derecha. Además, algo que a mí me llama la atención, los nazis se distinguieron siempre con su monomanía de culpar de casi todo a los judíos (un poco como los blackers hacen con los cristianos). Sin embargo nada de eso hay en ninguna de los cientos de canciones de Graveland, más allá de una solitaria mención a Yahvé. A nivel lírico yo los acusaría de monotemáticos, aunque algunos pasajes descriptivos están compuestos con verdadero talento evocador.
Lo peor que podemos hacer es acusar a una banda de lo que no es. Y por lo visto, Graveland es una banda de black metal que idealiza el tema del guerrero medieval anticristiano y a la que se la podría tachar de un tanto ingenua en su abordaje del asunto (los europeos abandonaron la vida del guerrero y el paganismo porque el cristianismo y la cultura a él asociada les ofrecieron mejores condiciones de vida, para la época), pero no es una banda nazi, ni filonazi, ni fascista. A lo más serían un poco de derechas, pero proviniendo de un país que fue asfixiado por el comunismo durante cuatro décadas no se les puede reprochar eso demasiado. Principalmente es errado porque sí hay bandas abiertamente nazis y de extrema derecha que han tenido, lamentablemente, cierta influencia, particularmente en el ámbito del black metal; pero no podemos caer en una “cacería de brujas” pretendiendo descalificar superficialmente a cualquier agrupación o artista sin haber comprendido ni su estética ni sus planteamientos.
Graveland tocará en Lima el 20 de mayo en el CC Festiva de la avenida Alfonso Ugarte en el marco del Evil Attack Internacional II que organiza Thrashirts, al lado de bandas extremas nacionales como Kay Pacha, Illapa, Two face Sinner y otras.
Para saber más de la simbología nazi y su ideología recomiendo los libros Diccionario Crítico de mitos y símbolos del
nazismo, Rosa Sala Rose, editorial El Acantilado. Los Libros del Gran Dictador, Timothy Ryback, Destino. Hitler, Joachim Fest, Booket. Historia Social del Tercer Reich, Richard Grunberger, Ariel.