Conversamos con Lichi Garland sobre su novela “Lo que me trajo la noche”
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El año 2016 dejó varios libros en la lista de novedades. Uno de ellos fue “Lo que me trajo la noche”, la ópera primera de Lichi Garland, psicóloga y periodista que ingresa así al mundo de la literatura. Conversamos con ella sobre este texto publicado por Lápix Editores, ya a la venta en las principales librerías de Lima.
-¿Cómo podría resumirnos el inicio su novela “Lo que me trajo la noche”?
Lourdes Burneo es una psicóloga dedicada a la enseñanza que tiene un problema en la vista. Este tema la remece no solo porque es un problema de salud, sino porque existe la posibilidad de que pierda un ojo. Esto hace que la protagonista se examine, cambie su rutina del día a día, y tenga otra perspectiva de las cosas.
-Lourdes es psicóloga como usted. ¿Hay más semejanzas entre la protagonista y usted?
Probablemente. El autor, o sea yo, me asomo entre las costuras del libro, e incluso en el mismo tejido, sin embargo, esta no es una novela autobiográfica.
-¿Se puede insertar su novela dentro del ámbito de la auto ficción, es decir, tomar algo propio y a partir de eso crear una historia?
No suelo usar ese término, pero si lo quieres asignar ahí, podría ser. Aunque si uno me pregunta ¿Esto te ha pasado a ti? No, no me ha pasado. Solo que hay un eco, una resonancia. En este caso, además de la investigación, he partido de cosas que tienen que ver con mi interés y conocimientos: la psicología, lo que sucede en la ciudad donde vivimos y también la presencia de un autor como Carl Jung, que habla del inconsciente colectivo.
-En el relato hay ciertas críticas hacia el trabajo de la prensa…
Con todo cariño, la prensa tiene esas cosas que, por ejemplo, ahora me tiene inmóvil cargando un micro. Pero es un formato que te va a servir para llegar a muchos lectores. Y sí, a la protagonista y a su pareja les molesta la banalidad, y creo que eso, a pesar de la diferencia de edades debe ser también una inquietud de los jóvenes. Me imagino que lo que ustedes tratan de hacer es lo mejor para realmente darle sentido a lo que producen. Porque no se trata solo de hacer escándalo y decir ‘así le gusta al lector y ya está. No pongo nada mío’. Asumo que tú y la videoreportera querrán poner algo en cada nota que hacen.
-¿Qué importancia tiene la familia de Lourdes en la historia?
La importancia que tienen los contactos humanos y lo que te dejan. Precisamente ella va a iniciar un romance a partir de su relación con un colega. Y allí es donde se va a ver un presente un poco más distante. No es que la familia sea un punto de partida. Ahora, la relación de Lourdes con su hija es bien interesante porque es una relación preocupada, donde la madre no impone, sino más bien dialoga, pide respeto y también que Daniela piense y sienita. Soy madre y es bien interesante cuando apuestas a una educación de ese tipo. Tus hijos tienen sus cerebros propios y ves cómo estos empiezan a brotar. No te molesta que no sean iguales a ti, sino que más bien te sorprende y te halaga.
-¿Qué suele leer usted?
Hay una autora increíble, que está citada en el libro. Se llama Carson McCullers, del sur de Estados Unidos. Hace poco he leído también a Rebecca Adler. Y, bueno, en Perú he leído a Jennifer Thorndike. Siempre estoy al tanto de las nuevas publicaciones. Pero también leo a Truman Capote, David Foster Wallace, John Updike, entre otros.
-Usted es psicóloga y periodista, pero ¿qué le da la literatura?
Creo que la literatura es la actividad que me absorbe más. Es un placer poder crear mi propio tiempo para ello. Tú le pones un formato a tu tiempo, o sea, ‘cada día escribiré esto…’. Y eso hice para escribir esta novela. Antes solo había escrito ensayos y textos académicos, pero me di cuenta que esta disciplina, que es muy difícil, te reporta mucha intensidad. Llega un momento en el que puedes pensar que el tiempo es otro, uno de tu propio trabajo, de tu imaginación. Eso siento al escribir.
-¿Está satisfecha con el resultado final de su novela? ¿Qué proyectos tiene a futuro?
No sé si estoy satisfecha pero al menos cumplí la ‘ley del cierre’: “qué bueno, logré acabar mi primera novela”. En ese sentido estoy tranquila, me siento bien. Quisiera seguir escribiendo y viendo qué más sale de esta actividad que me impuse como un trabajo, porque lo es, pero a la vez es una actividad que me da mucha tranquilidad y disfrute.