Reunited (and it feels so good)
Mano en el pecho, ojos cerrados. Lo admito: nunca le he tenido mucho cariño a la repostería. Por mi culpa, por mi gran culpa.
Ya, lo dije.
Me explicaré. No logro encontrar ese momento de relajo, de creatividad y de libertad que tanto disfruto al entrar a la cocina cuando se me imponen reglas y un orden preestablecido. Y si hay algo que hace que la repostería sea universal -que una misma receta funcione aquí como en Sri Lanka- es justamente eso. Uno debe ser exacto en las medidas, preciso en la ejecución, paciente con los tiempos. Nada de pensar “¿qué pasaría si en vez de batir las claras con azúcar prescindo de ella?” o “se me ocurre que el doble de mantequilla le vendría bien a estos brownies” o “¿qué tal si reemplazo la crema por leche?”. No, loquilla/o, no. No se puede. Más te vale tomar todo lo que tienes dispuesto sobre tu tablero, guardarlo en la refrigeradora o regalárselo a tu vecina. Lo siento, no juegas.
¡Sigue las instrucciones y triunfarás!
Claramente, la repostería y yo nos distanciamos. Yo, porque fui de esas niñas que salía del salón durante las clases a jugar en los columpios y entraba a colorear mis tareas en el recreo (*confesión: a una parte de mí se le dificulta seguir indicaciones rígidas) y ella -Repostería- porque detrás de su belleza existe estructura y equilibrio y por ende no nos llevábamos bien. Eso hasta hace poco.
Hay acontecimientos en la vida que merecen festejarse. Siendo sinceros, no hay símbolo culinario más ‘celebrativo’ que un buen postre. El deseo llegó a mí casi de manera inconsciente: debía hacer algo especial. Ha nacido mi primer sobrino -por asuntos de la distancia, no he podido estar con él- y esta es mi manera personal de festejarlo. Llámalo terapia.
La receta es una variación de un pie hecho famoso por la autora gastronómica -y reina del mundo- Nigella Lawson. Simple y delicioso (y no necesita horno; solo refrigeración). Aquí las instrucciones para esta versión:
Yo usé:
-8 paquetes personales de galletas de vainilla
-1/2 taza de mantequilla sin sal, derretida
-1 huevo
-2 paquetes de queso mascarpone (lo ideal es que cada uno tenga 250 gramos; no existe mucha variedad de opciones en el mercado, pero estos los encontré en Wong)
-1/4 taza de azúcar
-Chorro de limón
-Chorro de ron o pisco
-Frutas a elección para la decoración. También puedes prescindir de ellas y colocar abundante chocolate bitter en virutas (basta con rallar una barra con el pelador de papas) o chips. El chocolate funciona de maravilla con el mascarpone.
*Es muy importante que todos los ingredientes estén a temperatura de ambiente. Crucial, estimados nuevos-reposteros.
Cómo hacerlo:
-Primero, triturar las galletas hasta que se hagan polvo. Puedes usar el procesador de alimentos o hacerlo a la antigua: ponerlas en una bolsa y chancarlas con un mazo de cocina. Yo fui por lo segundo debido a la ausencia de procesador en mis dominios gastronómicos. Mezclar las galletas trituradas con la mantequilla derretida y colocarlas -con la mano- como base de un molde regular para pie (tal cual harían con un pie de limón, por ejemplo). Llevarlo a la refri.
-Segundo, tener dos bowls a la mano. En uno, mezclar enérgicamente la yema del huevo con el azúcar hasta que se haga una pasta de tono amarillo claro. En el otro, batir la clara hasta que esté consistente. Incorporar el mascarpone a la yema, mezclar muy bien, añadir el jugo de limón, el chorro de ron o pisco (no es necesario si prefieres no incluirlo) y, finalmente, la clara batida. Mover hasta que todo quede suave y sedoso. Verter sobre la base de galletas.
-Tercero, decorar. Yo usé frutos rojos -frambuesas, blueberries y fresas- porque era lo que me indicaba el antojo. Pero, valgan verdades, no suelen encontrarse a buen precio con frecuencia. Las fresas cortadas o enteras siempre son buena opción, lo mismo los duraznos al jugo o mango en láminas. No olvides mi sugerencia inicial de chocolate bitter. La idea aquí es sencilla: después de tanto orden, en la decoración comienza el juego. Deja el topping de tu elección tal cual está y evita utilizar capas de brillo, este postre no las necesita.
Refrigerar al menos 2 horas antes de consumir. Ideal que esté toda la noche.
Una vez terminado, tendrás algo como esto. Toma una foto -porque INSTAGRAM- y disfruta.
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