Las respuestas ocultas
Ocurre muchas veces que las decisiones que tomamos las concebimos desde premisas aparentemente ciertas. La mayoría de las veces disfrazamos de razón lo que es apenas interés egoísta ¿Existe la opción de una decisión sabia?
La sabiduría humana es una entelequia. Ni el cúmulo de libros de una descomunal biblioteca logrará alguna vez imprimir los cánones de la sabiduría en una mente humana. Razonar bien, acertar en una opción, caminar correctamente sin herir, sin consecuencias, son cuestiones que libramos a la buena de Dios.
Quizás en lo nimio sea fácil el cálculo y reducida la consecuencia, pero en los temas esenciales de la vida, ni las virtudes más excelsas ni la lucidez más serena nos dan garantía de obrar bien. Cuando la angustia de la respuesta correcta nos roe y nos socava, lo único cauto es no obrar. En la abstención, sin embargo, reside la cobardía y la pobreza de una vida sin riesgo.
Algunos se someten a la voluntad de Dios y dejan en manos de la providencia el impacto de una decisión cuyos desenlaces no logramos prever. Aunque no es el camino de la razón, hay ciertas sendas elevadas y misteriosas cuyos designios parecen obedecer a una sabiduría que jamás podremos desentrañar.