Cómo sobreviví al Templo de las Ratas en la India
Recuerdo que la primera vez que supe del Templo de las Ratas fue hace un par de años, cuando vi un artículo sobre un fotógrafo que había estado ahí y yo solo pensé dentro de mi cabeza: “¡Este hombre está demente!”. Pues mira, como años después otra demente iba a visitarlo para tratar de vencer sus miedos a los roedores.
Mi relación con las ratas siempre ha sido desagradable. Asumo que como cualquier mujer de este universo; si una rata, ratita o ratota osaba cruzarse por nuestro camino gritábamos, saltábamos, pataleábamos como si el pobre bicho se hubiese tirado encima con la boca abierta a punto de devorarnos, cuando la realidad, sinceramente, es que la pobre pasó rápidamente cruzando de alcantarilla en alcantarilla, sin darse cuenta de tu existencia, y obviamente, sin pretender ni acercarse a ti. Pero igual pues, nos da asco y no tenemos por qué ser ratas-friendly para ser más “machas”.
Resulta que cuando empecé mi viaje por el Sudeste Asiático, mi reacción al ver la primera rata en Bangkok fue igual que la descrita anteriormente. Grito, salto, pataleo, hasta que la persona que estaba caminando conmigo se alarmó pensando que alguien había pretendido robarme o algo por el estilo. Le dije: “¿Acaso no has visto esa rataaaaaza?” (la verdad es que no era taaaaan grandaza tampoco), y me respondió con un: “Estás en Bangkok, es normal, ¿no?”. Punto en contra para mí.
La segunda vez fue en Kampot, Cambodia, andábamos cenando con unas 5 chicas en una pizzería, cuando en pleno mordisco de la deliciosa al Funghi de una canadiense, ésta divisó una rata cruzando por medio del restaurante y entre gritos y trepada literal a la silla (todavía puedo recordar como hizo tremendo salto que quedo en pose de flor de loto misma clase de yoga encima en 2 segundos) llamó a la mesera para decirle que había una rata y que la mate, “¡Qué la maaaate, por favoooor!”. La sonriente y pacífica mesera, solo atino a reírse, decir: “Kill? No, no, no kill…”, y darse media vuelta; y tremendo punto en contra para nosotras, porque tuvimos que terminarnos nuestras pizzas bien calladitas. Ya después fue como una evolución natural en mi ser. Recuerdo una noche caminando por Hanoi, Vietnam que se me cruzaron literal unas 5 ratas, y yo pensé: “Bah! ¿Qué iba a hacer?”. Era de noche, era un callejón, era total territorio de ellas, así que la más perjudicada iba a salir yo si pretendía hacer algo.
Así que tras estas previas experiencias, y estar ojeando una web en este viaje por la India, volví a leer sobre Karni Mata, el Templo de las Ratas y dije: “¿Por qué no?”.
Si algo tiene una experiencia como esta, es que es curiosa, y creo que atreverte a hacerlas son parte de la aventura. Además, existe todo un contexto religioso-social interesante atrás que me daba vueltas por la mente. Fuera de ser un espacio lleno de ratas… era un Templo sagrado DEDICADO a las ratas…. ¿Por qué razón los indios venerarían a las ratas?, ¿qué habría ocasionado que en este templo se juntasen tantos roedores?, ¿cuál es la leyenda sobre el origen de este templo?
Yo es que soy muy curiosa, y poder intentar entender este tipo de cosas me parece interesantísimo. Siempre trato de conversar con locales y preguntarles todo, todito lo que puedo para escuchar sus puntos de vista, y no solo quedarme con lo que pienso o leo.
Les cuento entonces un poco sobre lo que aprendí de este curioso templo y la experiencia que me tocó vivir allí.
Dice la leyenda que en el siglo 14, Karni Mata quien era la reencarnación de Durga, le pide a Yama, el Dios de la Reencarnación, que resucite al hijo de unos amigos muy cercanos que eran narradores. Yama se niega, por lo cual Karni Mata revive al niño como una rata, pero no sólo a él, sino también a todos los narradores.
Desde entonces, el templo de Karni Mata, ha sido considerado un gran centro de peregrinación, donde los fieles van a orar, a rendir ofrendas a las ratas y ¡hasta celebran bodas! Y de eso último les contaré después, ya que pude presenciar un matrimonio indio, literalmente, entre ratas.
Llegué al Templo Karni Mata, y lo primero que te piden es que te descalces, ya que no se puede entrar sin zapatos. ¡Si ya estaba nerviosa, imagínense tener que lidiar con esto descalza! En fin, me armé de valor y entré.
Mi mirada no se despegaba del suelo para tratar de evitar cruzarme con alguna ratita. Al principio ingresas como a cualquier típico templo hindú, hasta que en una esquina divisé un grupo de juguetones ratones.
Ese debe ser el lugar donde todo el mundo se asusta, porque ahí es donde pegábamos un grito y tratábamos de abrazarnos a la persona del costado.
Yo caminaba en cuclillas para que, por favorcito, ni se les ocurra tocarme, pero poco a poco cuando ya vas ingresando al patio principal, te empiezas a tranquilizar, al ver a la gente tan campante conviviendo con ellas.
Vi a una señora orando en el patio y su nieta estaba cerca y le fui a conversar.
Me dicen que ellos son de un pueblo cercano, y que son muy devotos a este Templo. Le trataba de cuestionar porque precisamente a ratas, y me decía, muy seria y convincente, que estas son sagradas y por eso ellas les tienen mucho respeto.
También puedes ver a familias enteras, y niños que tienen menos miedo que yo cuando las tienen cerca.
Algunas personas no dudan en acercarse mucho a ellas y tocarlas (ahí sí que no me atrevo).
Había gente conversando, leyendo el periódico, ahí mismo, como si no se inmutaran de lo que les rodeaba.
Justo andábamos con un grupo de francesas y españolas tomando fotos cuando de pronto vimos entrar a un grupo grande de gente muy elegante. Un señor por ahí no pasó la voz y nos dijo que se iban a casar. ¡Esto no podíamos perdérnoslo!
Entre nosotras cuchicheábamos, tratábamos de entender por qué precisamente habían elegido este lugar, y parece que es algo muy típico para los vecinos, porque de esta forma tienen las bendiciones de Karni Mata a quien tanto veneran.
Vimos como ingresaban a una sala interior, los novios adelante y un grupo más de personas atrás. Posteriormente, llegaron como a un montículo superior y se arrodillaron para recibir la bendición. Les juro que vi pasar un par de ratas alrededor de ellos, en plena ceremonia, y tan campantes…
Luego de recibirse como esposo y esposa, el velo de ella es atado a una especie de objeto que él lleva en las manos, caminaron por todo el Templo y después se iban a celebrar con todos los invitados a una gran comida.
Una vez se fue la nueva pareja de esposos, seguí recorriendo el Templo.
Había como una sala central, a la que sí me dio más miedo entrar ya que tenía un fuerte olor y habían más ratas corriendo alrededor.
Pasado el miedo me encuentro con estas dos chicas colombianas que se habían pintado como ratitas, y cuando quise tomarles una foto me dijeron: “¡Nooo, tú también únete a nosotras!”, y aquí me tienen, cambiando el miedo, por unas risas entre ratas.
Creo que la experiencia fue curiosa, y si estás cerca de Bikaner no deberías perdértela.
Justamente de las cosas más atractivas que rescato de India es como la religión juega un rol tan importante para ellos, y mientras más aprendamos y experimentemos, más podremos comprenderlo.
Datos útiles:
El Karni Mata o Templo de las Ratas, se encuentra en Deshnok, una pequeña localidad a 30kms al sur de Bikaner.
Para poder llegar tienes diferentes opciones:
- Si vienes, por ejemplo de más al Sur, como Jodhpur o Jaizalmer en tren, puedes bajar en Deshnok, que es 2 paradas antes que Bikaner. Yo justamente había elegido esta opción, pero si leíste mi post de ese momento, literalmente, no me fue posible bajar en esa estación, pero bueno, en principio no debería haber problema.
- Si vas desde Bikaner, que suele ser la opción más común, puedes ir en tren o bus.
- Tren: Desde la Estación de Tren hay 7 trenes diarios que pasan por Deshnok, demora 30 minutos y te cuesta entre 80 y 190 rupias rupias.
- ¿Ventajas?: La estación queda a pocos metros del Templo.
- ¿Desventajas?: Los trenes en India usualmente se retrasan, por lo que posiblemente para hacer un recorrido de media hora, posiblemente tengas que esperar una hora, entonces no sale muy conveniente.
Bus: Yo fui en esta opción. Agarré el bus en la avenida principal donde estaba mi guesthouse (salen también desde la estación de buses, o si no puedes preguntar a cualquier persona por donde pasan los buses para Deshnok), demoré 40 minutos y me costó 20 rupias. El bus te deja a unos 10 minutos caminando del templo, y para el regreso, lo agarras literalmente en una paralela del templo, así que muy bien. Eso sí, como ya comenté alguna vez, y al ser un bus local, por muy mujer que seas o cargada que vayas, no pretendas que un solo hombre se pare de su asiento para cedértelo. Aquí es algo que simplemente no sucede.
Entrada: La entrada es gratis pero si entras con cámara de fotos tienes que pagar 20 rupias y si vas a grabar video 50 rupias. Sinceramente con que pagues el primer fee más que suficiente.
- Antes de entrar va a haber un lugar donde dejar tus zapatos, ya que como es un templo sagrado, hay que entrar descalzo. (Sí, justamente en este es al que menos quieres entrar descalzo, yo se…). Puedes entrar con medias/calcetines, pero recuerdo que en la puerta estaban regando y limpiando a cada rato, y tienes que cruzar por ahí. Descalzo era un poco desagradable, pero creo que con calcetines/medias, después al quedarte todo pegoteado, sería un poco peor, ¿no? (Leí después que también te pueden dar una especie de pantuflas).
¡Ah! Cuando salí y fui a recoger mis zapatillas, el señor me hizo una seña con la mano como para que le pague o de su propina. Cuando llegué había un cartel bieeeen grandecito que decía que era FREE, así que simplemente se lo señalé y me fui. ¡Qué no vayan a abusar porque eres turista!