Veinte años del Perú en la Antártida
Este año, en enero, se cumplieron 20 años de presencia peruana en la Antártida. Hoy publicamos un especial en el que tratamos de resumir lo que ha sucedido en ese lapso de tiempo. Hace dos años, en enero del 2006, tuve la suerte de viajar hasta allá y conocer la base. Realmente es una experiencia muy interesante. Si quieres conocer más sobre este tema, ver algunas fotos de la expedición de este año y un video para conocer la base peruana, sigue leyendo.
Pese a que todo el viaje duró unos cuantos días, mi presencia en la Antártida fue fugaz. Tuve la suerte de ser incluido en una delegación oficial que iba a supervisar las acciones de la expedición científica Antar XVI. Viajamos por avión de Lima a Santiago de Chile y de allí a Punta Arenas, la localidad más austral del vecino país del sur. Estar en Punta Arenas también fue una experiencia inolvidable: no anochece sino hasta pasadas las 11 de la noche y estás muy cerca del famoso Estrecho de Magallanes.
De Punta Arenas partimos hacia la Antártida en un avión Hércules de la Fuerza Aérea Chilena. El viaje es muy difícil y dura unas tres horas. La base peruana (así como muchas de las existentes) realmente no están en la Antártida continental, sino en las islas que están muy cercanas a la península antártica.
La base peruana se encuentra en la isla Rey Jorge. El avión llegó a la estación chilena Eduardo Frei (casi todos llegan a la Antártida por allí). La base chilena es muy grande. Además de los módulos de vivienda, experientación y para la alimentación, cuenta con gimnasios, un módulo para ver películas tipo cine y demás. Y es que la estación chilena funciona todo el año y hay gente que se queda ahí hasta por doce meses. Es como una pequeña ciudad en medio de la nada.
Abordamos unos botes zodiac y navegamos unos minutos hasta llegar al BIC Humboldt. De allí, fueron tres horas de navegación hasta llegar a la base peruana.
Lo que me impresionó desde que llegamos fue el silencio. Se nota que es un lugar en donde la presencia del hombre es mínima. Realmente se puede “escuchar” la naturaleza (fíjense en el video que les dejo más abajo, hay una parte en donde solo está el sonido ambiental y no se escucha casi nada).
Al llegar a la base peruana, lo primero que hicimos fue ver todas las instalaciones y empezar a caminar por los alrededores. El tiempo fue muy bueno con nosotros, no corría casi nada de aire. Conocimos los nuevos módulos que estaban construyendo, así como los ya existentes para proveer de electricidad a la base, el módulo de emergencia, entre otros.
Vimos muchos pingüinos, lobos marinos y escúas (unas aves del color de las piedras del suelo, que tienen un pico muy duro que usan para picotear a sus enemigos cuando sienten amenazados sus nidos). Esos son los animales que más abundan en la zona.
Tuve la oportunidad de conversar con algunos científicos de la base y me hablaron sobre los trabajos que estaban haciendo: mediciones atmosféricas, variaciones en la marea, estudio de las especies del fondo marino y, por supuesto, evaluación del recurso krill.
Luego de caminar, regresamos a la base. Nos esperaba una rica cena que nos hizo sentir muy cerca de casa, pese a los 5.700 kilómetros de distancia. La cena terminó pasadas las 11 de la noche y tal como sucedió en Punta Arenas, el cielo no terminaba de oscurecer.
Muy cerca de la 1 de la mañana emprendimos el viaje de retorno hacia el Humboldt. Pese a que todo estaba listo para pasar la noche en la estación, los especialistas prefirieron que regresáramos al buque porque en la Antártida el tiempo es impredecible y querían evitar complicaciones. Regresamos y a la mañana siguiente, muy temprano, iniciamos el camino de vuelta a casa. Si duda fue una experiencia inolvidable.
Aquí les dejo un video con algunas cosas que grabé en ese viaje:
Aquí les dejo algunos enlaces que pueden ser de interés:
Además, unos videos que se grabaron para el programa Tiempo de Viaje en la misma travesía:
Bruno Ortiz B.