Expertos revolucionan la construcción con material de papel reciclado y lana
Residuos de papel que irían a parar a la basura; lana que terminaría por convertirse en una prenda de vestir. Ambos materiales, hoy en día, son los protagonistas de la construcción innovadora. En la Escuela Politécnica Superior de Linares (EPSL) de la Universidad de Jaén, en España, han inventado unos prototipos de ladrillos hechos con los residuos de celulosa que resultan de la fabricación de papel y los lodos que generan sus aguas residuales. Si quieres saber más sobre este interesante tema, sigue leyendo esta nota de Sofía Carrillo.
“La principal ventaja es el ahorro en material de aislamiento que ya no se necesitaría incorporar en la edificación, pues este componente tiene la capacidad de actuar como aislante térmico”, comenta a El Comercio Teresa Cotes, investigadora de la EPSL.
Los residuos fueron unidos a la arcilla -elemento base para la elaboración de material de construcción- y se les dio forma mediante los procesos de extrusión y prensado en máquinas (una forma de elaborar ladrillos a presión).
La fabricación de estos ladrillos implicaría un ahorro energético y de materias primas. Sin embargo, para comercializar el producto, es preciso que continúe la investigación. “Debemos encontrar la forma de asegurar su resistencia en edificaciones de gran tamaño”, afirma a este Diario la científica del EPSL Carmen Martínez, coautora de esta creación.
Así como el papel reciclado, la lana también es un insumo alternativo, más amistoso con la naturaleza y que contribuye a obtener construcciones más sólidas. Esto fue comprobado por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura (ETSA) de la Universidad de Sevilla, que elaboró los primeros prototipos de ladrillos con lana.
“Estas fibras mejoran la resistencia de los ladrillos a la compresión, minimizan las fisuras y deformaciones por contracción, reducen el tiempo de secado, y aumentan su resistencia a los esfuerzos de flexión”, comenta a El Comercio el líder del proyecto, el profesor Carlos Rivera, del Departamento de Construcciones Arquitectónicas I de la ETSA.
Según el experto, se escogió la lana porque es un elemento más sostenible y no tóxico. Es más resistente y durable que otras fibras vegetales como el sisal, yute o cáñamo. Además, su procesamiento previo implica menos manipulación, por lo que el costo de producción sería menor, en comparación con los otros filamentos antes mencionados.
“La producción de materiales de construcción a base de suelo arcilloso estabilizado con polímeros naturales y armado con fibras de lana no pertenece a la ciencia ficción. En algunos años, podremos utilizarlos”, asegura Rivera.
Continúa la innovación
Los cambios que se están buscando introducir en el campo de la construcción no solo son en la elaboración de ladrillos, sino también del cemento.
El Departamento de Minerología y Petrología de la Universidad de Granada, en conjunto con la empresa Trenzametal, creó a principios de este año un aditivo cementante llamado Geosilex. Este se obtiene a partir de un residuo de la industria siderúrgica altamente contaminante: el hidróxido de calcio.
La novedad de este insumo para generar cemento es su poder de captar el dióxido de carbono de la atmósfera mediante una reacción química con el aire. Utilizando un material como este no solo se asegura la fortaleza de la construcción, sino que se recicla de tal forma el aire que genera un ambiente más puro.
Los desafíos de resistencia y rigidez que plantea la construcción del siglo XXI impulsan hoy en día a la innovación con materiales que resulten ser más ecológicos y, a la vez, más funcionales.
RELEVANCIA NACIONAL
En el Perú
En octubre del 2012 se llevó a cabo en Lima el 28 Congreso Interamericano de la Construcción, organizado por la Federación Interamericana de la Industria de la Construcción.
Paredes verdes cubiertas de vida
En los últimos años, se ha investigado acerca de cómo mejorar las estructuras de los edificios que, aunque invisibles, son de suma importancia. Sin embargo, la conciencia ambiental también se ha pensado para los exteriores.
Expertos de la Universidad de Cataluña (España) han diseñado un hormigón biológico de tres capas que permite el crecimiento de microalgas, hongos, líquenes y musgos (en menos de un año) en las fachadas de las casas. Este hormigón está hecho a base de dos tipos de cemento: Portland y de fosfato de magnesio.
Tiene una capa estructural y otras tres: de impermeabilización, que protege del paso del agua para que la capa estructural no se deteriore; la capa biológica, que acumula el agua y facilita el desarrollo de organismos biológicos en la zona; y la de revestimiento, que capta el agua de la lluvia y la redirige a la capa anterior, donde crecen las microalgas y los líquenes.
Este hormigón tiene la capacidad de absorber y, por lo tanto, reducir el CO2 de la atmósfera, gracias al recubrimiento biológico. Además, puede captar la radiación solar, lo que permite regular la conductividad térmica en el interior de los edificios y mantenerlos a cálidas temperaturas.
Por otro lado, la Universidad de Sevilla ha creado un método más rústico: el ajardinamiento vertical. Estos jardines empotrados en la pared o como revestimiento de fachadas y techos mejoran la calidad del aire, regulan la temperatura y amortiguan el ruido. Con ello se evita lo que ellos llaman el “síndrome del edificio enfermo”.