Nunca dejemos de mirar al espacio
El jueves 11 de febrero del 2016 fue un día muy importante en la historia de la ciencia mundial. Un grupo de científicos estadounidenses confirmó –nada menos que un siglo después- la predicción hecha por Albert Einstein sobre la existencia de ondas gravitacionales en el universo.
Si llegaste hasta aquí, es probable que sigas preguntándote cuál es la verdadera trascendencia de este hallazgo. La respuesta es tan simple como compleja: desde ahora será posible saber qué pasa, por ejemplo, en zonas del universo en las que no se podía ver nada, como en un agujero negro. Si antes podíamos ver solo hasta determinado punto del universo, ahora podremos llegar un poco más allá.
Confieso que estas noticias relacionadas con la investigación espacial me encandilan, pero a la vez me aturden. Vivimos en la Tierra, donde estamos más familiarizados con las unidades de medidas para la distancia, el tiempo y el espacio. Es por ello que cuando escuchamos hablar de un año luz inevitablemente pensemos en una medida de tiempo, cuando realmente hace referencia a distancia. Y quizás también sea la razón por la que es a vece, complicado entender que la investigación espacial no solo se hace observando las ondas de luz visibles (imágenes) sino también analizando ondas de radio captadas con esas gigantescas antenas parabólicas llamadas radiotelescopios.
Aunque es innegable que la situación política, económica y social del país será siempre de interés e importancia, debemos hacer un esfuerzo y comprender que las noticias científicas (y particularmente las del espacio) son también importantes. Hasta ahora solo conocemos el 5% del universo y tras este hallazgo el conocimiento se ampliará exponencialmente. Pero además, permitirá acercarnos a saber qué causó ese big bang que dio origen al universo como lo conocemos hace más de 13.700 millones de años.