La finalidad del slow home es crear espacios que transmitan calma y tranquilidad a los habitantes de estos hogares que procuran el equilibrio. Más que una tendencia, el Slow es un movimiento que abarca muchos aspectos de la vida, incluyendo la decoración y arquitectura. Una casa slow tiene como objetivo lograr ambientes para sentirse bien por dentro y por fuera.
Los arquitectos estadounidenses John Brown, Matthew North y Carina Van Olm empezaron a impulsar este tipo de viviendas en el 2006, como respuesta a las prácticas de diseño en la industria de la vivienda masiva.
-¿Cómo conseguirlo?-
Lo básico en una casa slow es emplear tonos neutros y no atiborrar los ambientes con accesorios, para así disfrutar de cada pieza al máximo. Se priorizan los materiales naturales, como la madera, piedra, cerámica y mármol, para que los espacios no afecten y sean solo de confort.
Esta tendencia apuesta por el uso de materiales ecológicos. Asimismo, se prioriza el uso de pinturas ecoamigables y muebles de madera certificada, bambú o reutilizada; incluso muebles con cartón kraft, que tiene gran resistencia al peso.
-El poder de los detalles-
Las plantas son básicas en interiores porque simbolizan lo saludable y aportan calidez. También son fundamentales las piezas con valor sentimental, porque hacen que el espacio se sienta más acogedor. Lo primordial es la libre circulación y el orden, por eso incluye piezas de almacenaje que oculten los objetos.
Si hablamos de la arquitectura, el slow home busca estancias que se mimeticen con su entorno y que permitan una buena ventilación y el paso adecuado de la luz solar, porque la clave es aprovechar las fuentes naturales.