Si existe un material popular en la actualidad, ese el acero inoxidable. La cocina, bandejas, bases de muebles, cubiertos y los electrodomésticos son algunos de los componentes que se fabrican con esta aleación de alta durabilidad.
Brillante y resistente, el acero requiere un mantenimiento regular para que no se torne oscuro y se oxide. Existen diferentes limpiadores que se pueden utilizar, desde los más abrasivos hasta los naturales, según el estado del equipo.
A continuación, una sencilla guía para tratar el acero inoxidable:
1. Quita el polvo. Es la primera tarea, y una que facilita el resto. Con un paño de algodón retira la capa de polvo que se haya acumulado.
2. Soluciones. Para limpiar superficies de acero inoxidable lo ideal es hacerlo con líquidos –con la excepción del cloro–, en vez de detergentes en polvo porque pueden rayar el metal. Agua tibia, algunas gotas de limpiador y una medida de bicarbonato de sodio es la mezcla base.
3. Uso de esponjas. Deben ser suaves, ni de malla sintética y o metal. Sumérgela en la solución jabonosa y frota todo el acero inoxidable con movimientos lineales para eliminar la suciedad y grasa. La campana de la cocina, el horno, las áreas de salpicadura y las patas de sillas son los más difíciles.
4. Secado. Con un paño retira completamente el agua y seca la superficie. Es importante que no queden restos de agua que se puedan convertir en manchas.
5. Efecto luminoso. En este punto puedes optar por algún producto industrial o por el aceite de oliva o de bebé. Vierte una pequeña cantidad en un paño y pule enérgicamente –algo que lleva su tiempo–. Ajusta la cantidad para que no quede resbaladizo sino brillante.