Boca Juniors busca volver a una final de Copa Libertadores. Primero deberá dejar en el camino a Palmeiras, equipo al que aventaja por dos goles. (Foto: AP)
Boca Juniors busca volver a una final de Copa Libertadores. Primero deberá dejar en el camino a Palmeiras, equipo al que aventaja por dos goles. (Foto: AP)
Ricardo Montoya

Agradece el fútbol. Los partidos de ida de las semifinales de la han sintonizado en el campo con la música generada fuera de él. Dos equipos argentinos frente a dos brasileños garantizaban, de antemano, la cuota de pasión necesaria que se genera cuando se pone en juego la supremacía continental. Si a esa rivalidad se le aliña, además, con las capacidades técnicas de los unos y los otros, y se les suma los seis títulos de Boca, los tres de Gremio, los tres de River y el de Palmeiras en el 99, es muy probable que los intérpretes afinen sus voces a la hora del concierto. Ese fue el caso. Los partidos respondieron a las expectativas con un par de batallas dignas de la historia del torneo.

Primero, el Gremio. Renato Portaluppi, director técnico de los de Porto Alegre, correspondió a sus antecedentes de victimario de los argentinos con un triunfo en el intimidante Monumental de Núñez. El entrenador gaúcho había superado en seis llaves distintas a escuadras platenses dirigiendo a diferentes planteles. Esta vez, como para no perder la costumbre, volvió a pegar primero. Olvidó rápido que no contaba ni con Luan ni con Everton, sus mejores referentes, para afrontar su visita a Buenos Aires llevando un planteamiento militar cumplido a rajatabla por sus dirigidos. Le regaló la pelota a River, pero lejos de su arco, y jugó de contra, confiado en que iban a tener una. Y esa una fue gol con la cabeza de Michael.

Portaluppi ha experimentado una metamorfosis notoria en su tránsito de futbolista a estratega. Quedan pocos vestigios del tipo de medias caídas, hábil pero poco propenso al trabajo. El de hoy es un hombre que cree en la solidaridad, el sacrificio y la efectividad de las oportunidades para superar a sus antagonistas. Frente a River, el vigente campeón de América enhebró una telaraña de la que los talentosos jugadores millonarios, como Quintero o Scocco, no supieron librarse. La llave está, todavía, lejos de estar resuelta, sobre todo si este River, que estuvo maniatado y por debajo de su nivel, se asocia como acostumbra hacerlo. Si es que el napoleónico Gallardo despercude a los suyos del marasmo del otro día, su equipo está en condiciones de corporizar una epopeya en Brasil.

Segundo, Boca. Por largos momentos del encuentro la segunda semifinal guardó semejanzas con la primera. La escuadra local buscando infructuosamente que dañar la retaguardia visitante, y Palmeiras, ordenado y sin mayores sobresaltos, sosteniendo el resultado. En fase de grupos ya se habían enfrentado en la Bombonera. Y los paulistas, con justicia, habían doblegado a un Boca desequilibrado por 2 a 0. Pero esta vez, el trámite apuntaba al 0-0 y a una posterior ola de críticas al ‘Mellizo’ Barros Schelotto por haber dejado fuera de este encuentro trascendental a Tevez, Zárate, Gago y Benedetto. Palmeiras, entre tanto, se recostaba en la seguridad de Weverton y en la omnipresencia del histórico Felipe Melo para asegurar el score mientras pasaban los minutos.

Sobre el final, faltando 15’ para el término, Schelotto acierta al sustituir a un irreconocible ‘Wanchope’ Ávila por un picante Benedetto. La apuesta pagó altos dividendos. Melo, de muy buen partido hasta entonces, comete una falta innecesaria cerca de su propia área, en el minuto 81. Esa infracción fue determinante porque devendría en el tiro libre que luego significaría el córner con el que el iluminado delantero boquense, con salto infernal y fuera de contexto, abriría el marcador. Luego, con el 1-0 puesto y la confianza inflada, el mismo ‘Pipa’ se encargaría con un cañonazo histérico de alargar la diferencia a un par de minutos del cierre. Resultado largo para un partido tan cerrado. La ventaja de tener un plantel tan rico en calidad socorrió a Boca. Palmeiras será difícil en la vuelta, pero es complicado que un equipo con el oficio xeneize desaproveche esta ventaja.
De momento, tablas. Uno para cada uno, en estos dos típicos partidos de Copa. En una semana conoceremos si los que perdieron pudieron consumar alguna hazaña. Falta muy poco para conocer a los finalistas de un torneo que no tiene nada que envidiarle a la Champions.

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