vivió el partido del ante Deportivo La Coruña como un aficionado más desde el palco del Santiago Bernabéu. El crack portugués no formó parte del equipo por decisión técnica.

Entonces, decidió observar todo el encuentro desde un sitio privilegiado en compañía de su hijo y pareja. Sus reacciones fueron captadas por las cámaras televisivas. Pasó de la alegría a la cólera. De la cólera a la frustración y así hasta llegar a la euforia.

Cuando Álvaro Morata abrió el marcador, Cristiano Ronaldo aplaudió sin cesar. Pero, cuando Depor igualó el resultado, el luso se paró de su asiento con mucha cólera. Luego, se volvió a sentar y realizó un ademán con la mano como si estuviera maldiciendo a alguien.

Cuando Joselú revirtió el score ante Real Madrid, Cristiano Ronaldo ni se inmutó. Quedó perplejo. Sorprendido. De repente, su carácter cambió cuando Mariano Díaz decretó la igualdad. El nacido en Madeira se puso de pie, alzó los brazos y gritó con toda su alma el gol.

El tiempo se reducía. El partido podía acabar en paridad. Cristiano miraba su reloj. Mordía sus labios y visualizaba con angustia el marcador. La ansiedad lo mataba, así que tomaba la baranda de su sitio para relajarse. 

Esa preocupación desapareció precisamente en el minuto 92 luego del testarazo de Sergio Ramos. El madridista se levantó de su asiento con las manos en alto. Después, se comenzó a reír al saber que Ramos, una vez más, le dio vida a los suyos en tiempos de descuento.

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