“¿Cuál es la capacidad de Lemos o Affonso de convertirse en ídolos de un club susceptible de ser ocupado por fanáticos religiosos? ¿Dónde encontrará motivación Denis para marcar goles que serán coreados en una tribuna ajena?” (Foto: USI)
“¿Cuál es la capacidad de Lemos o Affonso de convertirse en ídolos de un club susceptible de ser ocupado por fanáticos religiosos? ¿Dónde encontrará motivación Denis para marcar goles que serán coreados en una tribuna ajena?” (Foto: USI)
Jerónimo Pimentel

Alianza Lima sufrió la invasión nocturna de una secta evangélica que obligó a que, horas después, los barristas repelan con violencia el allanamiento. La administración temporal realizó una argumentación un tanto confusa acerca de la posesión de los terrenos: fueron donados por Velasco hace más de 40 años, pero jamás fueron inscritos en Registros Públicos. Una semana después, el partido entre Alianza y Cristal tuvo que ser suspendido a los 65’ por violencia en las afueras del estadio Alejandro Villanueva. Finalmente, el viernes pasado la Comisión de Licencias de la Federación Peruana de Fútbol sancionó al club victoriano con el cierre temporal de Matute por la pésima condición del gramado.


En la orilla de Universitario, hace unos meses un grupo de hinchas –comandado, entre otros, por Aldo Miyashiro– pidió una reunión con Gremco para negociar la deuda, pero la empresa rechazó el envite. Algunos socios, en paralelo, solicitaron pericias contables para intentar demostrar que la deuda con la constructora ya está saldada y que, incluso, esta debe dinero a Universitario. Los acreedores, uno de ellos la Sunat, se vieron envueltos en críticas mutuas y rumores perversos. Uno de ellos sostenía que si el club descendía de categoría, el club se iría a liquidar.


Parte de la opinión pública empezó a ver que estas amenazas dejaban ver conflictos de intereses entre los activos institucionales (Campo Mar, el Lolo) y el deseo de rematarlos. Solo días después de esta polémica, la Comisión de Licencias de la Federación Peruana de Fútbol sancionó a los cremas con el cierre temporal del Monumental por la pésima condición del gramado.


Que ninguno de los clubes sobre los que se ha construido la historia del fútbol peruano posea autonomía dirigencial, seguridad jurídica sobre sus instalaciones y ni siquiera una cancha de fútbol decente sobre la cual jugar sus partidos de local constituye un cuadro terminal. Sobre esta precariedad es imposible sacar del bolsillo las buenas intenciones de siempre: trabajo de menores, planificación, largo plazo, estilo de juego, etc.


No existe un piso mínimo para ocuparse del hecho deportivo. El fútbol no es un objetivo, es solo un medio para amortizar deudas y calmar a los hinchas, ya sea con victorias o con el premio consuelo de la permanencia. Haría bien a los periodistas deportivos tener especializaciones en derecho civil o tributario.


¿Cuál es la capacidad de Lemos o Affonso de convertirse en ídolos de un club susceptible de ser ocupado por fanáticos religiosos? ¿Dónde encontrará motivación Denis para marcar goles que serán coreados en una tribuna ajena? El fútbol peruano, hoy, es un avión que tiene dos motores apagados. Ya sabemos cómo acaban estas historias.

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