Universitario de Deportes: las razones de un equipo 'terrible'

Este no es solo un equipo. Es el equipo de Roberto Chale, Universitario de Deportes. Y estas son las conclusiones de su momento, líder del Torneo Apertura. 

El factor Chale

Cuando lo convenció de volver a dirigir, Germán Leguía tuvo que enfrentarse al 90% de la crítica, que discutía la presencia de Roberto Chale básicamente por una razón: ya no entrena. El plan inicial era tenerlo como líder de grupo y rodearlo de un comando técnico con el que distribuya las funciones con el equipo y así resultó: los últimos seis meses del 2015, Chale vigilaba los trabajos de Pajuelo y Fontes y lideraba la charla técnica, más emotiva que caótica, más de arenga que táctica. “Yo soy el responsable de todo, pero no todas son mis funciones”, le dijo entonces a El Comercio. El plan fue el correcto. En verano del 2016 hubo que animarlo a seguir en el cargo –su operación pendiente, los años, los viajes- pero Chale aceptó con esta única condición: que nadie polarice su trabajo. Que tenga absoluta libertad. Chale dijo que la ‘U’ iba a ser un equipo ofensivo, que así le gusta el fútbol, y la ‘U’ lo es: completa 21 goles y es el más ofensivo del Apertura. Chale dijo que la ‘U’ iba a tener una propuesta similar de local o de visita y así fue: es el que más ganó (6), viajó a Ayacucho y ganó, visitó a Municipal y a Alianza y también ganó. Chale dijo que antes que un equipo de once, prefería armar un grupo, en el que “es importante Guti, que juega poco, Braynner, que todo el mundo critica o Ruidíaz, que es nuestro ‘9’” y así es: el partido más difícil de esta primera parte, el 2-1 sobre Alianza Lima, sus jugadores jugaron, se cambiaron, y una hora después fueron a la clínica Limatambo donde está internado para dedicarle el triunfo.

Polémico por sus maneras y algunos excesos con la prensa, Roberto Chale es un entrenador ideal para este momento de la ‘U’, es decir, para este plantel que ya tiene dos años de formado y que solo necesitaba ordenarse mejor, pensar mejor, creer mejor. En los pies. Y en la cabeza.

El vestuario

La decisión se tomó hace unos días: “Pensemos mucho cuando declaramos. Y si estamos con la cabeza caliente, mejor no lo hacemos”. Fue un acuerdo que inició el comando técnico –Chale, Carranza, Maldonado y el PF Vásquez- y que fue muy bien recibido en un plantel que, luego de un mes de pretemporada y 10 fechas del Apertura, ya había tomado otras decisiones silenciosas: romper con los incómodos ‘grupitos’, por ejemplo. Es real que tras las salidas de José Carvallo y Toño Gonzales, el grupo empezó la pretemporada muy sensible y si bien respetaban las decisiones de la administración, entendían que algo más se pudo hacer. Era natural ver en Campo Mar la división: el grupo de los ‘consagrados’ por un lado, los ‘extranjeros’ por otro y los ‘nuevos’, finalmente, esperando una solución rápida. Los primeros triunfos ayudaron a descomprimir el clima. También algunas coyunturas: la lesión de Raúl Fernández oxigenó un puesto rodeado de polémica –el famoso 2x2 que instaló Luis Fernando Suárez con Superman y Carvallo- y permitió que Carlos Cáceda, es decir, uno de los aspirantes, se muestre, tome confianza y acabe con los rumores por su parentesco con el Puma Carranza. Hoy nadie discute su titularidad, ni el mismo Fernández: “Cáceda se entrena como yo cuando era juvenil. Merece su puesto”, dijo hace unos días. El discurso de Chale había surtido efecto: todos se sentían importantes. El beso que le da cada jugador crema a Chale tras un partido, que los espera en la puerta del vestuario, cierra una definición que no se podía decir hace mucho tiempo en la ‘U’: es, por fin, un grupo con un líder.

Los entrenamientos en Campo Mar

Si el Monumental significa problemas, Campo Mar es todo lo contrario. Es la posibilidad de alejarse de Lima, de los curiosos, de las cámaras indiscretas y la posibilidad de conocer la propuesta de Chale y trabajarla en silencio. Con las mejoras de la sede de playa crema -bungalows, aire acondicionado, comedores, etc- el comando técnico tomó la decisión de entrenar todas las semanas ahí. Doble turno. Trabajos paralelos con la reserva. El resultado fue positivo: un grupo sólido, con mayor espacio para discutir sus diferencias y, claro, arreglarlas. Ahí, por ejemplo, se tomó la decisión de ir para adelante pese a las salidas de Gonzales y Carvallo. Ahí, también, los jugadores acordaron una tregua con los administradores solo para pensar en el Apertura. Ahí, también, volvieron los selfies, esa manera de retratar al grupo en momentos clave, cábala en el campeonato 2013. Y ahí Chale y compañía trabajaron a solas con Andy Polo y Edison Flores para recuperar su mejor estado físico y liderar la ofensiva crema por las bandas. Hoy la ‘U’ es un equipo con juego interior, velocidad, agresivo y muy disciplinado en defensa, producto de los horarios de trabajo programados en la sede de playa. Ese tren al sur fue, como tantas otras decisiones, una buena noticia para esta 'U' líder. Que sueña. Que necesita mejorar para la Sudamericana. Que cree.

Los refuerzos

Funcionaron. Todos. Lo de Guastavino se conocía y aunque el mal rumor –Chale no lo pidió- saltó a finales de noviembre, cuando la ‘U’ todavía se jugaba el título del Clausura, fue una charla entre el uruguayo y Chale la que aclaró cualquier malentendido: “Yo te quiero en mi equipo”, le dijo el técnico y fin de la historia. El mediapunta campeón 2013 respondió con actuaciones 8 puntos -promedio de DT- y 7 goles, algunos de ellos golazos –a Aurich, a Sullana-. El once de la ‘U’ se recita solo si está Guastavino. De los refuerzos locales, Trauco y Balbín llegaron por decisión de Chemo del Solar en una de sus últimas gestiones como asesor del club y fueron un acierto: Trauco resolvió la crisis del lateral izquierdo y trepó tanto que es posible su presencia en la Copa América Centenario –defiende, juega, es hincha y no centra, da pases gol- y Balbín, que acabó con la discusión sobre si Vargas o Romero deben ser cabezas de área. Ex seleccionado nacional, Balbín fue el mejor crema del clásico en una posición que era de Toño Gonzales y que no, nadie discute.

La línea final es para Rengifo: campeón nacional, ex seleccionado y con un paso por Europa, Rengifo es el jugador más inteligente que llegó al plantel. No solo por sus decisiones en campo –el pase a Ruidíaz para el 2-1 en Matute-, sobre todo por su paciencia para encarar, a los 32 años, que debe ser un buen suplente. Con él, la ‘U’ tiene un banco con altísimo crédito. Y como ya se sabe, los equipos que salen campeones necesitan de tres cracks en el campo y muchas estrellas esperando suplirlos.

El factor Ruidíaz

La ‘U’ no tenía un goleador así desde Esidio, es decir, decisivo para ganar partidos. Y no es menor que a ambos los haya dirigido Chale, que sabe que para salir campeón se necesita un delantero letal en el área. Su vuelta al equipo crema le asentó perfecto: fue como si después de tiempo volvieras a tu cuarto de soltero y encontraras todo tal cual lo dejaste, sobretodo tus recuerdos. La ‘U’ es líder del Apertura porque Ruidíaz es su goleador (7). ¿Es buena la carrera de Ruidíaz? La local es indiscutible (completa 75 goles con la ‘U’ en toda competición, una media de 14 por cada año que jugó), pero la internacional es una incógnita. Existe la sensación de que cada decisión de cambio que tomó pasa por el justo y polémico factor económico: se fue de la Universidad de Chile por eso y no porque Sampaoli se hubiera opuesto a que renueve (Coritiba compró el pase pero jugó poco y nada) y tras romper con los brasileños, optó por seis meses en un Melgar que lo alejó del área y lo convirtió en el Ruidíaz menos Ruidíaz que hemos visto (5 goles en 20 partidos). Cambió de agente pero no de destino. ¿Debe irse al extranjero? Sí, pero no a Tailandia. Lo necesita. Le queda poco tiempo, pero esa ya es una decisión personal. Hoy Ruidíaz es feliz en un lugar que lo quiere y donde podría mudar sus sillones mañana mismo.

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