En el 2023 es altamente posible que el sector agrario muestre su peor desempeño en 26 años. A raíz de eso, es bastante lógico que las exportaciones se vean afectadas, sobre todo productos como el mango o los espárragos. De hecho, el titular del Mincetur, Juan Carlos Mathews, ya ha confirmado que este sector terminaría en negativo este 2023. Por otro lado, debido a los temas climatológicos, la pesca también vive un año muy difícil, y aunque se mantiene viva la esperanza de abrir una segunda temporada, el hecho de que no hubo una primera temporada ha golpeado significativamente al sector, que ha tenido que voltear a especies como el jurel y la caballa, sin que esto sea suficiente para revertir la caída estimada en más de 20%. Además, según la Cámara Peruana de la Construcción, este sector caería 3,3%, cifra menos aguda que la proyectada por el BCR, de –3,7%. El panorama es lúgubre para la mayoría de los sectores productivos, y ni qué decir de los sectores vinculados al servicio a la ciudadanía como es la salud, que la semana pasada nos recordó con firmeza que la pandemia terminó, pero que su precariedad y debilidad siguen siendo puntos muy delicados y dolorosos para nuestro país.
Y es que somos todos los peruanos los que sufrimos y sufriremos, sobre todo, las consecuencias de las falencias del sistema de salud, y de la pérdida de capacidad adquisitiva en el corto, mediano y largo plazo. Sobre esto último, el IEP reveló la última semana que la cifra de las personas que en los últimos tres meses por falta de dinero u otros recursos se han quedado sin alimentos ha aumentado de 46% en marzo a 57% en setiembre. Y, en regiones como Ayacucho, Arequipa, Puno y Tacna, la actividad económica se redujo incluso más que el promedio del resto del país, como lo resaltó el IPE hace algunos días.
La cosa va mal, y si se analiza por sectores, la minería es uno que podría ayudarnos una vez más a empujar el carro, como se repitió más de una vez en Perumin. Pero desde la otra orilla, la del servicio, es importante que nuestra realidad y los últimos acontecimientos nos recuerden a todos que asegurar una alimentación digna y proteger las capas mínimas de salud de los peruanos es un deber de las autoridades, porque si no se atiende con seriedad y celeridad, nos va a costar (más) vidas.