Martin Wolf / Comentarista económico principal del FT
La historia económica más importante de las últimas tres décadas y media ha sido el crecimiento de China. La segunda historia más significativa ha sido la de India. Una pregunta esencial es cuán rápido podrá crecer este último país.
La respuesta es que tiene una excelente oportunidad de ser la economía de gran tamaño con el más rápido crecimiento del mundo. Pero esto requiere mejoras significativas en la política y su implementación. El gobierno del primer ministro Narendra Modi, elegido en mayo pasado, al menos ha dado un primer paso.
Sigue a Portafolio también en Facebook
Entre 1980 y 2014 el producto interno bruto de China promedio per cápita creció 17 veces, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). En el mismo período, el PBI de India per cápita se cuadruplicó. Esto representa una enorme brecha. Pero los logros de India son significativos. Cientos de millones de sus ciudadanos han experimentado mejoras identificables en su nivel de vida.
Además, el país tiene muchos factores sólidos: un sistema político legítimo; una población joven; recursos tecnológicos y empresariales sustanciales; y, no menos importante, la capacidad para alcanzar el nivel de las economías más ricas del mundo. Según el FMI, el PBI de India per cápita en paridad de poder adquisitivo fue del 11% del de EE.UU. en 2014. China sobrepasó ese punto una década antes. Este retraso representa una oportunidad. El crecimiento no lo es todo. Pero, para un país tan pobre como India, es necesario para aliviar la miseria masiva e incrementar las oportunidades.
La coyuntura inmediata también es favorable para un cambio hacia un mayor crecimiento. Este año, el Estudio Económico de India realizado por el gobierno tiene matices líricos, argumentando que el país ha alcanzado “un punto óptimo en el cual finalmente podría ser lanzado en una trayectoria de crecimiento de dos dígitos a mediano plazo”.
El ambiente internacional es favorable, especialmente por los bajos precios del petróleo y la recuperación en EE.UU. y Europa. Como señala el estudio, la desaceleración del crecimiento ha terminado y la economía parece estar recuperándose. Por otra parte, añade, “los desafíos en otras economías importantes han hecho de India un potencial foco de atención de los ávidos inversionistas”.
Sin embargo, la idea de que India se encuentra al borde de lograr un 10% de crecimiento es vanagloriosa. La desaceleración a partir de 2010 desinfló una euforia similar. Es cierto que, en 2008, la inversión bruta alcanzó el 33% del PBI, antes de caer a 28% el año pasado. Sin embargo, incluso el 33% es probable que sea insuficiente para impulsar el crecimiento en forma sostenida al ritmo de un 10%.
Cuando China creció tan rápidamente, su tasa de inversión era de más del 35% del PBI y, en muchos años, mucho más alta. También, como lo reconoce el presupuesto de India, la escasez de capital físico, en particular en el campo de la infraestructura, sigue siendo una limitación determinante. Sin grandes cambios, un 8% representa un límite máximo probable en la tasa de crecimiento.
¿Hasta dónde, entonces, ha mejorado el nuevo gobierno las perspectivas económicas? Una parte de la respuesta es que ha sido afortunado: el colapso en el precio del petróleo ha sido un golpe de suerte. Otra es que la elección de Modi ha incrementado la confianza. Tal como lo presenta un documento del FMI, la desaceleración en la inversión que fue la causa determinante de la reciente disminución en el crecimiento de India, se debió a la creciente incertidumbre electoral.
Sin embargo, una parte final de la respuesta es que el gobierno está haciendo reformas sensatas, pese a no representar una “gran celebración” pro-mercado. Además en la clasificación de Doing Business del Banco Mundial India está el lugar 142 entre 189 países.
¿Cuáles de los cambios anunciados antes del presupuesto y dentro de él son probablemente importantes? La desregulación del precio del diesel fue una buena señal, aunque la oportunidad brindada por los bajos precios del petróleo la facilitó enormemente. También es una buena señal el cambio hacia las subastas abiertas de licencias para la extracción de carbón.
Los planes para cambiar a sistemas de transferencias directas de efectivo a los pobres podrían reducir los costos de los beneficios en especie y los subsidios. Por desgracia, el presupuesto no hizo reformas sustanciales en cuanto a los gastos innecesarios.
También es importante tomar la decisión de avanzar hacia un impuesto nacional de bienes y servicios. Éste es un paso vital hacia la creación de un mercado único, algo de lo cual India todavía carece.
También es significativo el nuevo “acuerdo del marco de política monetaria” con el Banco de la Reserva de India, el cual impulsa al país hacia una relación moderna entre el gobierno y el banco central. Otra de las grandes (y polémicas) reformas haría que la adquisición de tierras fuera menos onerosa.
Desde el punto de vista económico, el requisito más importante a corto plazo debiera ser una enorme mejora en la infraestructura. Esto también promovería el espíritu empresarial y la inversión del sector privado. El gobierno decidió demorar la consolidación fiscal con el fin de financiar la inversión pública. Si la inversión es eficiente, esto tiene mucho sentido.
Una economía en la cual el PBI nominal probablemente crezca por lo menos en un 12% anual a mediano plazo puede tener un déficit fiscal considerable, a la vez que mantiene su deuda pública bajo control. En India, los déficits fiscales son importantes en la medida en que desplazan a la inversión privada o cuando se utilizan para financiar gastos innecesarios. La consolidación no se considera una alta prioridad en este momento.
En su presentación del Estudio Económico, la oficina del principal asesor económico, Arvind Subramanian, se refiere a la posibilidad de que “un incrementalismo persistente, comprensivo y creativo” podría tener un gran impacto. Si tal incrementalismo será llevado a cabo todavía no está claro.
Pero, siempre que el gobierno persista en las reformas y mantenga la magnitud de la oportunidad en mente, la economía debería ahora resurgir. Un crecimiento sostenido de entre 7% y 8% anual es ciertamente posible. Un crecimiento aún mayor es al menos concebible. El cambio en India y en su relación con el mundo también será incremental. Pero está surgiendo una nueva fuerza.