Economía peruana
Economía peruana

Luego de las reformas económicas de los 90, y el contexto internacional favorable, la era una gran historia de crecimiento. Hace solo algunos años, la tasa de crecimiento estaba cerca del 8%, y el Perú era la economía que más crecía en la región. Lamentablemente, esas tasas de crecimiento ya son una historia pasada, y ahora la tasa de crecimiento es menos de la mitad. En el 2018, la economía creció solo 4% y se estima que este año crezca debajo de 3,5%.  

Diversos factores explicaron la desaceleración. Por el lado externo tenemos, por ejemplo, la caída de los precios de los metales, una menor demanda global, fenómenos climáticos, etc. Sin embargo, había un crecimiento de la demanda interna que funcionaba como un motor que contrapesaba estos impactos externos.   


Pero, en los últimos años, el ‘momentum’ de crecimiento de la demanda interna que sostenía el crecimiento en los años anteriores se fue disipando y ya casi no existe. Ante la expectativa de un menor crecimiento y mayor incertidumbre política, las expectativas de consumo e inversión son cada vez peores, lo cual a su vez genera un menor crecimiento. Sumado a esto, tenemos una paralización de la inversión pública, en parte por los escándalos de corrupción relacionados con las empresas constructoras brasileñas y en parte también por las restricciones operativas de ejecución. 

¿Ahora por dónde viene el crecimiento futuro? Los gobiernos tienen principalmente dos herramientas de política económica: la política monetaria y la fiscal. La primera está relacionada con las acciones que los bancos centrales toman para modificar el nivel de las tasas de interés. La segunda implica usar el presupuesto fiscal, ya sea restringiéndolo o expandiéndolo para impulsar el consumo. 

Si bien por el lado del gasto público habría espacio (el déficit fiscal está bastante controlado y el endeudamiento es bajo), los problemas de ejecución limitarían su uso como herramienta reactivadora. Por ello, la opción más realista en el corto plazo es la política monetaria a través de menores tasas de interés. 

El impacto de un ciclo bajista de tasas en la economía es el incentivo en el consumo, vía abaratamiento del crédito. Lo cual podría incentivar las colocaciones que se estuvieron desacelerando a 8,6% a mayo del 2019 (de 10% a diciembre del 2018). Con ello debería mejorar el consumo interno y la inversión privada. Esta medida reactivadora podría tener un impacto positivo en el corto plazo, pero no estaría resolviendo el problema fundamental de crecimiento.  

La economía peruana está creciendo por debajo de su potencial por más de cinco años y la brecha de infraestructura continúa siendo bastante amplia. En un entorno de bajas tasas de interés, la inversión podría sumar mucho en la medida en que la confianza empresarial mejore.