En los productos y servicios suele haber una clara diferencia respecto a si se trata de bienes de inversión o de consumo, pero existen oportunidades en que la frontera es difusa.
Por ejemplo, si usted compra una galleta y se la come, su uso habrá sido de consumo, pero si la compra para venderla a un precio mayor se habrá convertido en una inversión.
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Lo mismo sucede para bienes de mayor valor. Por ejemplo, si usted compra un automóvil, será un producto de consumo si el uso que le dará será para el transporte suyo y de su familia. Pero si lo usa para taxi, movilidad o para alquilarlo, se tratará de una inversión.
Tomando esto en cuenta, conviene analizar al momento de tomar un crédito si el objetivo de éste es para adquirir un bien de consumo o para realizar una inversión. Si es para una inversión, evalúe que el retorno que obtiene será mayor que el costo del crédito.