Visa Schengen: flujo de peruanos en Europa subirá en 50%
Visa Schengen: flujo de peruanos en Europa subirá en 50%

Por: Alejandro Falla, Socio de Bullard Falla Ezcurra+

Aunque usted no lo crea, hace poco fui feliz al pasar por Migraciones. Regresaba de un largo viaje y lo único que quería era salir rápido del aeropuerto. En el medio estaba Migraciones, sus colas y el bendito papelito. Al salir del país hay que llenar a mano un papelito con una serie de datos. El papelito debe ser conservado hasta retornar al país.

Durante el viaje hay todo un estrés alrededor del famoso papelito. No se puede perder. 
Papelito en mano, enfrenté a Migraciones. Luego del forzado saludo a la autoridad, me sorprendió un amable comentario de la funcionaria encargada. “¿Sabe usted que en su próximo viaje ya no va a necesitar este papelito?”, me dijo. Miré sorprendido. No entendía. Pensé que era una broma. Que me estaban tomando el pelo. ¿Cuál es el truco?  Al mirar la cara de la funcionaria me di cuenta de su sinceridad. No hay truco. Fui feliz.  

Tarjeta Andina de Migración (TAM), así se llama el famoso papelito. El formulario no es apto para jubilados o para personas con dificultades de visión. Los que tienen mala letra, nombres largos o apellidos compuestos la pasan mal al intentar llenarlo. El espacio es escaso. La información requerida suele ser incomprensible para aquellos que viajan con poca frecuencia. La orientación para el llenado es también escasa. Si no llenaste el formulario antes de entrar a la sala de Migraciones te fregaste; dentro no hay lapiceros y tienes que rogar que un alma caritativa te preste uno. No hay perdón para quienes llegan con el tiempo justo para abordar un avión. No hay lágrima que valga. Sin papelito, no pasas.

Lo anecdótico es que la información requerida en el formulario está en manos del funcionario de Migraciones. Con un solo clic accedes a bases de datos oficiales donde aparecen, además de los datos que te han hecho completar a mano, casi la historia de tu vida. Hace años el formulario dejó de cumplir alguna función útil. Pese a ello, la exigencia se mantuvo en el tiempo haciéndole la vida más compleja e infeliz a los ciudadanos. Por suerte, hace unas semanas se anunció la eliminación del formulario.

Este es un ejemplo de los miles de papelitos que el Estado requiere a diario a los ciudadanos con información que ya tiene. También es un ejemplo de lo difícil que resulta retirar una exigencia que deviene en absurda por el simple avance de la tecnología. Las exigencias se crean con ánimo de permanencia. Cualquier cambio toma años. Esto puede cambiar. Basta con ponerle una fecha de defunción a cualquier nueva exigencia o requerimiento de la autoridad. “Caduca en 2 años”. Si quiere renovar la exigencia, la autoridad debe hacer su trámite. Y como esto le cuesta, con suerte nos libramos de algunas exigencias absurdas. 

No sé si la eliminación de la TAM aumente la inversión o el flujo de turistas al país. Lo que sí sé con toda seguridad es que la eliminación de este papelito aumentará la felicidad de muchos peruanos en estas fiestas. Si queremos seguir creciendo en felicidad, hay que ponerle fecha de caducidad a cualquier nueva exigencia. Felices fiestas. 

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