PreTextos, la metodología educativa que se inspiró en el Perú
PreTextos, la metodología educativa que se inspiró en el Perú
Abraham Taipe Ballena

Doris Sommer, directora del Área de Estudios en Lenguas Romance y Literatura de Postgrado en Harvard Universty, dice que en las antiguas tabacaleras del Caribe los artesanos trabajaban mientras alguien leía obras literarias o filosóficas en voz alta. Una tradición que casi se ha perdido. ¿Por qué crees que existen habanos con marcas como Romeo y Julieta o Montecristo?”, pregunta. 

Ella trata que esta práctica se de en las escuelas. Por eso creó la metodología PreTextos, que nació y tuvo inspiración en el Perú hace poco menos de una década. En abril volvió a este país para dictar una charla a profesores del colegio Futura Schools en Arequipa. 

 
¿Qué influencia tuvo para crear la metodología Pre-Textos?
Tuve influencia peruana. Hace una década vine a la Feria del Libro de Lima (FIL) y conocí a Milagros Saldarriaga de Sarita Cartonera, una editorial que publicaba libros de cartón. Una tendencia que nació en Argentina y se expandió por América Latina. Sin embargo, aquí el problema era que, a diferencia de Argentina, no habían lectores: tenían que crearse. Sarita Cartonera iba a los colegios y yo los acompañé.
 
¿Qué es lo que le sorprendió del trabajo de Sarita Cartonera?
 
Sarita Cartonera me enseñó que el libro solo es un punto de partida. Iban a los colegios y les daban libros de Borges a los niños, obviamente a muchos no les interesaba. Pero la facilitadora (de Sarita) les decía que modifiquen la historia, que mejoren el cuento a su manera. Y los niños se interesaban en la obra, se convertían en narradores. Se les invitaba a pensar. Los niños no estaban sentados en filas, sino en círculos. Lo que vi fue hermoso. A partir de allí le fui agregando cosas, como la lectura en voz alta, el uso de manifestaciones artísticas, etcétera.
 
¿Cómo es una clase con la metodología Pretextos?
Bueno, está dirigido para todos: desde niños que están en el kínder hasta universitarios. Se lee un texto (puede ser una obra literaria, filosófica, histórica) en voz alta mientras los niños o adolescentes están haciendo una manualidad, la que ellos eligen. Hay quienes dibujan, otros crean un disfraz, etcétera.
 
Luego se les pide poner en práctica lo que han entendido del texto. A unos se les dice que creen estatuas humanas de arcilla con la descripción de los personajes. Y para hacerlo bien, deben releer. A otros se les dice que hagan una canción con diez palabras que nunca habían usado. O que creen un poema. O actúen. Hay múltiples variables. Lo que se busca es que participen, que el texto se use a más no poder, que sea la materia prima para otras creaciones.
 
¿Hace cuánto tiempo se viene implementando?
Desde hace ocho años por lo menos. Se ha implementado en escuelas de Estados Unidos, China, Argentina, Brasil, Colombia, México y Hong Kong. En México la Universidad de Coahuila la aplica en pregrado con éxito. No solo se mejoran los índices de comprensión lectora, sino también se le pierde el temor al profesor y se fomenta la colaboración. Los colegios dejan de ser una dictadura donde el profesor lo sabe todo.
 
¿No se ha dado el caso que en un país o una región decida aplicarlo en todos los colegios?
No. Y es una ambición. En el caso de la Universidad de Coahuila trabajamos con todas las preparatorias que están a su cargo, pero nada más. Pero nos interesa mucho ser una herramienta para un ministerio de educación. Y está comprobado que la educación lúdica funciona. Algunos colegios privados lo han entendido, pero no sucede en los públicos.
 
¿No será que existe un temor de los profesores a cambiar su metodología tradicional?  
Podemos especular al respecto, pero solo puedo decir que hace más de una década Finlandia estaba en los rangos más bajo de la prueba Pisa, pero hoy está en los más altos. Y allí hubo decisión política para hacer cambios. ¿Hoy como está América Latina? Volviendo a Finlandia, allí se acabó de enseñar de forma tradicional, se apostó por la educación lúdica. Y eso debería hacer países como el Perú.
 
De acuerdo a su experiencia en el campo de la literatura y la educación, ¿qué diferencia puede haber entre una persona lectora y otra que no lee?
Hoy la gente se aburre fácilmente y busca excitaciones a través de la violencia. Yo estoy convencida que la falta de escolaridad ayuda a subir el nivel de la violencia de una sociedad.
 
Usted también lidera la iniciativa de agentes culturales en Harvard, ¿qué es lo que buscan?

Queremos mostrar ejemplos de todo el mundo de cómo determinadas personas causan un gran impacto con su apuesta cultural. Quizá el más conocido es el exalcalde de Bogotá, Antonus Mockus, que entre las muchas cosas que hizo fue reemplazar a los policías de tránsito por mimos, reduciendo los accidentes y la corrupción. Otro es el caso de un alcalde en Albania, que decidió pintar con color chillones los edificios grises de una ciudad fea, eso generó un impacto en los ciudadanos: trajo turistas y se elevó la recaudación de impuestos. Son dos grandes ejemplos de cómo se puede fomentar el cambio.

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