(Ilustración: Giovanni Tazza)
(Ilustración: Giovanni Tazza)

Si nos fijamos, todo gran equipo de fútbol vivió su despegue con la intervención de un personaje. A nivel de clubes, Ferguson orquestó la gloria del Manchester United, Beckenbauer hizo lo propio con el Bayern Múnich, Cruyff con el Barza y Di Stéfano con el Madrid. A nivel de selecciones, Pelé marcó un punto de inflexión catapultando a Brasil a una casi hegemonía mundial y, dentro del mismo continente, se argumenta que Maradona lo igualó en Argentina. Guardando las distancias, puede constituir nuestro propio punto de inflexión. Aunque no solo depende de él.

Hay tres requisitos de responsabilidad colectiva: dejarlo trabajar, aceptar que es humano y otorgarle el tiempo y las facilidades para que él mismo diseñe una estrategia inspiradora y unificadora que se “sostenga en el tiempo”.

–Señor, ¿le puedo ayudar en algo? Se me acercaron dos individuos de fuerte acento escocés el jueves 16 después de nuestra clasificación en el pub Freemasons Arms de Covent Garden, donde se creó la primera asociación de fútbol en 1863, fecha a la que los británicos consideran la del nacimiento del deporte del balompié. Quería, como seguramente cada uno de nosotros, celebrarla a mi manera, y opté por ir a este lugar tan cargado de significado histórico, sentarme solo en una mesa de esquina, lejos del barullo, pedir una cerveza de vaso alto y, sin pudor, soltar cuanto sentimiento me brotase del alma desde que Jefferson, de un gesto del pie, decidió iniciar este capítulo tan intenso y hermoso que no quiero que termine.

– Gracias, son muy amables, estoy bien.

–¿Seguro? ¿Algún familiar enfermo? Nos avisa si necesita algo.

A Gareca se le ha dejado trabajar y en esto la dirigencia de la FPF ha sido sabia. Tanto en los momentos bajos como en los victoriosos no existió la más mínima intención de protagonismo de la federación. Estaba claro que Gareca llevaba la luz en un túnel que se hacía a veces largo y tenebroso. Su empoderamiento por la federación fue oportuno e impecable. Para la siguiente etapa esperemos el mismo comportamiento... ¿Y por qué no para siempre? ¡Desterremos de una vez por todas el figuretismo!

Ahora bien, Gareca es humano y, como tal, expuesto al error. Todos los personajes que ganaron franquicias futboleras tuvieron fallos, pero supieron enmendar el rumbo. Su carácter ganador, como diría el propio ‘Flaco’, se forjó en la derrota. Ninguna de las hazañas estuvo exenta de sufrimiento y la cima, cuando alcanzada, resultaba escurridiza. Le llevó casi una década a Ferguson tomar la medida al Manchester y Cruyff logró su primera Champions con el Barza recién en el 92. Difícil repetir lo de Di Stéfano con el Madrid; antes de su llegada al cuadro blanco no había conseguido ni una copa europea. En cuanto a selecciones, hablar de Brasil sin mencionar el impacto que tuvo Pelé es hacerle un desfavor a la Canarinha.

¿Qué tuvieron que hacer estas franquicias para alcanzar la grandeza? ¿Cuánto se diferenciaban sus jugadores de los contrincantes? ¿Acaso eran la técnica, la disciplina, la suerte, el destino que los convertirían en invencibles? ¿Será cierto aquello que solo los privilegiados tienen el gen ganador, mientras que los demás estamos supeditados al fracaso? ¿O resultó ser una persona que recogiendo los mejores atributos del equipo supo extraer la esencia y convencer a sus jugadores?

El que tuvo el liderazgo para inyectarles confianza en sus posibilidades e inculcarles que con disciplina y actitud toda meta podía alcanzarse. Partido a partido, hasta los más escépticos empezaron a confiar, convirtiéndose en máquinas de triunfo.

¿Estamos entonces en aquel momento tan difícil de alcanzar como hermoso de disfrutar? ¿Sabremos capitalizar lo logrado y superar la siguiente meta?España, para reflexionar sobre un ejemplo reciente, era considerada una selección segundona en Europa. Enfrentamientos contra los más poderosos se temían. Los golpes recibidos de las escuadras alemana, inglesa, italiana y francesa ahondaban la carencia de autoestima que fanáticos y periodistas concordaban en señalar como complejo de inferioridad. El cambio vino con la Olimpiada de Barcelona de 1992, cuando la Roja conquistó la medalla
de oro, guiada por Vicente Miera, preparador de perfil bajo pero dotado de altísima ascendencia entre sus futbolistas. Todos hacían piña por jugar para él. El punto de inflexión lo representó Luis Aragonés. En la Eurocopa del 2008, se convenció de que la esencia del juego español no era la furia, sino el tiqui-taca. Fueron los bajitos de entonces, Xavi e Iniesta, y los bajitos de ahora, Isco y Silva, quienes se erigen como los ejemplares más valiosos y más puros de lo que quiere España. Fueron definiendo estilo y le agregaron una norma de sucesión en el liderazgo que mantiene a la Roja como franquicia estelar. Por más que la posta de Aragonés la tomase Del Bosque y este se la cediese a Lopetegui. Cambia el líder, pero se mantiene la esencia y el equipo gana en confianza y sus triunfos se sostienen en el tiempo.

De nosotros depende otorgar tiempo a Gareca para que sea él quien decida cómo alargar esta aventura que recién empieza. Se ha dado cuenta de que nuestro gen también es especial, y que además del talento, el peruano, cuando se dedica, derrocha coraje, espíritu colectivo, humildad y mucho amor propio. Saber asimilar las directrices del técnico ha sido su mérito y por ello merecen nuestro respaldo y respeto.

Es un momento propicio para reflexionar sobre lo recorrido estos últimos 36 años. Aprendimos a controlar nuestra tendencia autodestructiva, nuestro miedo al éxito y connotada falta de ambición. Yo creo que, al igual que otras selecciones ganadoras que tuvieron su punto de inflexión en un gran líder, ahora nosotros lo tenemos en Gareca. Dejémosle entonces trabajar, aceptemos que es humano y démosle el tiempo necesario para que edifique el plan de sucesión más exitoso. Como él repite, los trabajos del profesor Ahmed con las divisiones inferiores auguran un futuro promisorio.

¿No es acaso cierto que entre los índices más importantes del progreso de un país está el índice de la felicidad? Debemos trabajar juntos para mantener la tendencia actual al alza, pues redundará en la prosperidad de nuestra gran nación. Asumamos con valentía que estamos frente al ansiado punto de inflexión para que este capítulo se eternice y la alegría perdure.

Mis amigos escoceses del pub, tan buena gente, se rieron cuando les dije:

–Gracias, no necesito nada, quiero disfrutar. ¡Estoy feliz!

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