Cartas a un joven poeta
Cartas a un joven poeta
Redacción EC

RAÚL MENDOZA CÁNEPA


Si bien "Cartas a un joven poeta", de Rainer María Rilke, se publicó en 1929, su elaboración data de la primera década del siglo XX y se destinó a un poeta llamado Franz Xaver Kappus, a la sazón, cadete de la escuela militar austrohúngara. La significación radica en que el contenido epistolar se dirige desde la pluma de un poeta consagrado a la asustadiza mente de un joven que experimenta recién en el incierto universo de las musas. 

El autor checo aborda con equilibrio temas sustantivos como la vida, la muerte, el arte, el sufrimiento, la soledad y el amor. La primera carta data de febrero de 1903, fechada en París. El autor llama a la introspección del joven, a volverse sobre sí mismo para dar solidez a su vocación de escritor y, fundamentalmente, a despercudirse de cualquier influencia externa para ir a la búsqueda de su propia voz. 

Rilke aconseja al joven que no se deje abrumar por la necesidad de aprobación, que trabaje en la poesía por la poesía misma, por el placer que esta le provee. Abunda en la independencia individual: "Pregunta usted si sus versos son buenos. Me lo pregunta a mí. Antes se lo ha preguntado a otros. Los compara con otros poemas, se inquieta cuando ciertas editoriales rechazan sus intentos. Le pido que deje todo esto. Investigue el fundamento de lo que usted llama escribir; compruebe si está enraizado en lo más profundo de su corazón; confiésese a sí mismo si se moriría irremisiblemente en el caso de que se le impidiera escribir". De eso se trata, finalmente, consagrar la vida a la poesía. 

La paciencia es otra de las condiciones para lograr el desarrollo del potencial poético. Sirve no apurarse, pues el calendario de la gloria literaria no hace distingos de edad. Iniciar temprano el camino puede no significar mucho, dar la partida tarde puede ser el anticipo de una promesa. Vale la lección para todo el que frisando alguna edad asume con desazón que no será celebrado. Rilke nos invita a aguardar sin crispaciones. "Ser artista es no calcular, no contar, sino madurar como el árbol que no apura su savia, que permanece quieto y confiado bajo las tormentas de la primavera". Tampoco debemos apremiar nuestras propias respuestas, dice el poeta, que nos descubre en estas páginas la belleza de la vida y del arte, en una conjunción arrobadora. 

Como asumía Octavio Paz, la poesía es la mejor manera de vivir el presente. Rilke lo expresa a su modo. Sin embargo, de ese goce puro de escribir vendrá el aprendizaje y posiblemente el reconocimiento, aunque este no es el fin de la poesía.

A mediados de la década del 20, Rilke tenía la salud quebrantada, pero mantenía la sutileza de su poesía en el gesto. Precisamente, al anudar un ramo de rosas para una amiga se pinchó con una espina. Dado el estado de su sangre, la nimiedad de la herida derivó en una septicemia. Entre rosas dio fin a su biografía. Quizás en tal azaroso trajín recordó una de sus más cautivadoras líneas: "Extremadamente indecibles son las obras de arte, existencias llenas de misterio cuya vida, en contraste con la nuestra, tan efímera, perdura". 

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