"Corte de tiempo". [Foto: LMQG]
"Corte de tiempo". [Foto: LMQG]
Max Hernández Calvo

Corte de tiempo reúne piezas de cuatro importantes cuerpos de trabajo de Miguel Andrade Valdez, y ofrecen una mirada a su obra y sus preocupaciones fundamentales.

La exposición, curada por Jorge Villacorta, pone especial énfasis en las esculturas en papel, hechas a base de muchísimas capas de este material que conforman grandes bloques a manera de muros. Precisamente estas piezas hacen referencia a las paredes de la ciudad: sus superficies desgastadas evocan paredes viejas que acumulan capas de pintura, yeso y tierra, mientras que los cantos de las obras de la serie “El tiempo en la ciudad de Lima” —formadas por la superposición de afiches— sugieren una “estratigrafía urbana” que condensa la historia comercial, cultural, social y política de la ciudad en el corte trasversal de incontables anuncios superpuestos a lo largo de los años.

El artista remarca esta relación entre el papel y la construcción en aquellas piezas que incluyen estructuras de encofrado que contienen o sostienen los bloques de papel, como si se tratase de un vaciado en cemento.

Hay aquí también un guiño extraño a la tradición de la pintura monocroma, pues las superficies blancas de estas obras pueden ser asociadas a los osados cuadros de artistas como Robert Ryman o Ad Reinhardt (usando color negro). Lo mismo ocurre con los lienzos de amplias superficies de tela cruda que se incluyen en la muestra. Sin embargo, las capas de papel con texto impreso, las marcas de desgaste, así como las manchas de óxido, tierra y moho en estas piezas nos alejan de la referencia arte-histórica a la pintura monocroma.

Pero más que máculas en una superficie blanca, dichas marcas son el testimonio de una serie de procesos puestos en marcha para la producción de estas obras: el óxido, las arrugas y las manchas de tierra remiten a procesos físicos, mientras que las formaciones de moho a procesos orgánicos, procesos a su vez alterados por el artista, quien ha limpiado determinadas partes de las obras.

Los lienzos en particular establecen un tenso equilibrio entre su austeridad formal (la simplicidad de una tela cruda tensada sobre un bastidor) y la complejidad de una serie de procesos aleatorios involucrados en su producción. Asimismo, aunque puedan tener un cierto aspecto informalista, cuadros como “Sin título” (2018) son más próximos al arte procesual, y, a la par, si bien están conectados a procesos de desgaste, muestran por momentos un inusitado aire poético y lírico que hace patente la preocupación de Andrade Valdez por repensar la pintura —su formación base—.

La serie “Muros blancos de Chico” (2014) gira en torno a la canción “Construção” de Chico Buarque. Grabada en 1971, esta narra el último día de vida de un obrero de construcción y es famosa por la estructura de su letra, organizada en tres secciones en las que se repiten los mismos versos, pero cambiando la última palabra de cada uno. El artista analiza esta estructura gráficamente, y genera diagramas y variaciones formales que recuerdan la abstracción modernista, que, sin embargo, ha sido ajena a este tipo de estrategias de análisis textual asociadas al conceptualismo.

Andrade Valdez cita el recurso a una estructura de sustitución, incorporando elementos ‘móviles’ sobre estas obras: dibujos en papel adheridos con cinta adhesiva sobre los lienzos, pedazos de terrazo de colores apoyados sobre el piso, telas colgadas sobre los lienzos, que remiten a un sistema compositivo como motor de producción de imágenes.

La referencia a la construcción también se materializa en “Sin título” (2016), la rampa en vertical sobre maderas de encofrado. Este potente volumen hecho en drywall y concreto apunta a la arquitectura, en tanto se adjunta a ella (hay un acceso para silla de ruedas), si bien no es un componente estructural. Asimismo, esta atención a los materiales industriales y de construcción se centra en sus márgenes: sus restos, sus anexos, su utilería.

Miguel Andrade Valdez propone que el proceso creativo puede entenderse como una intervención que “corta el tiempo” de los procesos de transformación (jugando así con la idea de lo acabado e inacabado). Pero, acaso más importante, lo que el artista busca es detener un proceso entrópico irreversible para señalarlo y hacernos observar ahí donde creíamos que no había nada que ver.

Sala Luis Miró Quesada Garland

Av. Larco 450, Miraflores. Hasta el 6 de mayo.

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