Ees uno de los autores latinoamericanos más importantes y uno de los más representativos de la generación McOndo. Esta semana Paz Soldán volverá a Lima para participar en la FIL. El lunes 25, a las 20:00, hablará sobre el género fantástico y la ciencia ficción. El martes 26, a las 19:00, presentará "Las visiones", su último libro de relatos. Y el jueves 28, a las 20:00, como parte de las actividades del Café Cultural de El Dominical, conversará sobre las distopías literarias con Carlos Arámbulo y Jorge Valenzuela.
Siempre hubo elementos rastreables de ciencia ficción en tus trabajos, ¿cómo surge tu interés en el género?
Yo leía ciencia ficción en el colegio y luego, cuando llegué a la universidad y me puse a estudiar literatura, dejé atrás muchas lecturas que me encantaban pero que eran supuestamente juveniles (la ciencia ficción, los cómics). Hace unos años decidí volver a esos géneros populares, y me sorprendió descubrir que algunos autores eran muy relevantes para entender este mundo tan dominado por las nuevas tecnologías y, a la vez, con la barbarie instalada en su corazón. Me di cuenta de que, más que un género, la ciencia ficción era una forma de mirar al mundo, distorsionada, que podía, como tú bien dices, ayudarme a narrar ciertos aspectos de la realidad de mejor manera que el realismo tradicional, ansiedades del presente.
¿Y quiénes son tus referentes al respecto?
Me interesa el futuro, pero más lo que está pasando hoy, y en eso autores como Dick, Ballard, James Tiptree Jr., Ursula LeGuin, Rafael Pinedo son claves.
¿Fue el realismo mágico una versión tropical de la ciencia ficción?
Me gusta tu provocación: hay ciertas páginas de "Cien años de soledad", sobre todo aquellas en las que aparecen Melquiades y sus inventos, que dialogan con la ciencia ficción. Pero creo que el género no es muy transitado porque hemos sido más que nada receptores de los desarrollos científicos, de las nuevas tecnologías, y no tanto creadores, y la ciencia ficción se ha desarrollado en lugares donde la invención tecnológica y el progreso científico han sido fundamentales. Tampoco nos ha ayudado el hecho de estar tan entrampados como estamos por el presente; eso hace que nos cueste imaginar el futuro. A mí, por supuesto, me interesa una ciencia ficción más acorde con el continente, una sin mucha ciencia (si vale la contradicción), en la que esta no sirve para crear utopías o hacer que admiremos el desarrollo social sino más bien para mostrar los desajustes. Mi ciencia ficción proviene entera de una frase de William Gibson: “El futuro ya ha llegado, solo que no está distribuido de manera pareja”.
¿De dónde sale ese lenguaje extraño que empleas en lo que ya podría ser la saga de Iris?
Quise narrar la saga con un lenguaje “normal” y vi que fallaba el proyecto. Tuve una intuición: ese mundo totalmente intervenido no podía ser narrado con un lenguaje no intervenido. El lenguaje mismo debía encarnar las cicatrices, los traumas del encuentro colonial que narran ambos libros. Ahí entraron los neologismos, los arcaísmos, etc. Eso sí, no creo que este lenguaje a ratos extraño sea tan radical como, por ejemplo, el de los escritores del norte de México (Carlos Velázquez, Yuri Herrera, Élmer Mendoza), que manejan un español tan brillante como provocativo. La idea es que, como cuando visitas cualquier lugar donde se habla español, te dejes sorprender al principio por los coloquialismos, los regionalismos, el habla del lugar, pero que después de unas cuantas páginas ya te hayas familiarizado con el habla.
Presentarás el libro de relatos "Las visiones", una especie de spin-off de "Iris". ¿Funcionan independientemente de la novela?
Iris es una isla invadida por una corporación que explota sus minas. La novela cuenta la historia desde el punto de vista de los mercenarios, los colonizadores; "Las visiones", en cambio, son cuentos a medio camino entre la literatura fantástica y la ciencia ficción, que toman sobre todo el punto de vista de los explotados, de la gente que vive en la isla, es un intento de narrar el día a día de un territorio ocupado. Hay cuentos sobre la religión y las drogas, fundamentales para los isleños; sobre torturadores y soldados psicópatas, pero también sobre los mitos de unión y liberación de los irisinos, y sobre qué significa crecer, ser adolescente en Iris. Los cuentos funcionan independientemente, de hecho ese fue el principal desafío: que un lector que no haya leído la novela los pudiera entender y disfrutar sin ningún problema.
¿Por qué crees que existe este vínculo tan fuerte entre violencia y religión, dos elementos aparentemente opuestos?
Porque tus creencias religiosas pueden llegar a lo más íntimo y profundo de ti, pueden marcar tu forma de ver el mundo y entenderlo. Como es algo tan íntimo, tan profundo, que encuentres a alguien que no cree en lo que tú crees, puede convertirse en una afrenta personal y colectiva. Es una paradoja, pero las guerras de religión han marcado nuestra historia, lo están haciendo hoy, y lo seguirán haciendo mañana. Es más fácil y elevado justificar un asesinato en nombre de un dios que de tu capricho personal.
Se suele decir que la violencia es consecuencia de un estado de primitivismo social, que con el paso del tiempo llegaremos a erradicarla. ¿Crees que efectivamente se consiga eliminar la violencia extrema o, por el contrario, que la situación se agrave?
El progreso no es lineal, ciertos avances sociales y tecnológicos pueden provocar el recrudecimiento de los atavismos. La violencia no será erradicada, se hará más cruda gracias a que nuevas tecnologías permitirán que cualquier persona pueda hacerse fácilmente de un gran arsenal, de un gran poder de destrucción. Para expresar tu rabia, furia, disgusto, psicopatía, lo que sea, ya no necesitarás de un plan sofisticado, ni siquiera de pertenecer a un grupo armado.
Recientemente anunciaste que estás trabajando en un nuevo proyecto, de corte más realista, alejado de la ciencia ficción y el cyberpunk. ¿De qué se trata?
Es una novela ambientada en una prisión, entre motines, plagas y cultos religiosos. Una manera fácil de describirla sería decir que es un cruce entre "La peste" (Camus) y "La virgen de los sicarios" (Vallejo). Pero claro, después de cinco años escribiendo ciencia ficción y literatura fantástica, mi realismo no es el mismo de antes, está bien distorsionado, lo cual me parece excelente.