Por: Pedro Pablo Alayza
Para el sector Cultura, la llegada de Ulla Holmquist, una arqueóloga con experiencia en gestión en el sector público y privado, debe significar un cambio en la manera de plantear las tareas futuras. Su experiencia en el proyecto del Museo Larco es muy relevante en tanto ha significado un trabajo sostenido durante dos décadas para lograr el éxito que conocemos. Quien entiende el valor de la continuidad de las políticas podrá plantear y liderar los cambios necesarios para el sector.
Tener a Salvador del Solar como premier ofrece a la nueva ministra una oportunidad inmejorable para dar un paso significativo en el futuro de la administración y promoción de la cultura en nuestro país, ya que se trata de alguien que conoce su valor. No olvidemos que, además de la importancia que representa el patrimonio para el refuerzo de la identidad nacional, es también evidente que el avance de la industria turística, así como la promoción y gestión cultural responsables, representarán un aporte significativo en la economía nacional.
El corto plazo ocupará seguramente gran parte de la agenda, en vista de los temas urgentes y mediáticos: Chinchero, la construcción del hotel Sheraton en Cusco, entre otros. Mi deseo, y creo que somos muchos con la misma idea, es que el gran reto sea la definición de las políticas públicas para evitar la permanente improvisación y el retorno a fojas cero al inicio de cada gestión ministerial. El complejo de Adán y el mito de Sísifo, tan constantes en el medio cultural, son el reflejo de la falta de planificación y de la ausencia de las políticas señaladas.
El tema de memoria debería constituir uno de los pilares de este cuerpo de políticas que nos permitan reflexionar sobre quiénes somos y qué rumbo queremos tomar como nación.