“Las dificultades que encuentran las mujeres, que constituyen la mitad de la población mundial, para acceder y progresar en las carreras científicas, así como participar en la toma de decisiones en ciencia y tecnología, deberían abordarse urgentemente”, dijo la Unesco en 1999. Han pasado dos décadas y el tema no se ha abordado tan urgentemente en el mundo, y mucho menos en nuestro país, pese a que la propia organización mundial lo destacó como una tarea pendiente y clave para que las comunidades científicas puedan desarrollar todo su potencial y para que el progreso se oriente al conjunto de la sociedad.
En el Perú solo la tercera parte del Directorio Nacional de Investigadores e Innovadores (DINA) está integrada por mujeres, es decir 25.191. El resto, 46.755, son varones. Estas cifras coinciden con las arrojadas por el I Censo Nacional de Investigación y Desarrollo realizado por Concytec en 2015, que demostró que en nuestro país el 68,1 % de los investigadores son hombres y solo el 31,9 % son mujeres.
Más indicadores: según cifras de la Superintendencia Nacional de Educación Universitaria (Sunedu) de 2016, el 26 % de los egresados de pregrado en el Perú pertenecen a carreras vinculadas al grupo de ciencia, tecnología e informática (CTI) y, de este porcentaje, solo 32 % son mujeres. Todo esto demuestra que queda todavía mucho por hacer.
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¿Qué es lo que dificulta que las mujeres se interesen y participen en ciencia exitosamente? La doctora Beatrice Avolio, directora del Centro de la Mujer Centrum PUCP, encabezó un estudio interinstitucional llamado “Ingreso, participación y desarrollo de las mujeres en carreras vinculadas a la ciencia, tecnología e innovación en el Perú”. Ella identifica los factores que inciden en la poca participación femenina en estas áreas.
“A nivel educativo no hay interés por el desarrollo de la ciencia en los colegios, entonces esta no se ve como una opción de desarrollo. A nivel familiar, si bien se suele decir a las hijas: ‘estudia lo que quieras’, las carreras científicas no son percibidas como fuente de dinero rápido; más bien se estimulan las profesiones supuestamente rentables y se les dice: ‘haz algo que te dé dinero’”, detalla.
Y cuando una joven se decide por una carrera científica, Avolio afirma que tanto en los ambientes académicos como laborales priman los estereotipos y se asocian estas profesiones a lo masculino. Entonces, priman los comentarios sexistas, y las mujeres no suelen ser bien tratadas.
La doctora Fabiola León Velarde, directora de Concytec, añade que para que una mujer pueda desarrollarse profesionalmente necesita un buen ambiente de contención familiar y hasta laboral. “Los hombres no tienen que elegir entre ser exitosos en sus carreras y ser buenos padres o esposos; se espera que las mujeres sí lo hagamos. Esto es terrible, porque además las mujeres que priorizan su carrera suelen cargar con un complejo de culpa posterior por no haber sido buenas esposas o madres. La forma en la que nos educan tiene mucho que ver con esto, y el ambiente en el que nos desarrollamos social o profesionalmente no es aún propicio para las mujeres”, señala.
Pero no solo es la participación de la mujer como investigadora la que tiene una brecha por cerrar. La directora de Concytec pone en evidencia un tema que no suele ser tomado en cuenta: cuando se realizan estudios en seres vivos, estos suelen ser hechos en varones o ejemplares machos, no en mujeres o ejemplares hembras.
“Puede sonar anecdótico, pero no lo es. Las investigaciones suelen dejar a las féminas de lado porque, como las mujeres sufrimos alteraciones químicas al tener un ciclo hormonal que los varones no tienen, los estudios en hembras suelen requerir más trabajo, por lo tanto, más presupuesto, y esto suele ser un motivo para dejarlos de lado. Las mujeres somos menos estudiadas que los hombres, y eso es lamentable”, dice con razón.
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Las iniciativas para reducir la brecha de género en este espacio no son pocas, felizmente. Está, por ejemplo, la Feria Escolar Nacional de Ciencia y Tecnología Eureka, promovida por Concytec, que desde el año pasado incentiva la participación de niñas y adolescentes. En ella se inscriben estudiantes de educación inicial, primaria y secundaria de las instituciones educativas públicas y privadas del país, quienes son guiados por docentes y asesores a través de métodos y procedimientos científicos.
Otro proyecto similar es Mactec, un grupo que busca fomentar el amor por la ciencia en niñas de entre 8 y 11 años y que, en 2017, recibió de la Unesco el Prize for Girl’s and Women’s Education Laureate.
Los promotores de estas actividades concuerdan en que se deben seguir derribando barreras para impedir que el talento femenino se reprima, solo así se podrán concretar ideas que pueden transformar vidas. Para esto no solo hace falta el apoyo de empresas o entidades interesadas en fomentar el desarrollo de nuevas tecnologías, sino también cambiar conductas y hábitos para priorizar la participación femenina en estos campos y dejar de lado conductas que paralizan, absurdamente, el desarrollo de sus habilidades.
Para que la ciencia se ponga de moda
Asociación en órbita
Investigadoras y científicas exitosas de las ramas de ciencias puras comparten con alumnas de 4.° y 5.° de secundaria sus proyectos y experiencias. Así, las estudiantes tienen modelos femeninos en este campo.
Wit perú
Organización sin fines de lucro cuya meta es unificar diferentes iniciativas para incentivar una mayor participación de mujeres en el campo tecnológico y científico para reducir la brecha de género.