Durante mucho tiempo, el éxito ha sido medido en función del conocimiento académico, las habilidades técnicas y, específicamente, del coeficiente intelectual. Sin embargo, hoy en día las emociones desempeñan un rol crucial en cómo interactuamos con los demás, el tipo de relación que establecemos con nosotros mismos, así como también en la forma en cómo nos enfrentamos a los obstáculos y construimos nuestras vidas. Por esta razón, la inteligencia emocional, la cual consiste en la capacidad para reconocer, entender y gestionar nuestras propias emociones y las de los demás, no solo es un factor determinante en el éxito social, académico y profesional, sino que influye significativamente en el bienestar integral de las personas.
Sin duda, esta es una habilidad que requiere de tiempo para consolidarse, por lo que es importante fomentarla desde los primeros años de vida, sobre todo, porque la infancia es una etapa crítica del desarrollo, en la cual el cerebro es altamente plástico, lo que hace que los niños sean más receptivos al aprendizaje y al desarrollo de nuevas competencias. Además, las experiencias y enseñanzas en dicha fase de la vida, tienen un impacto duradero en la manera en que los menores perciben y manejan sus emociones.
“Según Daniel Goleman, psicólogo y autor que popularizó el concepto de inteligencia emocional, las personas más exitosas son aquellas que han desarrollado más esta habilidad. Por lo tanto, fomentar la inteligencia emocional en la infancia no solo promueve una mejor regulación emocional y habilidades de socialización, sino que también contribuye a un desarrollo cognitivo saludable y a la formación de relaciones interpersonales positivas en el futuro”, expresó Paola Pelaez, psicóloga de la Clínica Internacional a Hogar y Familia.
¿A qué edad es recomendable comenzar a desarrollar la inteligencia emocional en los niños?
En realidad, la inteligencia emocional comienza a desarrollarse desde el nacimiento, ya que los bebés empiezan a formar vínculos emocionales a través de las interacciones que tienen con su entorno. Por ejemplo, como señaló Tatiana Mogollón, psicóloga y docente de Continental University of Florida, en los primeres meses de vida, la interacción con la madre, ya sea mediante la sonrisa o la seguridad que se asocia con el proceso de amamantar, contribuye al desarrollo emocional del niño
A medida que los niños crecen, continúan desarrollando su inteligencia emocional, pero, sobre todo, esto se evidencia cuando comienzan a interactuar con otros infantes, especialmente en la etapa preescolar, pues a través del juego, los pequeños aprenden a manejar sus emociones y a interactuar de forma más consciente con sus pares.
“A partir de los tres años, los niños generalmente ya han desarrollado habilidades lingüísticas suficientes para identificar y expresar sus emociones. Entre los dos y los tres, los pequeños comienzan a comprender mejor sus emociones, por lo que, al llegar a los tres años, empiezan a socializar de manera más activa con otros niños, lo que les permite aprender a reconocer y a entender las emociones de los demás, desarrollando así la empatía”, precisó el psicólogo Alberto Alegre Bravo.
¿Cuáles son los primeros signos de inteligencia emocional que pueden observarse en los niños?
Los niños, debido a su naturaleza, tienden a expresar sus emociones de manera abierta y sincera, a diferencia de los adultos que, a menudo, racionalizan y restringen la expresión emocional. Como explicó la doctora Mogollón, esta sinceridad en los más pequeños se debe a que están en el proceso de desarrollar la conciencia emocional, es decir, la capacidad de poder identificar y nombrar sus emociones.
Por ejemplo, un niño puede fácilmente expresar si está contento o triste, aunque puede que aún no comprenda completamente lo que significan estos sentimientos, mientras que, en el caso de los adultos, estos tienen un mayor desarrollo de la conciencia emocional, por ende, la habilidad para entender y etiquetar sus emociones de manera más precisa.
Sin embargo, como indicó la experta de la Clínica Internacional, algunos de los primeros signos de inteligencia emocional que se suelen observar en los niños incluyen:
- Reconocimiento de emociones: Los niños pequeños empiezan a reconocer y nombrar sus propias emociones, por lo que son capaces de decir que están tristes, felices, etc.
- Expresión verbal de sus emociones: A medida que los niños van creciendo, empiezan a usar el lenguaje para expresar cómo se sienten, lo que les favorece a una mejor comunicación con los demás y a poder comprender sus propias emociones.
- Empatía: A una edad temprana, los niños comienzan a mostrar empatía hacia los demás, ya sea al consolar a otros, compartir sus juguetes o tratar de entender cómo se sientes las personas de su entorno.
- Regulación emocional: Si bien a una edad temprana los niños aún están aprendiendo a manejar sus emociones, estos ya empiezan a mostrar una capacidad para calmarse después de una rabieta o cambiar su estado de ánimo de forma más saludable.
¿Qué beneficios tiene un niño con alta inteligencia emocional en su vida cotidiana?
Fomentar la inteligencia emocional en los más pequeños puede tener un impacto positivo en diversas áreas de la vida tanto en el presente como el futuro, ya que un correcto desarrollo influye significativamente en la adultez, dado lugar a un mayor éxito profesional y personal. Por ello, como aseguró la psicóloga, un niño con alta inteligencia emocional puede lograr:
- Mejores habilidades sociales: Los niños con alta inteligencia emocional tienden a establecer mejores relaciones, ya que son más empáticos, saben comunicarse efectivamente y manejar conflictos, lo que les permite formar lazos más saludables con sus pares.
- Manejo del estrés: Son más tolerantes y gestionan mejor sus emociones, lo que les permite manejar situaciones estresantes con mayor eficacia.
- Resolución de conflictos: Son capaces de manejar desacuerdos de manera constructiva, buscando soluciones que beneficien a todos.
- Autoestima saludable: Comprender sus propias emociones y sentirse cómodos con ellas contribuye a una autoestima más sólida y a una percepción positiva de sí mismos. Asimismo, a medida que aprenden a manejar mejor sus sentimientos, también van ganando confianza en sus habilidades para enfrentar retos y situaciones sociales.
- Motivación intrínseca: Tienden a estar más motivados internamente, lo que les impulsa a establecer y alcanzar metas personales y académicas.
- Mejores habilidades de comunicación: La capacidad de expresar sus emociones de manera clara ayuda a evitar malentendidos y fomenta una comunicación más efectiva.
- Adaptación al cambio: Los niños con alta inteligencia emocional suelen ser más flexibles y adaptativos a las situaciones cambiantes, lo que les ayuda a enfrentar nuevos desafíos con mayor facilidad.
- Desempeño académico: La inteligencia emocional está relacionada con un mejor rendimiento académico, ya que estos niños emocionalmente inteligentes son capaces de concentrarse, manejar la presión, la ansiedad y el estrés asociados con la escuela, así como también tienden a aprovechar mejorar las oportunidades de aprendizaje.
- Salud mental: Al poder gestionar sus emociones de manera más efectiva, tienen un menor riesgo de sufrir problemas de ansiedad y depresión.
- Relaciones familiares más saludables: Una mejor comprensión emocional también puede fortalecer las relaciones con sus padres y hermanos, fomentando un ambiente familiar más positivo.
¿Qué papel juegan los padres y educadores en el desarrollo de la inteligencia emocional en los niños?
Los padres desempeñan un papel crucial en el desarrollo emocional de los niños, puesto que son el primer referente o modelo a seguir para los más pequeños, por lo que un entorno familiar que respeta las emociones y permite que el niño sea escuchado, contribuye a que este desarrolle una mayor confianza en sí mismo y que pierda el miedo a expresarse con libertad. En otras palabras, como mencionó la docente, cuando las emociones son validadas y concebidas como algo natural, los menores se sientes más seguros para poder compartir lo que sienten.
“Una vez que el niño entra en la etapa escolar, los educadores deben reforzar las habilidades emocionales que el niño ha comenzado a desarrollar en el hogar, al igual que deben enseñarle nuevas formas de interactuar en este nuevo entorno. Por consiguiente, es importante que la promoción del desarrollo de la inteligencia emocional y la validación de las emociones continue tanto en el hogar como en el colegio, con la finalidad de que el menor pueda integrar y aplicar estas habilidades de manera consistente en todos los aspectos de su vida”.
¿Cuáles son los principales obstáculos que enfrentan los niños en el desarrollo de la inteligencia emocional?
En primer lugar, como destacó el doctor Alegre Bravo, el hecho de que los padres no reconozcan las emociones de sus hijos y que no las validen, pueden interferir significativamente con el desarrollo de su inteligencia emocional. Desde luego, esto puede deberse a la falta de educación emocional, pues muchos niños no reciben una buena orientación sobre cómo identificar y manejar sus emociones, lo que dificulta su compresión y regulación emocional.
“Básicamente, esta falta de educación emocional también puede repercutir en los padres, razón por la cual, estos no suelen manejar bien sus propias emociones o no muestran una inteligencia emocional desarrollada, por ende, tienden a afectar el aprendizaje emocional de sus hijos. Es importante tener siempre presente que, los niños aprenden observando a los adultos de su entorno, en especial a los padres quienes son su principal figura o modelo a seguir. Igualmente, crecer en un entorno donde los conflictos o la violencia son característicos de la dinámica familiar, sin lugar a duda, puede impactar y modelar comportamientos emocionales poco saludables en el menor”.
Por su parte, Paola Pelaez refirió que, los niños que experimentan bullying tienen un alto nivel de estrés y ansiedad, situación que puede afectar negativamente su capacidad para desarrollar habilidades emocionales saludables. Además, los factores de estrés en la vida del infante, como problemas económicos, problemas de salud familiar o cambios frecuentes de entorno, también pueden desviar su atención del desarrollo emocional.
“Los educadores y los colegios son indispensables en este proceso de desarrollo, por lo que, si estos no implementan programas destinados al desarrollo de la inteligencia emocional, esto puede limitar las oportunidades de los niños de aprender estas habilidades fundamentales en un contexto formal”.
¿Qué señales podrían indicar que un niño necesita apoyo adicional para desarrollar su inteligencia emocional?
Por lo general, aquellos niños que tienen cierta dificultad en la gestión de la ira o presentan reacciones emocionales extremas como, por ejemplo, suelen responder con violencia, ansiedad o tiende a aislarse de sus amigos o familiares, lo más probable es que necesiten algún tipo de apoyo para trabajar en su inteligencia emocional.
“Especialmente, en este tipo de casos, es importante observar a los niños y evitar criticarlos, al contrario, es fundamental que podamos mantener una escucha activa, un diálogo abierto con ellos, que nos permita preguntarles cómo se sienten y qué les gusta, así como también es crucial tratar- en la medida de lo posible- compartir momentos de calidad con ellos. Una buena manera de poder acercarnos a nuestros hijos y ayudarlos a desarrollar su inteligencia emocional es mediante el juego”, sostuvo la psicóloga.
¿Cuáles son algunas estrategias prácticas que los padres pueden implementar en casa para fomentar la inteligencia emocional en sus hijos?
En definitiva, aquellos niños que no desarrollaron una adecuada inteligencia emocional, podrían enfrentar problemas para establecer amistades saludables, dificultades para integrarse en un equipo de estudio o de trabajo, al igual que podrían tener problemas para gestionar el estrés, tener una baja autoestima o incluso, son más propensos a presentar problemas de salud mental.
Por esta razón, Pelaez recomendó las siguientes estrategias para fomentar la inteligencia emocional en los más pequeños y evitar posibles consecuencias que podrían interferir con el futuro éxito de los niños:
- Crear un ambiente de comunicación abierta: Fomentar un espacio donde los niños se sientan seguros para hablar sobre sus emociones. Por ello, se les pueden realizar preguntas como “¿Cómo te sientes?” o “¿Qué piensas sobre esto?”, así como también contarles sobre nuestras experiencias, ya que puede ayudar a que los niños se sientan cómodos compartiendo las suyas. Es fundamental que esta comunicación con los niños sea libre de celulares u otros dispositivos tecnológicos, dado que se debe priorizar un momento de calidad con el menor.
- Ayudarlos a identificar sus emociones: Ayudar a los niños a identificar y nombrar sus emociones es fundamental. Esto se puede enseñar mediante el uso de libros, cuentos, actividades artísticas o recursos visuales, ya que permiten ilustrar diferentes emociones.
- Practicar la empatía: Fomentar la empatía haciendo que los niños piensen en cómo se sienten los demás mediante preguntas como “¿Cómo crees que se siente tu amigo después de eso?” pueden ayudar a desarrollar esta habilidad. Asimismo, es importante procurar que los niños interactúen con sus pares a través del juego o actividades grupales, lo cual también puede ayudarlos a practicar el reconocimiento de las emociones en los demás y desarrollar habilidades de empatía.
- Establecer rutinas: Las rutinas predecibles pueden ayudar a los niños a sentirse más seguros y reducir la ansiedad, lo cual es esencial para el manejo de las emociones.
- Fomentar la resolución de conflictos: Esto se puede enseñar mediante técnicas de resolución de problemas y cómo manejar desacuerdos de manera constructiva. Por ejemplo, la práctica de juego de roles puede ser una buena manera de abordar esta habilidad.
- Técnicas de regulación emocional: Enseñar a los niños técnicas de respiración, meditación o relajación que les ayuden a calmarse cuando están frustrados o enojados.
- Jugar con nuestros niños: Utilizar juegos de mesa, leer cuentos, jugar charada, juego de roles, pintar o bailar juntos refuerza su autoestima, fomenta el sentido de pertenencia y la colaboración.
- Reforzar las emociones positivas: Es importante celebrar los logros emocionales y el desarrollo de la inteligencia emocional. Además, es necesario reconocer cuando un niño maneja bien una situación emocional, ya que esto puede ser un enorme impulso para su confianza.
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