Los niños pequeños se caracterizan por su inmensa curiosidad. Por ello, pueden adoptar ciertos comportamientos que son comunes de la edad, como comerse hurgar en su nariz o comer arena. Estas conductas se deben al proceso de exploración por el que están pasando, pues quieren experimentar nuevas texturas y sabores.
Según la Mag. Mary Castro, psicóloga de la Clínica Ricardo Palma, estos comportamientos pueden aparecer en niños que están llegando al primer año. “Es más común que inicie a partir del primer año y que dure hasta el nivel preescolar. En esta etapa, los niños buscan seguir explorando nuevas cosas. Con ese objetivo, también es muy visto que, en los salones del kinder, los niños quieran saborear útiles como el borrador, por ejemplo”, añadió.
¿Por qué se genera este comportamiento?
Como se mencionó previamente, estas acciones son parte de un proceso de exploración. No obstante, también pueden haber otros motivos. “También puede darse cuando el niño percibe algún tipo de incomodidad, molestia o fastidio dentro de sus fosas nasales. Por eso, buscan extraer con sus deditos lo que le brinda incomodidad”, agregó Mary Castro.
Por otro lado, la especialista indicó que es probable que este hábito sea generado como una muestra de ansiedad. “Al igual que hay niños que se muerden las uñas o se arrancan las cutículas cuando están ansiosos, hurgar en su nariz también puede ser una muestra de ello”, aclaró la magister.
En esa línea, la Mag. Castro resaltó que es muy importante organizar una visita con un psicólogo y un pediatra para poder identificar el origen de un hábito. Así, si se debe a un caso de ansiedad, se podrá encontrar una forma para combatirla y mejorar la situación.
¿Cuándo es que el comportamiento deja de ser común?
Los padres deben ser conscientes de cuándo tomar las medidas necesarias para eliminar este hábito. “Si esta acción continúa después de la etapa preescolar, al iniciar la primaria, será vital realizar una visita con un psicólogo infantil para tener un mejor panorama”, enfatizó.
Cabe mencionar que comerse los mocos es una conducta poco higiénica, pues, al iniciar la etapa escolar, el niño se encontrará más expuesto a los gérmenes del ambiente. Asimismo, será más proclive a recibir burlas por parte de sus compañeros, quienes probablemente critiquen este comportamiento.
Del mismo modo, mientras el niño tenga más fuerza, será más posible que genere heridas en sus fosas nasales. “Por ello, es importante estar pendientes para enseñarle a los más pequeños que existen otras formas de solucionar estas molestias, como sonarse la nariz o solicitar la ayuda de un adulto”, especificó.
Sin embargo, la psicóloga señaló que lo más probable es que el niño mismo elimine esta conducta conforme va creciendo. “Si continúa, dejará de ser una conducta común y empezará a tratarse de un hábito no saludable”, concluyó.