El himno uruguayo, por Pedro Ortiz Bisso
El himno uruguayo, por Pedro Ortiz Bisso
Pedro Ortiz Bisso

Uno de los culpables de la agonía del fútbol peruano –a pesar del estupendo triunfo ante Uruguay– es el hincha. No todos, por supuesto, pero el puñado que ha hecho de la violencia un estigma que persigue a los clubes más importantes del país ha sido uno de los causantes de que los partidos del torneo local se jueguen a tribuna pelada, los auspiciadores huyan sin mirar atrás, los clubes se empobrezcan y el espectáculo pierda categoría. 

Por eso no podemos sino elogiar la demostración que dieron el martes último, cuando antes del encuentro entre Perú y Uruguay, las 45 mil almas que repletaron las cuatro tribunas del mantuvieron un respetuoso silencio cuando se entonó el himno del país oriental. 

Los propios uruguayos han destacado a través de las redes sociales la libertad que tuvieron para entonar su canción patria sin gritos de desaprobación o silbidos, algo habitual en los estadios latinoamericanos cuando ocurren estas confrontaciones deportivas. 

No habla bien de una sociedad que se destaquen acciones que deben ser inherentes a ella. El respeto al otro es la base de cualquier convivencia pacífica, más aun si lo que hay en medio es un encuentro deportivo, al margen de que este enfrente a dos equipos urgidos de ganar. 

La realidad es otra. Por lo general, estos partidos se juegan bajo climas infernales. Hace 20 años, exactamente el 12 de octubre, me tocó vivirlo como enviado de El Comercio en Santiago, la infausta noche en que Chile nos sacó de Francia 98 con un olvidable 4-0. 
Desde antes del partido se vivió un ambiente de guerra que se hizo manifiesto de diferentes maneras, sea la actitud hostil de los hinchas en el aeropuerto o la de los propios dirigentes locales que no otorgaron a la selección que dirigía Juan Carlos Oblitas las facilidades para entrenar en el escenario la noche anterior al encuentro. 

El día del partido, un ensordecedor concierto de silbidos y gritos se escuchó mientras se entonaba el himno del Perú. Y cuando los jugadores salían del estadio rumbo al ómnibus que los trasladaría a su hotel, la organización los hizo pasar por en medio de una caterva de impresentables y además fueron agredidos por algunos carabineros. 

Acá tampoco nos hemos portado bien. Y en la mayoría de los casos ha sido alentados por ciertos ‘comunicadores’, que amparados en la impunidad que les da un micrófono hacen llamamientos para hostilizar a los rivales porque al juego lo llaman “guerra”, y al rival, “el enemigo”. 

Los pocos hinchas que asisten a los partidos del torneo local suelen denostar a quienes acuden a ver a la selección. Los llaman “turistas” y los acusan de no ser lo suficientemente “guerreros” al momento de alentar. 

Por esa ausencia de ‘turistas’ cada domingo es que nuestro fútbol se está muriendo. 

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