Niños miraflorinos aprenden a gestionar un mejor distrito
Niños miraflorinos aprenden a gestionar un mejor distrito
Redacción EC

“Los adultos piensan en irse a trabajar, pero no en cómo puede ser el camino”, dice Flavia Casaretto. Ella habla sobre el mural que tiene a su espalda, uno que acaba de terminar junto con otros 13 niños miembros del Consejo Consultivo de Niños y Niñas de Miraflores, en el cruce de las avenidas Benavides y .

Flavia lo dice así, ligera, sin sospechar que la simpleza de su sentencia guarda una profundidad conmovedora.

El consejo infantil está formado por niños de entre 7 y 11 años. Los menores se inscriben con ayuda de sus padres y en un sorteo se elige a los miembros. Luis Villanueva, trabajador de la y coordinador del consejo, cuenta que este año participaron más de 80 niños  que viven en el distrito.

Cada mes y medio o dos meses, los pequeños se reúnen con el alcalde para exponerle su forma de ver la ciudad. Algunas de sus ideas han sido colocar señales y mensajes más sencillos en los solmáforos ubicados en el malecón, que miden la radiación solar, o poner carteles en tachos subterráneos para promover el reciclaje.

El mural junto al que está parada Flavia, junto a tres de sus compañeros, fue una iniciativa de ellos para recordar la importancia de los derechos del niño y para dar color al distrito. Patricio Díaz tiene 8 años y es firme al señalar que la ciudad debería ser más viva. Lo dice y mira el desgastado mural de mayólicas que se hizo a principio de los años 90 en la Vía Expresa de Paseo de la República.

Como parte del , que se celebra hoy, estos menores muestran que han encontrado el valor de su voz, que pueden y deben opinar. La idea del consejo –que comenzó en el 2011– es impulsar la participación ciudadana. Por ello, quedaron finalistas en la premiación de del año pasado y la Presidencia del Consejo de Ministros expondrá el proyecto en un foro internacional este año.

La ciudad donde imaginan vivir es una con más parques, más color y más cosas que hacer: museos que visitar, ciclovías, lugares a los que puedan ir a pasear o jugar. “Ellos tienen que recuperar el juego, estar en la calle, algo que ya no pasa por la inseguridad que hay en la ciudad”, dice Dante Casaretto, padre de Flavia.

Para el arquitecto y urbanista Jorge Ruiz de Somocurcio, estos niños imaginan esa ciudad porque perciben que Lima dista mucho de ella, pese a vivir en un distrito con áreas verdes y espacios públicos.

“En los conos la situación es más dramática. La ciudad creció en población, pero no en alamedas o parques, y los más vulnerables, como los niños y los adultos mayores, no encuentran espacios”, añade.

Los niños coinciden en que una de las lecciones del consejo es aprender a oír a los demás. “Uno hace las cosas porque quiere, por eso hay que hablar y convencer”, expresa Patricio.

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