A mediados de junio, la artista plástica y curadora Malena Santillana recibió la invitación del Instituto Nacional Penitenciario (INPE) para que capacite a un grupo de presos e internas de cuatro penales de Lima, quienes asisten a los talleres de artesanía, dibujo y pintura, dentro de las cárceles. No lo pensó demasiado y aceptó el reto, uno de los más satisfactorios de su carrera como artista.
El objetivo, cuenta Malena, era instruirlos en diversas técnicas del arte plástico para que los trabajos finales sean expuestos en el Museo del Instituto Riva Agüero, ubicado en el jirón Camaná, en el Centro de Lima.
Cuando le abrieron las rejas de Lurigancho, Miguel Castro Castro, Santa Mónica y del penal de Máxima Seguridad de Chorrillos, observó, por primera vez, los rostros de los presos con los que trabajaría durante varias semanas. No vio en ellos a personas que habían cometido delitos, sino a humanos que, a través del arte, querían liberarse del encierro o redimir alguna pena.
“Acepté entusiasmada la invitación. El INPE se ha dado cuenta de los efectos positivos de estas políticas de resocialización. Ha valido la pena”, comenta la curadora mientras recorre, junto a nosotros, el museo.
“Arte, expresión de los más profundos pensamientos”
Cuando una persona en encarcelada en los penales de Lurigancho y Castro Castro tiene la opción de formar parte de los talleres de cerámica. En el 2016 se instaló en Castro Castro, un moderno horno a gas para la producción a gran escala en alta temperatura de cerámicas. “Muchos de los que asisten a los talleres son artesanos, que tienen el oficio en sus manos, pero el objetivo de la capacitación era que aprendan técnicas de óxido, de un horneado diferente, pulir sus acabados, convertirlos en maestros, y para ello convoqué a dos ceramistas reconocidos, Gabriel Lores y Noah Alhalel, quienes dictaron las clases intensivas, en Lurigancho y Castro Castro”, cuenta. Las capacitaciones fueron dictadas a 30 presos de Castro Castro y 10 de Lurigancho. Malena se encargó de trabajar con las internas, entre ellas la ex alcaldesa Susana Villarán. Además, acudió a otros penales para escoger los mejores trabajos de algunos presos.
Fue así que conoció a Luis Verástegui, en el penal Sarita Colonia, en el Callao, un preso que acumula huesos, sobre todo, de osobuco, de las sobras de la comida, y crea esculturas con esas piezas. Al conocer el talento de Luis, Malena le sugirió que esculpa la imagen de La Victoria de Samotracia (escultura que se encuentra en el Museo del Louvre, en París). “La hizo perfecta con huesos de la paila. Es un trabajo increíble”, expresa orgullosa. Los asistentes al museo pueden apreciar esta imagen, al igual que la de un caballo que Verástegui creó, quien debido a su apasionamiento por recolectar huesos, tiene el sobrenombre de “Huesito”.
Otra obra que se expone en el museo es “Mis cachorros”, que son adornos de perros, de diferentes razas, creados con cerámica. El trabajo es de los hermanos Arohuilca. “Ellos [los hermanos] contaron que su mamá criaba perros y como son ceramistas decidieron hacerlos. Hay desde un chihuahua hasta un pitbull”, comenta Malena.
Del penal de Sarita Colonia también se exponen los trabajos de Galindo Solís Peralta, conocido como “Papelito”, porque -a base de papel periódico prensado- ha creado figuras marinas. Otra obra que impresiona es la de Los gallos, hechos con triplay.
El lienzo de las mujeres
En los penales de Santa Mónica y de Máxima Seguridad de Chorrillos, el tiempo de los talleres fue más corto. Malena planteó hacer lienzos. “Ellas reciben talleres de dibujo y pintura. Al comienzo se mostraron intimidadas, decían que no sabían dibujar, pero resultaron ser unas pintoras espectaculares. Al final resultamos siendo como 20 mujeres con un lienzo en medio, fue una creación colectiva. Trabajábamos varias horas sin darnos cuenta del tiempo hasta que nos avisan que ya debemos irnos, las puertas se van cerrando y ellas van desapareciendo […] de repente sales a la calle, y la ves inmensa, sientes el valor de la libertad. Después de la vida lo más importante es la libertad. Ahí uno se da cuenta que 20 años de condena es toda una vida”, reflexiona Malena.
Susana Villarán quien forma parte de las actividades de dibujo y pintura fue una de las más activistas en el trabajo del lienzo. “Ella se sacó los zapatos para la preparación del lienzo, que era como de tres metros, animó a las demás a trabajar. Cortó los yutes para la realización de cojines y bolsos. Era una de las que daba la pauta. Al finalizar el trabajo con las internas, me pidieron que no las olvide, que haya más talleres, y eso es un pendiente para mí”, afirma la artista.
La muestra de los trabajos, que pueden ser comprados, estará abierta hasta el 21 de octubre.