Ana Briceño

El desarrollo de los ha demostrado el alto competitivo de los atletas peruanos, pero también ha revelado, lamentablemente, cuán enquistados están los estereotipos de género en nuestro país, reforzados incluso en los medios de comunicación. El equipo de salió a las calles y planteó una pregunta a modo de experimento: “¿Qué le regalarías a un niño o una niña?”

Las respuestas ameritan un análisis profundo.

Cuglievan y Tejeda
El martes 30 de julio, el diario “Todo Sport” salió con esta portada:

Un día después de ganar la medalla de oro, el diario "Todo Sport" destaca el aspecto físico de la campeona en esquí acuático, Natalia Cuglievan.
Un día después de ganar la medalla de oro, el diario "Todo Sport" destaca el aspecto físico de la campeona en esquí acuático, Natalia Cuglievan.

►   
► 

Natalia Cuglievan había ganado una medalla de oro en esquí acuático, pero los responsables de aquella edición optaron por destacar el aspecto físico antes que su desempeño profesional.

El 31 de julio, en el canal Exitosa, Fernando Armas hizo una imitación denigrante de la atleta Gladys Tejeda, quien había ganado la medalla de oro en maratón. No solo se burló de su forma de hablar, sobre todo cuando pronunciaba algunas palabras en inglés, sino también de sus carencias económicas cuando no tenía zapatillas propias para sus carreras.

Gladys Tejeda ganó la medalla de oro en la maratón femenina de los Juegos Panamericanos Lima 2019.
Gladys Tejeda ganó la medalla de oro en la maratón femenina de los Juegos Panamericanos Lima 2019.

A través de un comunicado, el Ministerio de Cultura exhortó a los responsables a disculparse públicamente con Tejeda, así como adoptar medidas que garanticen contenidos respetuosos a la igualdad y no discriminación de las personas. Armas lo hizo a través de su cuenta de Twitter: “Si es que ella se ha ofendido, yo le digo que quería trata de arrancar una sonrisa; y si la he ofendido, le pido disculpas”, escribió.

Lamentablemente, no son los únicos estereotipos que hemos escuchado en los últimos días. El 28 de julio, el recién juramentado presidente del Congreso de la República, Pedro Olaechea, consideró en el programa de TV Panorama que existía incertidumbre económica tras el mensaje presidencial que planteó el adelanto de elecciones.

Para defender su punto de vista manifestó lo siguiente: “Es un indicador bastante sencillo, y es que las peluquerías empiezan a bajar los salarios. Realmente, dicen, los hombres tienen una línea, anda a comerte eso, y van y comen, la mujer está pensando en los hijos, en la mamá, en la casa, en el planchado, en recoger la ropa, la mujer es multidimensional. El único lugar donde se relaja realmente es en la peluquería. Es el único sitio donde se ocupan de ella […] y cuando empiezan a bajar las peluquerías empezamos a tener problemas”.

Según esa lógica, el espacio de las mujeres es la casa y la peluquería, y los hombres, a diferencia de ellas, sí son capaces de resistir algún desbalance de la economía.

Las disculpas del presidente el Congreso de la República no tardaron. “Esta noche utilicé un ejemplo equivocado y poco claro para expresar que son los microempresarios, los primeros afectados por la incertidumbre e inestabilidad. Quiero ofrecer mis más sinceras disculpas a todas las mujeres por mis declaraciones. Acepto mi error”, escribió en su cuenta de Twitter.

La antropóloga especializada en temas de género, sexualidad y salud reproductiva, Angélica Motta, enfatiza que la declaración de Olaechea es “una forma de violencia de género”. “Colocar la figura de la mujer dentro de un espacio bien acotado es una manera de decir: ‘las mujeres pertenecen solo a este lugar’. Ha sido un buen gesto que pida disculpas, es muy importante no dejar pasar ese tipo de comentarios porque las mujeres han demostrado que tienen la capacidad para ocupar todo tipo de puesto en la sociedad. No están limitadas al tema doméstico, estético”, resalta.

Pero, ¿qué son los estereotipos de género? Motta explica que son imágenes que coloca a las personas (tanto hombres como mujeres) en un rol específico y en un espacio delimitado, y el mensaje detrás eso es, en el caso de las mujeres, encasillarlas con ideas preconcebidas, sin importar su potencial humano y sus capacidades de desarrollo.

- Rosado, el color que nos divide -
Han pasado 5 semanas desde que las imágenes de un grupo de militares vistiendo mandiles rosados causaran una avalancha de críticas y ofensas, provenientes de políticos y periodistas revelando cuán acentuados están los estereotipos sobre lo que se considera femenino y masculino.

Norma Fuller, antropóloga de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) y autora del libro “Masculinidades. Cambios y permanencias”, dice que lo que más le llamó la atención del tema de los mandiles rosados, que los militares se pusieron para la campaña Hombres por la igualdad, del Ministerio de la Mujer, fue la reacción de algunos varones como los congresistas. “Les ha dolido en el núcleo de la masculinidad y habría que debatir eso. ¿Por qué han reaccionado así? Y no me digan que el uniforme es sagrado porque los militares participan en muchas campañas, van a un hospital y se ponen de enfermeros, van a un colegio y se visten de payasos encima del uniforme, y eso les parece muy bonito. Los militares no están hechos solo para la guerra, también hacen mucha labor social”, dice la académica.

El objetivo de la campaña "Hombres por la igualdad" busca derribar los estereotipos de género. Los militares se colocaron los mandiles para mostrar su apoyo pero fueron blanco de críticas.
El objetivo de la campaña "Hombres por la igualdad" busca derribar los estereotipos de género. Los militares se colocaron los mandiles para mostrar su apoyo pero fueron blanco de críticas.

“Es una vergüenza”, “Se ha vejado al uniforme de la patria”, “¡Encima de rosado!”, “Si ese general es gay, que salga del clóset”, fueron algunas de las desafortunadas frases que soltaron algunos congresistas y, en el caso de la última, del conductor Phillip Butters.
El rosado divide, se asocia a lo femenino y, cómo este se opone a lo masculino, si alguien de género masculino lo usa, está feminizándose”, apunta Fuller.

En marzo de este año, El Comercio-Ipsos realizó una encuesta sobre estereotipos de género. Esta concluyó en que el 29% está “totalmente de acuerdo” en que el rosado es un color para mujeres, mientras que el 23% manifiesta su conformidad en que los niños (hombres) no deben jugar con muñecas. El 40% de los entrevistados acepta los estereotipos de género, de los cuales, el 45% es hombres y 35% es mujer. Están ubicados principalmente en el sector socioeconómico D y tienen más de 40 años.

En marzo, El Comercio-Ipsos realizó una encuesta sobre estereotipos de género. El 29% decía que estaba totalmente de acuerdo en que el rosado es un color para mujeres.
En marzo, El Comercio-Ipsos realizó una encuesta sobre estereotipos de género. El 29% decía que estaba totalmente de acuerdo en que el rosado es un color para mujeres.

#EstamosHartas entrevistó a unas 15 personas, escogidas al azar, en el Centro de Lima, a quiénes les formulamos la pregunta: ¿Qué le regalaría a un niño o a una niña? Para ello, les mostramos las imágenes de juguetes: pelota, cocina, muñeca, helicóptero, una chompa rosada, otra azul, camión y un Nintendo portátil.
Casi todos destinaron la pelota para los niños y la muñeca para las niñas. Lo interesante fue cuando se les preguntó por qué no podría ser al revés, por ejemplo, una muñeca en la bañera para el niño. Sus razones develan los estereotipos que aún están enquistados.

- Miedo a la homosexualización -
Juan Carlos Callirgos, investigador social de temas como género y etnicidad, destaca el papel que cumple la industria de juguetes en acentuar los estereotipos sobre lo masculino y femenino. “Hay secciones de juguetes para niñas donde están las muñecas, que se asocia a lo maternal, la cocinita, a la labor doméstica, las princesas, que crean todo un ideal romántico, mientras que para los niños están los juguetes de fortaleza física, las actividades en el aire libres. El público lo termina naturalizándolo. Sin un compromiso de la industria, veo bien difícil que los estereotipos se rompan”, indica.

Fuller resalta que las niñas tienen licencia para jugar con juguetes, que por tradición han sido destinados solo para hombres, pero no sucede lo mismo con los varones. “El niño va a ser reprobado, ya sabe que lo van a mirar mal. Le van a decir qué haces con juegos de mujeres. De repente un niño puede jugar al doctor cuando juega con la muñeca de su hermana, dentro de la casa, pero no puede salir a la calle con una muñeca ni tener Barbies en su cuarto y decir ‘son mis muñecas’, puede agarrarlas dentro de la casa, pero de ninguna manera puede lucirse y presentarse con juguetes paradigmáticamente femeninos porque inmediatamente se burlarán de él”, sostiene.

El mensaje que hay detrás de esas restricciones, en resumen, es que los niños (varones) no pueden feminizarse. “Si haces algo femenino, pierdes tu condición de masculino, cosa que no ocurre con las niñas o es muy tenue. No es tan restrictivo. En suma, estamos reforzando la idea de que hay un masculino y un femenino diferentes, dicotómicos y ahí aparecen los estereotipos”, dice Fuller.

El equipo de #EstamosHartas salió a las calles para saber cuán acentuados están los estereotipos de género.
El equipo de #EstamosHartas salió a las calles para saber cuán acentuados están los estereotipos de género.

Callirgos resalta que hay un temor entre los padres a que sus hijos sean homosexuales. “Los movimientos conservadores están enfatizando las posibilidades de la homosexualización de sus hijos. Creo que en nuestro país hay una crianza muy homofóbica, de un hombrecito muy en contraposición de todo lo que es femenino. Un cambio cultural no se hace de la noche a la mañana, es verdad, se debe tratar de cambiar sentidos comunes. Para eso varios sectores tienen que trabajar conjuntamente”, apunta.

¿Por qué debemos derribar los estereotipos? La antropóloga Motta explica que encasillar a la mujer en roles específicos la ubica en un lugar de subordinación dentro de un sistema de poder jerárquico, y parte de la dinámica de mantenerla en ese espacio, puede generar violencia contra ella en algún momento. “Todo está encadenado. Cuando una mujer subordinada pretende salir de ese lugar encasillado, romper el estereotipo, el mecanismo para regresarla al espacio subordinado suele ser la violencia”, recalca.

Pero, las mujeres no son las únicas víctimas de los estereotipos. Los hombres también están encasillados en algunos roles que le impone la sociedad: “tienes que ser fuerte”, “los niños no lloran”.

“El polo de lo masculino es el que ejerce el poder en el sistema de género. Pero, para que a un hombre se le reconozca en ese lugar privilegiado generalmente se le pide pagar un precio. Entonces, los hombres tienen que demostrar fuerza, que pueden ganar dinero, que pueden proveer. Es una exigencia permanente que los encasilla en un lugar y es un peso enorme. Eso no deja de ser una forma de violencia y que pagan aquellos hombres que no tienen ganas de cumplir con esos estereotipos, que tienen una sensibilidad distinta, aquellos que son artistas. Hay una penalización muy fuerte contra ellos”, recalca Motta.

Por eso, la lucha por derribar los estereotipos es en beneficio de mujeres y hombres.

Contenido sugerido

Contenido GEC