Hoy El Comercio publica la historia del suboficial Edder Meca, un policía cuyo certificado de defunción señala que murió por el Covid-19, pero que en realidad fue víctima de la calamitosa situación del sistema de salud policial.
El Hospital de Policía lleva años cayéndose a pedazos, a pesar de las innumerables denuncias de su personal que hace lo imposible por tratar de sacarlo adelante. Pero poco o nada ha cambiado y en una crisis como esta, la desidia de años pasa factura.
Al suboficial Meca no lo atendieron a tiempo. Los médicos, además, carecían de los implementos necesarios para ayudarlo. El clima en el hospital es de miedo e indignación. Los están mandando a la guerra sin armas. A pelear desnudos contra un enemigo que mata sin piedad.
Historias como esta son comunes en España e Italia, donde sus sistemas de salud son varias veces mejores que el nuestro. El dilema sobre a qué enfermo salvar es común en las unidades de cuidados intensivos en esos países. El virus ha rebasado todas sus expectativas.
Para que casos como el del suboficial Meca no se multipliquen, solo tenemos una alternativa: bajar la curva de contagios.
Hoy más que nunca: quédate en casa.