ENRIQUE PLANAS
Dos arquitectos, José Orrego y Enrique Bonilla añadían azúcar al café. Su conversación era más bien amarga: lamentaban la falta de espacios públicos en Lima, los cientos de jóvenes egresados de las facultades de arquitectura que no encontrarán trabajo, la ausencia de concursos para proyectos que no sean casas de playa o edificios de oficinas. En fin, repetían los lamentos comunes al interior del gremio. Sin embargo, aquel diálogo alrededor de la mesa no terminó en resignación. Por el contrario, de aquel café germinó una idea: hacer algo que revierta el repliegue de la arquitectura peruana. Trazaron un plan: ¿Cuál es el espacio internacional más importante dedicado a la arquitectura, en el cual el Perú debería tener una presencia? Concluyeron: la Bienal de Venecia.
“Pensar entonces en ir a Venecia era como planificar un viaje a Marte”, recuerda ahora el arquitecto Orrego. No tenían idea del reto que significaba su decisión. Sin auspicios, solo con el respaldo del Estado para la carta de presentación ante la bienal del 2012. Y luego de ser aceptados, debieron juntar voluntades entre los colegas para hacer viable esa participación. En principio, lograron convocar a 20 oficinas en una propuesta común, esfuerzo que dio origen a la Asociación Peruana de Estudios de Arquitectura, institución que hoy reúne el doble de estudios de arquitectos decididos a recuperar la discusión arquitectónica para hacer viables las ciudades peruanas el próximo siglo.
Aquella primera experiencia en la Bienal de Venecia contó con un socio experto en exposiciones: la Fundación Wiese. Marco Aveggio, su director, lo recuerda: “La Bienal de Venecia es el evento internacional más importante del mundo. Es un gran espacio de discusión de ideas. En el Perú carecemos de espacios de discusión sobre arquitectura; por ello nuestras ciudades están llenas de problemas”.
Aquella primera experiencia, basada en la exposición “Yucun o habitando el desierto”, una notable investigación sobre la Ruta Moche, les permitió que la presencia peruana en Venecia volviera en la forma más exitosa: un espacio reservado por nuestro país para garantizar una presencia de dos décadas. Así, gracias al convenio firmado entre la Bienal de Venecia y el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur) a través de Prom-Perú y conjuntamente con la Fundación Wiese y el diario El Comercio, se obtuvo un derecho de hospitalidad por un período de veinte años de un espacio exclusivo, de 250 metros cuadrados de extensión, dentro de un edificio restaurado ubicado en un antiguo complejo militar conocido como El Arsenal, en el corazón de esta ciudad italiana. “Ahora tenemos la certeza y la garantía de que, durante este tiempo, podremos participar en todas las bienales de arquitectura y de arte”, señala Aveggio.
PREPARADOS PARA IN/FORMAL
Bajo la curaduría del arquitecto Sharif S. Kahatt, “In/Formal: Encuentros Urbanos para los próximos 100 años”, es la exposición que presenta el Perú este año en Venecia busca mostrar cómo la modernidad de la arquitectura peruana se manifestó en los programas de vivienda gubernamentales, en concordancia con el concepto general de la décimo cuarta edición de la Bienal, “Absorbiendo la modernidad: 1914-2014” acuñado por el arquitecto Rem Koolhaas, curador general de esta Exhibición Internacional de Arquitectura. “Lo que se busca es ofrecer una revisión de lo que fue la modernidad en la arquitectura internacional en los últimos 100 años”, explica Orrego, comisario de la presencia peruana.
“El trabajo de Sharif Kahatt llama la atención sobre cómo, a través de los diferentes sistemas organizativos, los programas de vivienda definieron nuestra modernidad”, explica Orrego. Asimismo, la exposición presenta cómo también los conflictos sociales, políticos y económicos, así como los ideales de la población, fueron integrándose al espacio social, el territorial y la arquitectura local. “Esta exposición revisa el proceso de absorción de la modernidad en el Perú, en la cual dos mundos aparentemente opuestos, se han integrado en la arquitectura y en la ciudad”, afirma el curador.
Por su parte, Orrego explica: “Lima ha sido una ciudad muy golpeada. Siempre ha sido sobrepasada por sus problemas, las invasiones, las migraciones. Sin capacidad de absorber esos fenómenos, terminó creándose una ciudad paralela a la formal. Un día, se abandonó el planeamiento y la ciudad terminó en manos de su propio crecimiento orgánico. Hoy día, quien define su desarrollo finalmente es el libre mercado a ultranza, sin ninguna reflexión. Hoy día las municipalidades son administradoras de zonificación, y no hacen planeamiento. Ya no hay una visión estructurada de lo que debe ser la ciudad”, lamenta.
LA DISCUSIÓN EN LIMA
Justamente, la reflexión que propone una muestra como “In/formal” nos permite, como explica el arquitecto Orrego, volver a mirar a Lima como una posibilidad. Para ello, la exposición, que convierte a la vivienda peruana como el hilo conductor para pensar nuestra modernidad, luego de presentarse a lo largo de los 6 meses que dura la bienal veneciana, será vista en los principales museos del país y sus conclusiones estudiadas al interior de las universidades.
“Nuestra presencia en la Bienal busca crear círculos de trabajo para convertirla en un proyecto educativo al interior del Perú. No se trata de producir una exposición por el hecho de participar en Venecia. Buscamos un proyecto vinculante que desarrolle la arquitectura, que interactúe con arquitectos y estudiantes para poner en discusión tanto la propuesta peruana como las internacionales”, añade Aveggio.