ÓSCAR BERMEO
En el proceso de su última muestra, Persi Narváez estuvo a punto de abandonar uno de sus ejes temáticos de manera definitiva. El interés por la arquitectura lo acompañó fielmente desde que culminó sus estudios en Bellas Artes. La representación de parajes y espacios extraídos de sus paseos urbanos fue siempre su principal fuente de inspiración.
Sin embargo, cuando alistaba los lienzos de su nueva individual, empezó sesiones de ayahuasca. El ritual le hizo notar que debía darle mayor vitalidad a sus cuadros. La figura humana, hasta entonces marginada, empezó a rondar sus creaciones.
Fue así que acondicionó su propuesta con manifestaciones místicas extraídas del alma humana. Mandalas y figuras geométricas se yuxtapusieron a las representaciones de la urbe limeña.
“Creo que esta exposición es un puente para mi próxima pretensión: pintar cuerpos humanos,corazones, elementos en apariencia cursis”, refiere el pintor.
En los cuadros de “¿Cuál es este mundo?”, Lima se presenta como un espacio cargado de simbolismos. La inusual presencia del color resignifica las frías estructuras del Centro Histórico, construidas más de un siglo atrás. “He tratado de aplicar colores que no son los que normalmente vemos en Lima. Son tonos vibrantes, porque para mí Lima es un mundo mágico”, refiere el artista.
EL IMAGINARIO LIMEÑO
En sus trabajos, el autor busca exteriorizar las sensaciones suscitadas tras explorar con la ayahuasca. La mayoría de los lienzos fueron realizados en aquel trance donde el inconsciente aflora sin límites.
Esa particular observación la aterrizó en Lima, la ciudad que reúne elementos discordantes y, aparentemente, inconexos.
“Para mí , Lima es un terreno mágico, para otros puede resultar un caos. Creo que los limeños tenemos una vibra diferente. Vivimos en la necesidad y no nos sentimos mal. Manejamos conceptos como el ‘cholo power’, el progresista. Somos personas que con poco podemos arreglárnosla. He estado en EE.UU., Europa, Hong Kong, y en estos lugares la gente requiere el confort para desarrollarse”, anota.
Narváez dice ser una especie de guardián. En sus cuadros, la ciudad luce segura bajo los efectos de los mandalas.